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Nueva mirada a Gómez Dávila

Para conmemorar el décimo aniversario de la muerte de Nicolás Gómez Dávila, se acaba de publicar su primer libro inédito, 'Notas'. El filósofo italiano Franco Volpi, autor del prólogo y un gran divulgador de su pensamiento, estuvo en Colombia.

1 de agosto de 2004

SEMANA: ¿Cuál es la importancia de 'Notas' en la obra de Nicolás Gómez Dávila?

Franco Volpi: Aunque comparte elementos comunes con los Escolios, tiene de particular que allí podemos encontrar la oficina del escritor: cómo escribe, cómo trabaja; su teoría de la escritura, su elección de vida; detalles biográficos que no están en otra parte. Es una obra muy interesante para conocerlo de cerca. Además, creo que hay en el contenido un acento que no aparecía en los Escolios y es una pulsión muy fuerte hacia la sensualidad del hombre como un elemento fundamental de su esencia, el cual se presenta no de una manera abstracta sino desde la densidad carnal de la vida.

SEMANA: ¿Fue una sorpresa para usted que es un gran conocedor de su obra?

F.V.: Digamos que fue como descubrir una mina, pero no una sorpresa porque yo nunca había leído los Escolios desde una perspectiva antimodernista o política, que es la manera como se lo lee en Alemania.

SEMANA: ¿Le parece sesgada esa lectura?

F.V.: En los Escolios también hay otro tipo de aforismos. Me parece que la lectura de los alemanes es unilateral y limitante.

SEMANA: Pero es evidente su crítica a la modernidad.

F.V.: Desde luego que ocupa una parte importante de su obra. Sin embargo, reducirlo a eso me parece una limitación. Debemos sacar a la luz toda la riqueza de motivos que hay en su escritura.

SEMANA: ¿Qué aspectos se pierden al leerlo de esa manera?

F.V.: No se ve su interés en la poesía o en reivindicar las intuiciones fundamentes de los griegos y de los latinos. Su admiración por Sócrates, Platón, Montaigne, Nietzsche, Burckhardt. Es decir, su atención a otros aspectos de la vida, distintos de los políticos: la trascendencia, la religión, Dios, el arte; hay muchísimas cosas más.

SEMANA: A propósito de la religión, en su charla usted sugería que el cristianismo de Gómez Dávila es algo más complejo de lo que parece. ¿Puede desarrollar esta idea?

F.V.: Para Gómez Dávila, la modernidad perdió el sentido de Dios. Por eso, el hombre es un problema sin solución humana que necesita de una teología. De ahí parte su crítica de la modernidad y esto es precisamente lo que no ven los alemanes. Yo lo veo como un pagano que cree en Cristo, que ve en el pensamiento griego la creación más extraordinaria del espíritu y a la vez piensa que el hombre no es la realidad más alta y no puede salvarse solo. Para él, el hombre es un punto intermedio entre el animal y Dios. Si se olvida de Dios se animaliza. Pero si logra reconciliar la dimensión trascendente con la sensualidad podría salvarse. Y el puente para alcanzar esa trascendencia es el arte.

SEMANA: En su interpretación de Gómez Dávila llama la atención su interés en quitarle la etiqueta de autor exclusivo para "viejos de derecha" y mostrar cómo su pensamiento tiene cosas importantes que decirles también a los izquierditas y a los jóvenes. ¿Cómo ha sido su experiencia de presentárselo a sus estudiantes?

F.V.: Ellos siempre me están pidiendo fragmentos de Gómez Dávila. Yo les busco o les cuento los que me sé de memoria. Les gusta su inteligencia y esa característica de sus aforismos que exige afinar la cabeza: al comienzo te provoca porque no se entiende y, días después, viene la revelación. Es como esa piedra que, una vez arrojada a un estanque, empieza a producir olas concéntricas. Es genial.