Home

Cultura

Artículo

RÍO DE JANEIRO fue capital de Brasil hasta 1960, cuando Brasilia ocupó ese lugar. La ‘ciudad maravillosa’ tiene hoy más de 6 millones de habitantes. | Foto: Buda Mendes / STF

PANORAMA

Río de Janeiro: la ciudad que ha inspirado a grandes artistas

La ciudad sede de los próximos Juegos Olímpicos es uno de los epicentros culturales más importantes de América Latina. Allí, múltiples autores se inspiraron para realizar sus obras en todos los campos de la expresión artística.

30 de julio de 2016

Pocas cosas definen tanto a los habitantes de Río de Janeiro como su afición por el deporte y la cultura. En sus calles es común ver exposiciones de arte, expresiones teatrales y música, y en la playa nunca falta un partido de fútbol disputado como si fuera en el propio Maracaná. La ciudad del Corcovado cuenta con un potencial cultural tan grande que muchos artistas locales y extranjeros han encontrado en ella una fuente de inspiración. Justamente ese ambiente urbano motivó al Comité Olímpico Internacional a elegirla sede de los Juegos Olímpicos que se realizarán entre el 5 y el 21 de agosto.

Esa explosión creativa no es reciente: se remonta a los comienzos del siglo XIX, cuando tras la invasión napoleónica en la península ibérica la familia real portuguesa se trasladó a este rincón de Brasil, junto a las instituciones del poder monárquico, las bibliotecas y los centros culturales que funcionaban en Lisboa.

Este fenómeno hizo que Río se transformara en una metrópoli donde convivían personas de muchas nacionalidades. En ese contexto nació el escritor Joaquim Machado de Assis –el más importante de la literatura brasileña–, quien se ocupó de retratar su ciudad en sus cuentos. En uno de ellos, Padre contra madre, hace referencia a los pecados de la sociedad burguesa y la desigualdad social de la época. Otros de sus libros más destacados son Memorias póstumas de Bras Cubas (1881) y El alienista (1881).

Ya en el siglo XX, Rubem Fonseca y Carlos Drummond dedicaron buena parte de su obra a hablar de la “ciudad maravillosa”. En el cuento El arte de caminar por las calles de Río de Janeiro, Fonseca devela algunas de sus percepciones sobre la vida urbana, la violencia y los roles de los cariocas.

Clarice Lispector, de origen ucraniano, también encontró en la cotidianidad de este lugar una fuente de inspiración para sus cuentos. Entre ellos, sus lectores recuerdan Feliz cumpleaños¸ un relato alrededor de las dinámicas de una familia de clase media brasileña.

Para Ángela Cuartas, escritora y profesora del Instituto de Cultura Brasil-Colombia (Ibraco), es muy difícil que un escritor no se deje seducir por el encanto de esta ciudad pues “despierta una fascinación particular por cuenta de sus playas, su música, su selva y por los absurdos que suceden allí. Por ejemplo, el contraste entre la violencia urbana y una geografía que ofrece una sensación de paraíso natural”.

La música tampoco escapó a esa seducción. En 1916, se registró en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro el tema Pelo telefone, de Ernesto dos Santos, Donga y Mauro de Almeida, la primera pieza oficial de samba de la historia. Aunque este género ya era conocido en São Paulo, Salvador y el estado de Minas Gerais por la presencia de esclavos africanos, solo cuando llegó a Río alcanzó una enorme popularidad en todo el país.

A finales de los años cincuenta emergió otro de los ritmos icónicos de Brasil: la bossa nova. Esta propuesta artística, encabezada por los cariocas Vinicius de Moraes, Antonio Carlos Jobim y João Gilberto, pretendía mezclar la samba y la música tradicional brasileña con los sonidos del jazz. La apuesta salió bien y a partir de entonces nacieron clásicos como la Garota de Ipanema (1962) –inspirada en la belleza de la modelo Helô Pinheiro–, Desafinado (1963) y Chega de Saudade (1964). Su éxito e impacto internacional fue tal, que Frank Sinatra y el saxofonista estadounidense Stan Getz testimoniaron la enorme penetración que alcanzó en la cultura estadounidense.

Nicolás Gómez, coordinador de la franja Brasil de Javeriana Estéreo, asegura que, entre otras razones, su insólita topografía de montaña, playa y mar junto con el ambiente bohemio que se respira hacen de esta ciudad un lugar ideal para la creación musical. “La llegada de músicos de varias regiones del país –dice Gómez– también influye en la riqueza musical de Río de Janeiro. No es casualidad que la samba y la ‘bossa nova’ tengan raíces en géneros de la música africana, el ‘jazz’, la milonga, entre otros”.

El cine no se quedó atrás y varias producciones brasileñas e internacionales utilizaron a Río de Janeiro como escenario y como una excusa para hablar de la violencia urbana, el narcotráfico y la corrupción policial. Los cinéfilos todavía recuerdan a Orfeo negro (1959), del francés Marcel Camus, en la que una historia de amor se desarrolla en medio del éxtasis que despierta el Carnaval de Río y los bailes de samba. O la escena de Moonraker (1979), en la que James Bond se enfrenta al villano Jaws en el teleférico del cerro Pan de Azúcar ante el deslumbrante paisaje tropical de la ciudad.

Por otro lado, los directores brasileños se centraron en contar las duras historias de las favelas, esos cinturones de miseria que rodean la metrópoli en sus múltiples cerros. Títulos como Ciudad de Dios (2002), del director brasileño Fernando Meirelles, y Tropa de elite (2007), de José Padilha, giran alrededor de los problemas más graves de los barrios populares: corrupción policial, tráfico de cocaína y delincuencia juvenil.

Según el crítico de cine Augusto Bernal, “los cineastas saben cómo explotar dos de las características más populares de la ciudad, pues le han mostrado al mundo su atractivo turístico y la miseria de las favelas”. Por ejemplo, Bernal recuerda que la productora estadounidense RKO le encargó a Orson Welles el rodaje de una película sobre el Carnaval de Río y el ambiente festivo en Brasil, a comienzos de la década del cuarenta.

Sin embargo, tras filmar por varios días en los barrios más pobres de la ciudad cambió de idea y quiso que su producción tuviera un tinte más social. La productora encargada del filme no estuvo de acuerdo con Welles y el proyecto, que se titulaba It’s All True, nunca se terminó.

Si bien los deportistas y espectadores que acudirán a los próximos Juegos Olímpicos van a encontrar en Río de Janeiro un ambiente convulsionado por cuenta de la crisis económica, política y social que atraviesa el país, también podrán descubrir una ciudad inundada por múltiples expresiones culturales. Así lo cree Franklin Hoyos, jefe del sector cultural de la Embajada de Brasil en Colombia, quien sostiene que “la cultura hace parte del ADN de los cariocas, y a pesar de la dificultades ese espíritu se mantiene intacto”.