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Operación tortuga

Una película de ciencia ficción se convierte en pieza de estudio de la sociología moderna.

24 de diciembre de 1990

Está batiendo récord de taquillas en los Estados Unidos y, curiosamente, sociólogos y antropólogos se han visto muy interesados por su enfoque. Cuenta con un despliegue de efectos especiales, responsables de que su costo haya superado los 15 millones de dólares. Se llama "Tortugas ninjas" (Teenage mutant ninja turtles) y acaba de estrenarse en Colombia en cinemas y salas de video.
Cuando se empezó a promocionar, los espectadores pensaron que se trataba de una historia similar a "E.T." o "Gremlins". Los grandes afiches de los teatros presentaban cuatro tortugas que a pesar de llevar en su espalda las armas mortales de los ninjas, dejaban en claro la ternura de sus "rostros". Detrás de ellas, una rata de un metro veinte de altura posaba como la jefa de este grupo animal, con indudables características de humano.
Los amantes de las películas de ninjas se desconcertaron. ¿Se trataba de una burla frente al legendario arte japonés? ¿Podrían, acaso, cuatro lentas tortugas imitar los movimientos veloces de los verdaderos ninjas, capaces de enfrentar con éxito un buen número de enemigos al mismo tiempo? Las tortugas no son tan lentas como tradicionalmente se las ha descrito.
Mucho menos si han aprendido con perfección el arte del ninjatsu. Pero resulta lógico pensar que una película de ciencia ficción cuyos protagonistas, unas tortugas, se llaman Leonardo, Miguel Angel, Rafael y Donatello, debe ser algo más que un despliegue de fuerza y un derroche de cabezas rodantes sobre el campo de batalla. Las tortugas de esta cinta, que alcanzaron un tamaño descomunal por ingerir sustancias radiactivas, aprendieron algo más que la lucha de los japoneses: lograron conocer a fondo la filosofía del ninjatsu, que debe ser empleada en aras del bien, y que se maneja desde el cerebro y no desde los biceps.
Pero lo sorprendente de la película es que constituye un verdadero fenómeno social. Está dirigida, sin ninguna duda, a las nuevas generaciones. A las que han perdido los valores tradicionales, y en especial el respeto por la institución familiar. "Tortugas ninjas" lleva un mensaje oculto. Habla del bien y del mal, y en la lucha planteada obviamente ganan los buenos. Desde el comienzo establece el enfrentamiento entre estas dos tendencias. En el grupo de los malos está retratada la juventud decadente. Su guarida, un edificio en ruinas de Nueva York, no es solamente un campo para aprender a combatir: también es un templo del vicio, donde los adolescentes pueden entregarse al juego y a los placeres mundanos. Los buenos, representados por las descomunales tortugas, viven en ducto subterraneo en cercanías de una estación del metro. Allí se dedican a comer pizza y a ver televisión, pero sobre todo a escuchar con paciencia la filosofía de Splinter, una rata que quiere convertir a sus hijos adoptivos en elementos regeneradores de la sociedad.
Dirigida por Steve Barron y protagonizada (en la parte humana) por Judith Hoag -trabajó recientemente en "Cadillac Man" junto a Robin Williams- y por Elías Koteas, "Tortugas ninjas" involucra el humor, la ternura, el odio, la lucha y el romance en una película que pretende tocar las fibras íntimas de los jóvenes. Por eso está escrita en su idioma. A primera vista podría parecer un filme común y corriente. en el que un grupo de tortugas está encargado de combatir la ola de criminalidad que azota a Nueva York. De hecho, al comienzo todo se ha dispuesto para dar esta idea. Tras una serie de atracos llevados a cabo por una pandilla de adolescentes que tienen la oportunidad de desaparecer como por arte de magia, las tortugas salen de su mundo subterráneo a través de una alcantarilla y se enfrentan a los malos del paseo.
Tal vez en su propósito de retratar a los adolescentes se exagere el aspecto criminal (por querer significar la ambición de dinero, infaltable en las sociedades de consumo de la actualidad) y se pierda el énfasis en problemáticas tan debatidas como la droga y el libertinaje sexual.
Pero lo cierto es que si todo se hubiera mostrado de frente, la película perdería su razón profunda. En todo caso, el retrato es perfecto a la hora de mostrar la debilidad de carácter del adolescente. Por eso, al final, la lucha no se gana con la fuerza del cuerpo sino con la sabiduría de la mente. En este sentido, "Tortugas ninjas" llega, también, con un mensaje para los padres. -