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ORIGENES DEL CINE MODERNO

Una retrospectiva de Jean-Luc Godard ofrece la posibilidad de realizar un apasionante ejercicio intelectual.

13 de junio de 1983


En estos días tenemos la oportunidad de ver algunas películas de Jean-Luc Godard, un director bastante desconocido en Colombia a pesar de que se han proyectado varias de sus obras, todas de su mejor época, la de los años sesenta, la de "Sin aliento", "Vivir su vida", "Pierrot le fou" y "Dos o tres cosas que sé de ella".
Esta es precisamente una de las películas programadas en la Cinemateca Distrital y una de mis preferidas junto con "Pierrot", a la cual aun los más enconados enemigos de Godard le han aceptado que se trata de una de las obras más importantes del cine francés de la década de los sesenta.

Porque Godard tiene grandes adversarios. Así como hay quienes lo llaman Jean-Luc-cine-Godard, otros lo tildan de farsante, exhibicionista, vacío disfrazado de destreza técnica, repetición de lugares comunes camuflados en una originalidad sin fondo.

Un cine sin "conflictos" ni héroes
Es la época en que el cine francés irrumpe con violencia. Agresivamente rompe con ese drama psicológico tradicional, con el concepto de héroe que tiene un objetivo preciso y cuya victoria redundará en el equilibrio de los valores tradicionales y en la restauración de la armonía del grupo social que siempre está conformado por mayores, adultos pertenecientes a estratos sociales altos.

Irrumpe el joven como protagonista de las películas y el joven de clases medias y bajas viviendo situaciones propias, su cotidianidad, su presente desde el presente. No tiene un ideal, una meta, no lo mueve sino lo concreto e inmediato a lo cual hay que exprimir hasta agotarlo, sin angustias ni conflictos por valores abstractos, inmutables o absolutos. Ahí no entra para nada la noción del bien y del mal, las cosas y las personas son, sencillamente existen así y así hay que vivirlas.

Si queremos buscar conflicto en toda película ese sería el único posible en el cine de Godard, el del individuo que va por la vida de situación en situación, de presente en presente sin saber para dónde va y sin preocuparse por no saberlo. Ni siquiera se lo pregunta. De ahí que algunos hayan visto referencias a Sartre, Camus, al existencialismo. Quizás no sea sino el cine que nace de la post-guerra.

" Dos o tres cosas que sé de ella"
La primera pregunta al finalizar la película puede ser a qué o quién se refiere el "ella" del título. ¿A la ciudad, a la sociedad de consumo, a la mujer, a la esposa, a la prostitución, a la guerra del Vietnam, a la "cultura"? Porque de todo eso trata la película o al menos todo eso aparece en ella y aparece para mostrarnos dos o tres facetas, dos o tres cosas.

Un collage de situaciones sin ninguna relación aparente entre una y otra pero que, en conjunto, van conformando un todo que el espectador puede organizar a su gusto. Pero la película lo agrede, lo interpela, lo obliga a hacer algo con esos fragmentos que le ha arrojado a los ojos.

Por eso ver "Dos o tres cosas que sé de ella" es un ejercicio apasionante. Sobre todo cuando se está acostumbrado al cine que nos va llevando de la mano, con una narración en que se ve con toda claridad el surgimiento del conflicto, su desarrollo y conclusión. Aquí ese espectador se verá obligado a enfrentarse a un personaje sin psicología, que pasa por las circunstancias, o mejor que éstas pasan por él, por esa mujer, que sin saber por qué se dedica a la prostitución. Si no logra adaptarse a esta forma de vivir, una película que no le presenta un personaje encuadrable dentro de su fichero, se desesperará.

A no ser que haya percibido otra de las riquezas de la película, la fuerza propia de cada situación. Aquí hay que recordar el cine de Woody Allen, en el cual también cada escena tiene cierta independencia de las que le siguen o le anteceden. Tiene vida propia. El espectador en cierta forma puede olvidar el resto y dedicarse a vivir eso que está viviendo en ese momento sin preocuparse de más.

Y la referencia a W. Allen no es casual. En Godard están los orígenes de este cine moderno perfectamente acoplado al hombre moderno que, en la vida tal como la vivimos hoy, encuentra difícil aferrar y comprender su pasado, más todavía su futuro. El presente es lo único que tenemos aunque tampoco lo comprendamos.

Hernando Martínez Pardo