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ORQUESTA DE BOLSILLO

Pianos con cerebro y partituras para computador son lo último en música en el mundo.

26 de junio de 1989

El computador y la electronica están poniendo en jaque la tradicional enseñanza musical, que en algunos aspectos empieza a dar un viraje sorprendente. No sólo por los instrumentos que hoy están al alcance de muchos en los países industrializados, sino por los métodos que comienzan a surgir, adaptados a las nuevas tecnologías.
Cuando en Alemania aparece un moderno órgano de 44 registros, tres teclados y memoria digital, los japoneses muestran al mundo un revolucionario piano vertical dotado de computador. Si en su exterior en nada difiere de un piano corriente, salvo que en la parte derecha superior muestra una serie de botones y mini pantallas donde el ejecutante puede observar el ritmo y rendimiento de su trabajo, en el interior ha sido totalmente adaptado para recibir la nueva tecnología.
El mecanismo opera de la siguiente manera: fotosensores transmiten a un cerebro electrónico los impulsos musicales del ejecutante; el cerebro memoriza notas, silencios, duración de los mismos, ritmo, matices y pedales en un pequeño disquete de 3.5 pulgadas del tipo Atari, y a modo de lectura distribuye las informaciones a una batería de electroimanes que se encarga de pulsar cada nota, dando la impresión de que un músico invisible estuviera tocando el instrumento.
El sistema es muy similar al de las pianolas de antaño, donde los martillos golpean las cuerdas y las teclas se hunden, salvo que haciendo la comparación con aquellos instrumentos el piano japonés ejecuta las dinámicas de manera casi perfecta.
Pero el "Disklavier", nombre del moderno piano, permite a los alumnos ir más lejos: al tiempo que el ejecutante escucha la melodía que ha tocado con una mano, puede ir interpretando con la otra, por ejemplo, los bajos, y luego oir su trabajo completo. Aún más, si lo desea, puede aislar la ejecución de una mano, acelerar digitaciones o, por el contrario, hacerlas más lentas, corregir la clave y dar el volumen deseado. Valga anotar, jugar con el instrumento mientras perfecciona su técnica al ritmo que más le convenga.
Tiene el "Disklavier" otras posibilidades. En los mercados europeos es posible conseguir un catálogo bien atractivo de disquetes, donde el interesado puede escuchar y ver en el piano una sonata de Scarlatti, un estudio de Scriabin o una polonesa de Chopin, interpretados por grandes pianistas como Georg Demus entre muchos otros, e inclusive es posible oir la orquestación de un concierto donde sólo queda por tocar la parte del piano.
¿Qué dirán serios y ortodoxos profesores de conservatorio sobre este método, sin duda revolucionario? Por lo pronto, el "Disklavier" causa sensación en Europa.
Pero si los aficionados no desean adquirir un piano, sino jugar con la música y un computador, existe una colección de disquetes que ofrece una muy interesante discoteca en diversos géneros, que contiene obras previamente programadas por músicos profesionales, las cuales pueden ser leídas y descifradas por el computador. El interesado puede modificar el timbre de los instrumentos, el ritmo, cambiar tiempos, notas y hasta imprimir una partitura.
Y para los aficionados al canto está "Karaoke", de crecación obviamente japonesa. Este aparato, no más grande que un pequeño radio transistor, está dotado de audífonos, un parlante y un micrófono. Permite a un cantante incluir su voz en una pista orquestal o instrumental pregrabada, convirtiéndolo en solista interpretando un lieder de Schubert, un tango o el aria operática de su predilección.
Este sensacional aparato ha impuesto récords de ventas en el Japón, y en la actualidad es posible conseguir un volumen superior a 11 mil títulos que van desde canciones folclóricas, pasando por el rock, hasta llegar a la ópera.
No queda duda que el panorama musical con las nuevas tecnologías es de posibilidades infinitas y permite a muchos acercarse a este arte con métodos atractivos, donde la entretención está estrechamente ligada con el aprendizaje.