OSCAR CON CARA DE DAVID

Si algo ha caracterizado a la historia de los premios Oscar es que siempre Goliat le ha ganado a David. Sin embargo, después del anuncio de las nominaciones al Oscar 1996, la conclusión entre los especialistas del séptimo arte es unasola: las candidaturas de este año demostraron que las superproducciones de Hollywood no pasan por su mejor momento. En un evento que se había caracterizado en los últimos lustros más por su afán comercial que por su criterio estético, las sorpresas corrieron por cuenta de películas de escaso presupuesto y que hace algunos años apenas habrían merecido una nominación. Realizaciones como El Cartero y Babe daban quizás para candidatizarlas a mejor película extranjera, y los Oscares mayores quedaban en manos de superproducciones como Gandhi o El último emperador. Pero este año las producciones colosales están de capa caída. Varios son los factores que explican el fenómeno. En primer lugar, es una realidad mundial que el cine independiente, después de décadas en la sombra, ha tomado un nuevo aire y ha compensado con calidad los bajos presupuestos. En contraste, las superproducciones de Hollywood dejaron de ser superpelículas. Apolo XIII es una cinta sólida, seria y bien estructurada, pero en otras épocas no habría calificado para Mejor Película. Es un buen filme de aventuras que posee la ventaja de basarse en un caso real. Sin embargo, se requiere algo más para merecer un Oscar. Con Corazón Valiente, de Mel Gibson, sumadas sus 10 nominaciones, sucede algo similar. Es una buena película, cuya inversión se nota en la pantalla. Pero a pesar de su corte épico no es muy original si se tiene en cuenta que películas del mismo género, como Ben Hur, han superado en producción a la leyenda de William Wallace. La diferencia radica en que las cintas destinadas al máximo premio de Hollywood tienen un 'no sé qué' capaz de conmover al jurado.Ese 'no sé qué' es lo que les sobra a las tres cintas restantes, las cuales han desafiado a las grandes casas productoras. Tal vez la que mayor sorpresa causó fue Babe, la película australiana sobre la vida de un cerdito con ínfulas de perro pastor. Los animales parlantes del director Chris Noonan y la actuación del dueño de la granja, James Cromwell, supieron colarse en la lista de los postulados (7 nominaciones incluido Mejor Guión Adaptado) con el encanto de una historia que en Colombia fue un completo fracaso en la taquilla. Por su parte, Sense and sensibility se ganó el puesto entre las mejores con base en tres argumentos: una historia conmovedora, la actuación de Emma Thompson y la batuta de un director refrescante y sensible, Ang Lee, el mismo de El banquete de bodas.Pero sin duda la película que más emotividad le ha brindado a este nuevo capítulo del Oscar es El Cartero. La cinta de Michael Radford sobre la relación de Pablo Neruda con un romántico repartidor postal no sólo ha derretido el corazón de quienes la han visto, sino que también posee un aura a su alrededor que la torna mágica. Su protagonista, Massimo Troisi murió un día después de terminada la filmación y su nominación póstuma a Mejor Actor lo convirtió en el segundo intérprete en recibir este homenaje después de James Dean, quien en 1956 fue nominado por Al este del Edén y Gigante. El cartero, que en otras épocas habría ganado el Oscar en la categoría de habla no inglesa, tiene la oportunidad de llevarse 5 premios, incluido el mejor director.Todo esto no es sino la confirmación de dos realidades. Por un lado, el resurgimiento del cine independiente; por el otro, el cambio en la mentalidad de los miembros de la Academia, quienes este año resolvieron darle un aire nuevo a un evento que se había vuelto demasiado comercial, monótono y predecible. La irrupción de los independientes, en contraste con la decadencia de las superproducciones, es el principal motivo para que Goliat haya caído y el Oscar de este año tenga la cara de David.