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Para la inmensa minoría

Las cifras acerca del interés que muestran los colombianos por las artes plásticas no sorprenden a los expertos, quienes afirman que éstas son similares en todos los países de América Latina.

22 de mayo de 2000

A simple vista el hecho de que el 81 por ciento de los encuestados hayan afirmado que no acostumbran visitar galerías y museos podría resultar alarmante. Sin embargo, para quienes se desenvuelven en el terreno de la plástica, la cifra simplemente corrobora algo que se ha convertido en el común denominador en los países de América Latina. “Hay que advertir que son pocas las ciudades de Colombia que cuentan con la posibilidad de un museo. Además en el país no ha existido una tradición museística. La primera galería comercial se fundó en 1948 y yo recuerdo que cuando el Museo de Arte Moderno de Bogotá abrió sus puertas al público mucha gente no lo visitaba porque no entendía lo que pasaba allí. Y eso sucedía hace apenas 20 años”, comenta el crítico Eduardo Serrano.

El 44 por ciento de los encuestados aseguran no tener tiempo para visitar exposiciones mientras que el 25 por ciento afirman que no les interesa para nada el arte. Para algunos artistas esta perspectiva se debe cambiar desde los colegios, incluso, con una cátedra permanente sobre historia del arte. Pero según lo que revela la encuesta habrá mucho por hacer en este aspecto. El 36 por ciento de los jóvenes que están entre 18 y 24 años aseguran no interesarse por los museos y galerías. Este resultado no sólo ratifica el vacío que han detectado los artistas en los noveles espectadores, sino también la dificultad de dar a conocer en ellos las tendencias que se han ido forjando en torno al arte contemporáneo durante los últimos años.

No en vano el 76 por ciento de quienes asisten a exposiciones prefieren la pintura por encima de otras manifestaciones, como la escultura y la fotografía, mientras que el video-arte, la video-instalación, las instalaciones, y el performance son apetecidas apenas por una minoría. “Lo que sucede es que este tipo de arte es muy nuevo, contrario a la pintura, que tiene reproducciones desde hace siglos y por todas partes. Hacen mucha falta nuevos espacios de difusión para las nuevas generaciones. Incluso la pérdida del ‘Salón Nacional y Regional de Artistas’ ha sido muy grande porque el joven empezaba allí a ser reconocido. Hay que dejar a un lado la idea de que los artistas sólo son unos ‘sollados’. Pienso que lo mejor es acercar al público en general a las nuevas técnicas y a los conceptos que se están imponiendo”, opina la artista Patricia Bravo.

Eduardo Serrano advierte que ese proceso será largo. “Hace 15 años nadie en el país se atrevía a comprar arte abstracto. Lo mismo sucedió en todo el mundo cuando surgió el cubismo, y así sucesivamente. Toca esperar a que se cree la adecuada percepción del arte”. La situación en otros países de América Latina no es muy diferente. A excepción de Brasil, y en menor medida en México y Venezuela, el arte contemporáneo apenas está asentando un lugar en los espectadores.

Por ello no es de extrañarse que a la hora de indagar por los artistas preferidos las nacientes figuras no estén en las respuestas de los consultados y, por el contrario, se impongan los nombres que resultan más familiares hasta para el más desprevenido. Es el caso de Fernando Botero, quien gracias a los elogios que ha recibido internacionalmente ha ganado gran popularidad entre los colombianos. El 50 por ciento lo cataloga como su artista favorito, seguido por Alejandro Obregón con el 15 por ciento y Omar Rayo con el 9 por ciento.

Para José Ignacio Roca, curador de la Biblioteca Luis-Angel Arango, estas cifras sólo confirman algo que ya es sabido: “Las encuestas revelan el gusto del gran público. La gente aprecia mucho a Botero, es un icono nacional y en realidad se tiene un aprecio por su pintura. Por otra parte, no debe preocupar que muchos artistas jóvenes no hayan sido mencionados en el estudio si, además, hay grandes maestros que no figuran allí. Estoy seguro que si se le pregunta a un francés común y corriente sobre los pintores que están surgiendo en su país es muy probable que no los conozca” .

Los expertos parecen no sorprenderse frente al panorama. Sólo un proceso de educación lento será el encargado de que el arte no sea algo propio de una minoría representada en todas las clases sociales. Porque, contrario de lo que se pueda pensar, el mayor desinterés hacia el arte proviene de la clase alta con un 37 por ciento, que contrasta con el 22 de la clase media y el 24 de la baja. Aun así todo parece marchar dentro de la lógica y los resultados de la encuesta en torno al arte no deben escandalizar. Lo más preocupante es precisamente esto: no hay sorpresas.