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PARABOLA DEL ROCK'N ROLL

"Calles de fuego", una epopeya de barrio que cautiva por lo primitivo de sus situaciones y personajes.

10 de diciembre de 1984


Hay algo de primitivo que cautiva en esta "parábola del rock and roll", como se subtitula la película de Walter Hill, "Calles de fuego".

Es primitiva la violencia descrita como única forma de conquistar, de divertirse y de resolver conflictos, son primitivas las referencias a situaciones dramáticas básicas en la historia de la dramaturgia (la lucha por una mujer). Como en "La Iliada" hay una Helena cuyo rapto provoca la guerra entre dos grupos. Tom y los suyos tienen que llegar hasta las entrañas del reducto de "Los bombarderos" donde tienen encadenada a Ellen. La pandilla salvadora es inferior en número, pero gracias a la astucia y estrategias logra su objetivo, que no es total sino después de realizarse el obligatorio enfrentamiento entre los líderes de las dos pandillas: Tom y Raven. Ellen, la Helena de "Calles de fuego", es objeto de codicia no tanto por su belleza cuanto por su genialidad para interpretar el rock.

Es primitivo también el carácter de epopeya barrial --y aquí hay que recordar West side story--, con una trama muy simple que sirve de pretexto para extenderse en brillantes coreografías de violencia. Una de ellas, la de las motos en el callejón de la fortaleza, es realmente sobrecogedora. No hay tiempo ni lugar para definir con matices los personajes o para lanzarlos a una evolución interior más o menos profunda. Cada uno de ellos representa algo desde el principio hasta el final y está al servicio de la construcción de ese ambiente en el cual la violencia es la única forma de vivir.

Lo mismo sucede con los conflictos de los personajes, tan simples como fuertes: la duda de Ellen (¿Tom me rescataría por amor, o por los diez mil dólares que le ofrecieron?), la alternativa que se le presenta a Tom (seguir el amor de Ellen, sin riesgos, o el de McCoy que es el desarraigo, la aventura, el desafío).

El cine video
Muchas veces me había preguntado qué es lo que atrae de los videos musicales que han inundado la pantalla de la televisión. "Calles de fuego" me dió una pista, porque a medida que avanza la película se puede tener la sensación de estar ante un video de hora y media, muy bien construido. Cada imagen es un impacto fuerte: gestos y miradas que definen una actitud, vestidos que caracterizan de un pincelazo al sujeto, posiciones que siempre amenazan convertirse en movimientos. No se puede cerrar un segundo los ojos porque nos perdemos de algo. Si en una película cualquiera, normal, lo que nos interesa es la forma como se desarrollan los conflictos y personajes, los universos interiores, -en el video, y en este cine (recuérdese FIashdance), todo el desarrollo es exterior, en el cuerpo, en las acciones.

El resultado puede ser escandaloso para algunos, un universo sin psicologías, sin análisis profundos, sin conflictos sociales, pero puede ser genial si se lo mira como expresión de formas diferentes a las nuestras de ver el cuerpo, los sentidos, el mundo y la sociedad. Yo creo que aquí hay una mina para analizar cómo lo social está dentro de los individuos.
Hernando Martínez Pardo