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PARODIA AL DESEMPLEO

Como anillo al dedo cae la obra que presenta la Fundación Indice Teatro sobre uno de los problemas más delicados del país.

14 de diciembre de 1998

Quizá no exista mejor coyuntura como la actual para llevar a escena una obra sobre el desempleo. En esas anda la Fundación Indice Teatro, que por estos días presenta, en el Teatro Nacional de la calle 71, en Bogotá, el montaje Se necesita gente con deseos de progresar. La obra es una parodia del desempleo pero, sobre todo, de aquellos que viven solicitando trabajo sin poderlo encontrar. Se trata de una tragicomedia que refleja los temores y, a la vez, las aspiraciones de quienes a menudo enfrentan entrevistas laborales. "No masque chicle, no bostece, no interrumpa, no pida el baño prestado", son algunas de las instrucciones de esa especie de manual improvisado que parecen ir hilvanando cada uno de los personajes en la tarea de forjar una excelente imagen ante sus posibles empleadores. Escrito y dirigido por José Domingo Garzón, ganador de la beca nacional de dramaturgia de Colcultura en 1995, el montaje está dividido en seis escenas, todas con un humor negro que surge como el elemento predominante de la historia. Marcela y Ernesto Benjumea, Katherine Vélez, Pilar Alvarez, Julio César Herrera y Víctor Trespalacios personifican a seis desempleados que se encuentran tras acudir a un aviso clasificado del periódico. Aunque el espectador jamás se entera del empleo al que aspiran, cada uno de ellos tiene muy claros los propósitos que se acomodan más a sus capacidades, como el tímido profesor de colegio, poco respetado por sus alumnos, que sueña con escribir un manual de ortografía, o la mujer que se cree la mejor restauradora por ser bilingüe. Pero también existen otra clase de solicitantes, como el sicorrígido que antes de afrontar la entrevista se aprende de memoria no sólo las respuestas a las posibles preguntas sino también el lugar donde guarda sus objetos personales, además de la página del artículo de la Newsweek que acaba de leer para descrestar a su interlocutor; la mujer que ha participado en todo tipo de cursos de capacitación, o la que es consciente de que su mala memoria la ha llevado a cometer graves errores, como confundir al señor Vargas con el doctor Vergas. Y otros más, como el hombre que alega ser independiente, seguro de sí mismo y que se siente orgulloso de medírsele a todo tipo de labores. Cada personaje se compara con los otros candidatos al cargo y todos guardan la esperanza de que el no al que están acostumbrados como respuesta esta vez sea reemplazado por un excelente puesto de trabajo. Se necesita gente con deseos de progresar estará en escena hasta el 12 de diciembre.