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PASEO EN LAS NUBES

La excelente novela 'Opio en las nubes' vuelve a la primera plana, gracias a un contemporáneo montaje basado en su texto original.

13 de noviembre de 1995

MUJERES DE nombres sicodélicos y calzoncitos rotos, gatos alcohólicos y parlanchines, hombres que empiezan a vivir después de ser electrocutados, parques regados de colillas y sangre, ciudades que huelen a orines y vodka, son las coordenadas del mundo poético y sensorial de Opio en las nubes. Esta novela, Premio Nacional 1992 sorprendió entonces por su originalidad y reveló a Rafael Chaparro como una promesa de las letras colombianas.
Ahora, a unos meses de la muerte de Chaparro, el joven dramaturgo Fabio Rubiano se midió al reto de adaptarla al teatro. A primera vista no parece obvio que una novela que no se caracteriza por líneas argumentales fuertes, que no tiene personajes definidos en el sentido tradicional y que se rige por asociaciòn es inconscientes e insinuaciones vagas, haya sido elegida para ser puesta en escena.
Opio en las nubes es una obra basada como ninguna en las palabras, que se riegan en un desprejuiciado caudal sin gramáticas, normas o valores. Como condenados a los que sólo les quedara el lenguaje, los personajes desarraigados de Opio no tienen más mundo que el que crean con su lenguaje compulsivo, lírico y violento. La ciudad en la que viven, los amores que sufren, las promesas de encuentros, sólo suceden gracias a sus construcciones discursivas. Y es esta riqueza verbal de la que se nutre la versión dramática de Rubiano.
Una ingeniosa escenografía vertical, con un carro colgado del techo, tonos oxidados, varas de hierro y varios niveles establece una espacialidad con un polo arriba y otro abajo, que organiza el universo de estos héroes maltrechos. La matriz es la altura y el infierno de la vida es el piso. Del cielo desciende 'Amarilla', con sus inútiles cabellos rubios, sus medias veladas rotas y su risa huérfana para abrir la obra. Esas alturas vomitan a 'Sven', el trágico apostador de caballos que ama a 'Amarilla' aunque incendie su cama. De arriba llega la striptisera barlem con sus senos como única esperánza para el electrocutado Gary Gilmour, un bandido tomado de la vida real y dedicado a alimentar palomas. Por los techos se descuelga el gato Pink Tomate con su filosofía de bolsillo recorriendo todos los niveles de este purgatorio urbano hasta llegar al prosaico suelo donde hay manicomios para estos locos o cárceles con árboles africanos.
Si el etéreo espacio de la novela se resuelve con estos recursos, el argumento toma la solución de múltiples historias esbozadas donde se rozan unos personajes condenados a la incomunicación y que no tienen entre sí una necesaria relación lógica. Gracias a estos procesos y a una inteligente dramaturgia, Rubiano ha logrado darle forma a una obra que tiene coherencia interna, que no maltrata el excelente texto original en una creación que se acerca como pocos estrenos del año a la sensibilidad contemporánea.



VUELVE LA CANDELARIA
Hasta diciembre se extiende la temporada de los más importantes montajes de este tradicional grupo teatral.

EL GRUPO LA Candelaria presenta durante los últimos meses de este año algunos de sus montajes más significativos. Esta es la programación:

FEMINA LUDENS (HASTA EL 28 DE OCTUBRE):
Esta es una obra escrita por mujeres sobre mujeres. En ella cinco personajes femeninos reinventan el mundo que les ha tocado vivir con sus violencias cotidianas, sus sacrificios, sus amores y sus simulacros. La soledad, la frustración, el desamparo y la incomunicación son los protagonistas de esta danza de actrices, que a pesar de no mencionarlo ni mostrarlo, alude al mundo complementario del hombre.

EL PASO (1 AL 18 DE NOVIEMBRE):
Esta obra ha sido considerada por muchos como uno de los mejores montajes de la historia de La Candelaria. En una olvidada taberna, situada en un cruce de caminos, convive una serie de personajes sin esperanza. En medio de un torrencial aguacero, llegan varios extraños y sin que nadie lo haya planeado la violencia estalla...

TRAFICO PESADO (22 DE NOVIEMBRE AL 9 DE DICIEMBRE):
Cierra la temporada del año la misma obra que la inició. Se trata de un montaje escrito y dirigido por Fernando Peñuela, en el que el protagonista es la ciudad. Tres fragmentos de paranoia, soledad y absurdo, dan un retrato desesperanzado del hombre contemporáneo.