Home

Cultura

Artículo

PINTOR ANIMICO

En la Sala Suramericana de Medellín, un joven artista antioqueño, en rápido ascenso, explora el 'dolor contenido'.

12 de septiembre de 1994

CON 1.94 DE EStatura, la primera variación es su figura. Desde esas alturas -y él lo confiesa- "la realidad se ve de otra manera".. También su propia experiencia humana parece desembocar en río revuelto. De las mansas aguas de su vida familiar, la corriente le arrebató, intempestiva y separadamente, a tres hermanos y al padre, sin explicación alguna. Son momentos que a él le hacen pensar -y decir- que " Todo parece bien, y no está", como justamente anuncia el título de uno de sus cuadros.
Formado académicamente en bellas artes -Estados Unidos y Europa-, y espiritualmente en el hinduismo y la sapiencia china, su obra es un continuo indagar por claves metafóricas que le ayudan a entender por qué -en medio de la tragedia humana- uno persiste en el solaz de "poner las cosas bonitas", casi siempre más de lo que son.
Jorge Julián Aristizábal (1962) es un hombre centrado, reflexivo, estudioso, y muy distante del pintor negro. Su formación intelectual, sin duda, le ha permitido descubrir -como paliativo- un ilimitado paisaje de sentimientos. Y lo hace sin destruir el dogma y la disciplina de la buena pintura.
"Estos paisajes anímicos son situaciones de conflicto donde el amor y la muerte, la violencia y la vida, se debaten en un gran juego insistente", a juicio de Miguel González, curador de La Tertulia, en Cali. En verdad, la crítica coincide en poner a Aristizábal en primera línea de la nueva plástica nacional, porque, en palabras del crítico bogotano José Hernán Aguilar, Aristizábal maneja un surrealismo controlado, "que rechaza el horror de la pesadilla y acoge el exquisito esteticismo del soñar (¿o el sufrir?) despierto". Testimonio de su obra se aprecia actualmente en Bogotá, en la muestra Lejos del equilibrio, de la Galería Sextante. En 1995 presentará una exposición individual en la Garcés Velásquez y participará, en Londres,,en un colectivo sobre al arte posmodernista colombiano, junto con Carlos Rojas, Beatriz González, Víctor Laignelet y Juan Camilo Uribe.
Con gesto de asceta medieval y marcado acento paisa, define su trabajo como un esfuerzo por mostrar que, no obstante ser la vida compleja y absurda, "a mí me gusta disfrazar ese dolor". Aunque -y ahí está su habilidad- el disfraz no sirva de nada. -