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POEMAS PINTADOS

Patricia Durán exhibe una muestra de su obra en el Planetario Distrital

28 de septiembre de 1987

Es posible pintar un poema? Dieciocho cuadros de Patricia Durán en la galería del Planetario Distrital tienen la respuesta.
A Patricia Durán, artista bogotana que ha vivido la mitad de su vida en el exterior (México, París, Nueva York), se la conocía entre nosotros más como ilustradora de libros infantiles que como pintora. Y sólo algunos de sus lectores clandestinos la conocían como poeta. Un día, a finales del años pasado, cansada de ganarse duramente la vida dibujando ilustraciones y murales por encargo, alquiló una pequeña casa blanca en las cercanías de Suesca, en plena sabana de Bogotá y se encerró solitaria a dibujar palabras. Nirma Zárate hizo a mano especialmente para ella un papel corrugado que le daría la posibilidad de trabajar con una textura irregular y burda, como la piel de la tierra. Con dificultad consiguió las acuarelas, el "médium" y el acrílico, necesarios para iluminar sus reflexiones sobre la lluvia. Los demás ingredientes se desplegaban con lujuria frente a sus ojos: el susurro de la hierba, el horizonte grave, las batientes arboledas, el agua y el paisaje memoriosos.
Por años la había atormentado una imagen. La imagen de la imagen. Estaba segura de que antes de la palabra, en los antecedentes de la expresión, existía sigilosamente la imagen. De manera que en el principio no había sido el verbo, sino que el verbo era ya una reverberación. Algún día había escrito lo siguiente sobre la poética: "De la concepción del verbo a la palabra viva, clarea el mayor misterio".
El encierro de ocho meses en la casita del campo tuvo como aliada a la luna. Pero no esa luna tacaña que muy de vez en cuando se atreve a salir en la ciudad, sino esa diosa blanca preñada de luz de misterio, que adoraban los muiscas desde las altas rocas de pájaros de los contornos de Suesca. Ceremonias lunares fueron celebradas en la morada nocturna de la artista, que no podía alejar de sus sueños ni de sus presagios aquel tormento de la imagen.
Así, entre cadáveres mugrosos de cigarrillos y pocillos fríos de café a medio tomar, fueron surgiendo como sueños tangibles o como palabras que sueñan, dieciocho poemas pintados que se están exhibiendo hasta el 6 de septiembre en la Galería Santa Fe del Planetario Distrital. Una frase de la artista, colocada a la entrada de la exposición, da cuenta de un hallazgo: "Antes que el pensamiento está la imagen, la poesía está en el acto, no es fruto del espíritu, es la manifestación del alma".
MATERIA PRIMA: LAS PALABRAS
En los cuadros de Patricia Durán hace presencia la naturaleza: los sauces, los helechos, la hierba, las montañas, el agua. También aparecen los sueños, las ensoñaciones, la nostalgia. Pero la materia prima es la palabra. La escritura forma la trama y la urdimbre. Una máquina del tiempo podría descomponer las infinitas capas de letras superpuestas con que la artista moldeó amorosamente las siluetas difusas sobre el papel corrugado.
Por la asistencia de la luna, originalmente la muestra se iba a llamar "Selenografías". Finalmente, el imperio de la escritura determinó que el nombre fuera "Grafismos". Bajo este mismo nombre, y en la sala contigua de la misma galería, otro ilustrador, Alexis Forero, "Alekos", compañero de búsquedas y oficio de Patricia Durán, está exhibiendo, según sus palabras, "antes que una exposición, un ambiente artístico que llama al público a participar". Se trata de logotipos habitables, vestidos de grandes paneles coloridos de papel, donde los niños grandes y pequeños se divierten como en una piñata o en una feria. Esta exposición lúdica, que se acompaña con presentaciones de tiplistas, poetas mimos y cantantes, tiene una característica insólita: ¡es desechable! Dura lo que dura un juego.
Los grafismo de Patricia Durán y de Alekos, muy distintos en su forma, son la celebración de la escritura. En él, a la manera de una fiesta de pueblo. En ella, en el azul, blanco y lila de una ceremonia lunar donde fluye el misterio de la poética, que según sus palabras estriba en "el doble enigma del sueno interior y de la vigilia ardiente"-
Arturo Guerrero