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Gautier Capuçon en el “Triple concierto” de Beethoven

MÚSICA

¡Póngale la firma!

La mejor pianista de los últimos tiempos en uno de sus escasos, y por eso memorables, conciertos. , 249584

Emilio Sanmiguel
19 de noviembre de 2011

A piano evening with Martha Argerich

Martha Argerich, piano

Renaud y Gautier Capuçon, violín & violonchelo

DVD · TDK · Tango

Donde esté el nombre de Martha Argerich (Buenos Aires, 1941) ¡póngale la firma!, pues se va a la segura. Porque ha sido la mejor pianista de los últimos cien años y una de las más grandes de la historia junto a Clara Wieck, la esposa de Schumann, y la venezolana Teresa Carreño.

Lo malo es que no hay muchas oportunidades para verla, sus cancelaciones a último momento son legendarias, se dice que el escenario la aterroriza y desde 1980 prácticamente no toca recitales y limita sus apariciones a conciertos con orquesta y música de cámara.

No menos legendario es su olfato para detectar el talento de jóvenes artistas e impulsar sus carreras, como el caso de los pianistas Ivo Pogorelich y Gabriela Montero.

Uno de los pocos escenarios que se jactan de contarla frecuentemente en su programación es el Festival de La Roque d'Anthéron en la Costa Azul francesa. En este concierto de 2005 actúa con dos de sus protegidos, los hermanos Capuçon: Renaud, el mayor, que es violinista, y Gautier, el violonchelista, acompañados de la Sinfónica de Flandes y con dirección de Alexandre Rabinovitch-Barakovsky.

Lo que llama la atención aquí es el tono camerístico de la interpretación y el programa mismo, que abre con la Sinfonía clásica y sigue con el Concierto n.° 1 para piano y orquesta, de Serguéi Prokófiev; en el concierto, Argerich pone en evidencia que, efectivamente Prokófiev es el "cubista" de la música y máximo maestro del piano percutido.

Saltan al pasado con la Sonata n.º 1 para violín y piano, de Robert Schumann, en un despliegue de asombroso virtuosismo y fortaleza: el movimiento final es sencillamente glorioso.

Y cierran con el Triple concierto, de Beethoven, una obra relativamente menor dentro de la obra beethoveniana, pero que en manos de Argerich y los hermanos Capuçon se engrandece a niveles inverosímiles, entre otras cosas, por la evidente hondura de comunicación del trío de solistas.