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POR PARTIDA DOBLE

Riccardo Muti se consolida como uno de los directores más prestigiosos del siglo.

17 de agosto de 1992


DOCE AÑOS EStuvo Riccardo Muti al frente de la dirección titular de la Orquesta de Filadelfia, hoy por hoy la más importante agrupación sinfónica de Estados Unidos. Enfrentó un reto difícil: suceder a la leyenda, Eugene Ormandy. Pero Muti lo consiguió.
Pocos músicos reciben dos despedidas de tal magnitud. La primera fue en la "casa" de la Orquesta, Filadelfia, con un concierto en The Academy of Music. La lista de estrellas invitadas estuvo encabezada por el tenor italiano Luciano Pavarotti, la violinista coreana Chung Wa Chun, Frederica von Stade, Carol Vaness y Samuel Ramey. Muti recibió una gran ovación cuando abrió la gala con la Obertura de la opera "Nabucco", de Giuseppi Verdi. E] programa estuvo conformada por la "Romanza para violín" de Dvorak y trozos de ópera género sobre el cual se ha cimentado la popularidad de] director napolitano de 51 años, que logró que el público "se concentrara más en la música que en el mismo", como escribió el New York Times.
Días después siguió la despedida de los neoyorquinos, en el Camegie Hall, auditorio considerado como "segunda casa" de la orquesta desde los tiempos de Arturo Toscanini. Alguna sorpresa causó el programa, no compuesto por obras de gran espectacularidad sino muy en su gusto personal: la "Sinfonía en Re" de Cherubini y el "Stabat Mater" de Rossini. Ovación de pie para quien logró, no sólo mantener el alto nivel de las huestes de Toscanini y Ormandy, sino revitalizar su presencia en el mercado discográfico internacional.
Muti regresa ahora a su cuartel lírico, en la dirección del Teatro alla Scala de Milán, una de las posiciones más envidiadas del mundo musical, y se consolida como uno de los más importantes directores del presente siglo.