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PRESENCIA MEXICANA

DOS EXPOSICIONES REVELAN COINCIDENCIAS Y DIFERENCIAS ENTRE EL ARTE DE COLOMBIA Y MEXICO.

27 de mayo de 1996

Un grupo bastante grande de artistas mexicanos expone simultáneamente en la Biblioteca Luis-Angel Arango y en la galería El Museo. Algunos artistas participan en ambas muestras, pero mientras la exposición de la galería representa un recorrido por el arte contemporáneo de ese país, incluida la obra de artistas consagrados, la exposición de la Biblioteca se concentra en el arte de los jóvenes y lo presenta en compañía de trabajos de artistas colombianos de la misma generación, conformando, una especie de diálogo cultural oportuno y aleccionador. Las obras de los artistas representados en ambas exposiciones se complementan permitiendo una visión más amplia sobre sus objetivos. Tal es el caso de las sugestivas instalaciones de Yolanda Gutiérrez, quien utiliza huesos de animales y ceniza, y de Taca (Francisco Fernández), las cuales sugieren rutas y recorridos ancestrales. Se encuentran también en ambas salas los imaginativos autorretratos en diversos medios de Mónica Castillo y las pinturas de Néstor Quiñones, veladas, misteriosas y desarrolladas en dos superficies yuxtapuestas. En la exposición de la galería llaman especialmente la atención las esculturas de Laura Anderson, de elegante imponencia a pesar de estar realizadas mediante el ensamblaje de objetos insignificantes, y los autorretratos de Aurora Boreal enmarcados con elementos kistch, reveladores de un desbordante ingenio. Entre las obras que solo se presentan en la Biblioteca se encuentran asimismo algunas de gran impacto como el abultado vientre de Yolanda Paulsen con movimientos que remiten a la maternidad, el 'Paisaje con Monjas Coronadas', poética instalación de Betsabé Romero, y el premonitorio y sobrecogedor video de Humberto del Olmo. La exposición de la Biblioteca fue organizada en compañía del Museo del Chopo de la capital mexicana y se titula con la bella frase de Vasconcelos "Por mi raza hablará el espíritu". La muestra incita a comparar las obras mencionadas con las de los artistas colombianos que las acompañan, entre las que también se cuentan algunas piezas memorables como las pinturas de Delcy Morelos, Rodrigo Facundo y Rafael Ortiz, las instalaciones de Nadín Ospina, Carlos Uribe, Pablo Van Wong y Miguel Angel Rojas, el video de José Alejandro Restrepo y el performance de María Teresa Hincapié. De esta comparación resulta claro que tanto los jóvenes artistas mexicanos como los colombianos han adoptado una actitud posmoderna en cuanto a la indiferencia por el estilo, la inclinación por las apropiaciones y la libertad en la escogencia de sus temas, generalmente extraartísticos, así como de sus materiales, por lo regular no convencionales. También resulta claro, sin embargo, que mientras los artistas mexicanos dan por sentada su identidad cultural, los artistas colombianos persisten en reafirmaciones sobre las circunstancias y peculiaridades nacionales. Igualmente, como bien lo anotan las curadoras de la muestra (Rosalba Garza y Paloma Porraz), la actitud de los colombianos es más crítica ante la sociedad, mientras que la de los mexicanos es más heterogénea y cosmopolita. Sería importante que se realizaran muestras más frecuentes que permitan ubicar en un contexto contemporáneo e internacional las expresiones de los artistas del país.