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Cartel de la exposición. | Foto: Archivo particular

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Arte contemporáneo colombiano en Harvard: entre verdades y mentiras

La exposición estará abierta al público hasta marzo de 2016 en el Centro David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos de la universidad.

4 de noviembre de 2015

Realidades prostéticas: verdades falsas y mentiras verdaderas en el arte colombiano contemporáneo reúne la obra de varios artistas colombianos contemporáneos que muestran, a través del arte, la artificialidad de los procesos de creación de realidades. A pesar de que el contenido de las obras es ficcional, todas gozaron en algún momento, gracias a la opinión pública, de un estatus de verdad. La muestra ya está abierta al público, y lo estará hasta el 1 de marzo del próximo año en el Centro David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos (DRCLAS, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Harvard.

Los artistas que exponen en esta muestra son Simón Hosie, Luis Ospina y Carlos Mayolo; Lucas Ospina, Pedro Manrique Figueroa, David Ayala-Alfonso, Juliana Escobar y William Gutiérrez; Camilo Cáceres, Juan Pablo Castiblanco, Paola Díaz y Fernanda Malaver.

De Simón Hosie se expone Carta de vida de una lavandera, una obra que causó polémica en 2009 y suscitó todo un debate sobre la mentira en el arte y la intervención artística. Luego de que Beatriz González invitara a los lectores de El Tiempo a que intervinieran Ondas de rancho grande, su obra basada en una fotografía de la líder Yolanda Izquierdo, le llegó una carta misteriosa. La carta estaba escrita por una mujer humilde que se dirigía a la artista, una lavandera que había enmarcado la obra de González y le atribuía milagros. La artista, quien decidió basarse en la carta para su siguiente exposición en Alonso Garcés Galería -que se tituló Carta furtiva-, buscó a la autora a través de La W y por medio de un nuevo anuncio en El Tiempo. Entonces explotó la noticia de que el verdadero autor de la carta era Simón Hosie, un arquitecto que instaló en la Plaza de Bolívar la casa de su personaje ficticio

También está expuesta una obra de Pedro Manrique Figueroa, el protagonista de Un tigre de papel, de Luis Ospina, que muchos consideran un falso documental. Aunque el largometraje sí juega con el documental y la ficción como géneros cinematográficos, muchos aseguran que Manrique Figueroa es un artista real, el precursor del collage en Colombia, supuestamente ligado a actividades ilícitas en Estados Unidos y, por ello, desaparecido desde 1981. Lo que se expone es uno de sus collages auténtico, un busto hueco del dictador Francisco Franco que utilizaría para enviar cocaína a Estados Unidos y un afiche que apareció en Cali durante el Salón Nacional de Artistas en 2008, publicado por un grupo que lo busca alegando su inocencia. El acceso a la obra de Manrique, dicen los curadores, se dio a través de un coleccionista y curador de su obra que “prefiere permanecer anónimo”.

La exposición incluye además Agarrando pueblo, el famoso falso documental de Luis Ospina y Carlos Mayolo, no solo por tratarse de una mentira verdadera en cierto sentido, sino porque los temas sociales que toca la cinta son afines a los estudios que realiza el Centro de Estudios Latinoamericanos.

De Lucas Ospina –artista, crítico, profesor y curador colombiano– se expone la carta Comunicado Arte Libre S-11 (2009) y lo acompaña un video que resume el seguimiento mediático que tuvo el robo del grabado de Goya en Bogotá durante la inauguración en la Fundación Gilberto Alzáte Avendaño. La carta del Comunicado Arte Libre S-11 es una réplica adaptaba del comunicado que envió el M-19 luego de robar la espada de Bolívar.

Hablamos con Juan Pablo Castiblanco, que hace parte de uno de los grupos de jóvenes artistas, y esto fue lo que nos contó sobre su trabajo: “En 2010, Camilo Cáceres, Fernanda Malaver, Paola Díaz y yo, presentamos como tesis un proyecto llamado Campaña mundial contra la Leteomasis, apoyado en un falso documental que hablaba de una enfermedad viral que producía pérdida de memoria a corto plazo, hiperexcitación, movimiento involuntario del cuerpo. Esta enfermedad falsa, Leteomasis, no era más que una metáfora de lo que pasa cuando los espectadores asumen como única la verdad de los noticieros. A través de una página web, intervenciones urbanas, inserciones en clases de universidades donde simulábamos ser un instituto de salud, distribuimos la información. La idea era usar los mismos métodos que usan los noticieros para imponer su construcción de verdad, para vender nuestra verdad. El objetivo era que el público reflexionara sobre los mecanismos con los que se construye verdad”. En Harvard se expone el primer documental del proyecto.
 
La curaduría de la muestra, a cargo de Catalina Acosta Carrizosa y Jerónimo Duarte Riascos, de De cabeza curaduría, se centra en los vínculos entre arte y mentira y su historia. “Las prácticas artísticas se han entendido como espacios donde los individuos tienen una suerte de licencia para mentir. Haciendo uso de esta licencia, el arte ha demostrado, una y otra vez, que la realidad es discursiva, que los discursos son contingentes y que también lo son los efectos que producen en el mundo y sus habitantes. Esta exposición incluye obras de artistas colombianos contemporáneos que han usado (y abusado) de esta licencia para mentir. Son artistas que han creado realidades, mediante la creación de redes y conexiones en cuyo núcleo hay un acto de ficción. Todas las obras que hacen parte de Realidades prostéticas alcanzaron, en algún punto, estatus de verdad. Agrupar estas piezas en una exhibición es una manera de evidenciar, a través del arte, la artificialidad de los procesos de creación de verdades. Los objetos que componen esta muestra son paradójicos; su documentación, sesgada y fragmentaria; su recepción, por lo general, contradictoria”, dicen Acosta y Duarte, que contaron con la participación del curador europeo Peter Ahre. “Paisajes distantes lecturas cercanas de Ahre”, dice Duarte, “reúne una serie de fotografías y un texto curatorial que reflexionan sobre la creación de valor en el arte contemporáneo, la atención desmedida al nombre propio y las arbitrariedades presentes en la construcción de la historia”.

Esta exposición, posibles conferencias sobre arte colombiano de la asociación de estudiantes de Harvard y MIT que se realizarían a principios del próximo año y la exposición de Doris Salcedo en el Harvard Art Museum a finales de 2016, que será distinta a las retrospectivas que se han hecho recientemente en Chicago y Nueva York, demuestran una vez más que el arte colombiano va por buen camino en el ámbito internacional. “Es de gran importancia que nos hayan permitido presentar esta muestra de arte colombiano contemporáneo”, dice Acosta, “con obras que no necesariamente se insertan dentro de los canales principales de circulación de arte en Colombia”.