¿ PRINCIPE DE LAS TINIEBLAS ?
La leyenda negra en torno a Maquiavelo borró su invocación a la virtud
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"El príncipe de Maquiavelo 450 años después".. Fondo de cultura económica, 1984, Federico Chabod
Ningún pensador ha invocado con mayor insistencia el auxilio de la virtud y la fortuna como Nicolás Maquiavelo y ninguno ha aparecido ante la faz de sus detractores y propios seguidores con menor virtud y fortuna.
Lo maquiavélico ha llegado a ser sinónimo entre nosotros de perversión y malevolencia, de sinuosidad e inescrupulosidad. Maquiavelo es visto como un "Príncipe de las tinieblas", imaginado en la memoria como la reencarnación moderna del propio demonio, tentador y astuto en sus consejos; engañoso y falaz en sus propósitos.
Lejos de esa mezquina leyenda Maquiavelo era en su figura y en su obra alguien bien distinto. De estatura media, figura delgada, con ojos brillantes, cabello oscuro, cabeza más bien pequeña, nariz ligeramente aquilina, labios apretados, todo en él indicaba perspicacia y aguda inteligencia que combinaba a la vez la fina sutileza de observador y la aguda y mordaz sagacidad del cálculo racional.
Nicolás Maquiavelo nació en Florencia el 3 de mayo de 1949. Hijo de un acomodado abogado perteneciente a una rancia familia toscana y de una culta mujer de tempranas aficiones literarias, Nicolás Maquiavelo se convirtió rápidamente en el individuo más influyente de su familia tanto por sus adquisiciones como por sus dotes naturales.
Su biografía parece realmente no empezar hasta que cumple los veinticinco años. En 1494 se implantó la República de Florencia, tras la expulsión de los Medicis y Nicolás Maquiavelo entró a su servicio con cargos de poca importancia. Por mera coincidencia, al poco tiempo de haber sido arrojadas al aire las cenizas de Savonarola, el "profeta desarmado"
Maquiavelo hizo su entrada en el servicio de la cancillería, es decir, del gobierno de los Diez de la Libertad y la paz, organismo del cual fue secretario; de verdad Maquiavelo nunca pudo habituarse a ver su patria gobernada por un fraile. Al llegar a este puesto de modesta significación en el engranaje político florentino se valió sin embargo el recién llegado secretario de cancillería para acceder al contacto directo con los asuntos políticas de su tiempo y conocer de frente a los protagonistas y antagonistas de los complejos destinos de su patria; ellos serían sus modelos principescos y César Borgia y Catalina Sforza también serían sus anfitriones y émulos en el arte diplomático.
Durante los quince años que sirvió a la Signoria fue enviado en su representación ante el emperador de los romanos, dos veces ante la corte pontificia, tres a la de Francia, una a Catalina Sforza y dos ante César Borgia.
Frente a Borgia, su adversario y a la vez confidente político, Maquiavelo experimentará al político de su tiempo por excelencia y"la imagen de este hombre, de ojos ardientes y tristes, haría de él el prototipo del superhombre en política". César Borgia contrariamente al "profeta desarmado" de Savonarola no despertará su sonrisa burlona sino que provocará el sueño del Príncipe que Maquiavelo busca para su patria. Junto al Valentino surge el pensamiento de toda su vida: crear un Estado independiente de la moral. Borgia y el audaz Papa Julio 11 inspirarán al secretario florentino el personaje vivo del "Príncipe". El Condotiero y el Papa soldado encarnarían al profeta armado en vivo, capaz de unir a Italia dividida en luchas intestinas y envuelta en mil conflictos que ya la convertían en un verdadero mosaíco.
Al regresar los Medicis a Florencia en septiembre de 1512 tras la derrota de los franceses, Maquiavelo fue desalojado de su cargo, acusado de participar en intrigas contra los Medicis.
Por tal acusación de haber entrado en una conspiración contra los Medicis, sufrió cárcel y tormento. Allí empezó de verdad su carrera literaria. En las mazmorras se dio a escribir hasta cuando se reconoció su inocencia pero sin ser reintegrado a su cargo. Desesperado de sus esperanzas Maquiavelo se retiró con su mujer y sus hijos a la villa de Albergaccio, en Casciano, a corta distancia de Florencia. Allí en la soledad de su estudio interroga a los grandes hombres del pasado, y les pide cuenta de sus acciones y en su diálogo con ellos obtiene cumplida respuesta para las dudas que lo atormentan.
Los "Discursos de Tito Livio" y el "Príncipe" fueron concebidos aquí casi simultáneamente, habiendo terminado la redacción de el Príncipe en menos de seis meses acosado por las condiciones de su patria envuelta en mil tumultos.
EL PRINCIPE Y LOS DISCURSOS
Los "Discursos" y el "Príncipe" están vinculados algo más que por la cercanía de su redacción: los discursos sirven de marco general al "Príncipe" y el "Príncipe" complementa los "Discursos". Si en los "Discursos" el pueblo aparecía como el protagonista de la vida política, en el "Principe" predomina la acción de los grandes individuos. Los "Discursos" están inspirados en la estabilidad de los tiempos republicanos y su modelo romano sirve para demostrar las formas de canalización del conflicto a través de las leyes y las armas.
Este modelo de Roma también sirve a Maquiavelo para poner de presente su gran descubrimiento y éste es el que la lucha puede ser causa de grandeza y libertad con tal de que exista una virtud capaz de organizar de una forma racional la energía vital que de estas luchas se engendra.
Maquiavelo no comparte el terror de las personas de bien por las agitaciones y tumultos callejeros, "cosas que espantan más que todo a quien las lee". Es el conflicto y la lucha el primer principio de la realidad. Sobre la contradicción se construye toda la política y todo el orden estable ha de partir de este dato permanente conflictual. El orden y el desorden siempre marchan juntos y no se trata de suprimir de cuajo esos humores o energías inestables, sino de encauzarlos "con el fin de no apagarlos sino de ordenar, en forma racional, su libre y vital poder". La palabra stato es desde el Renacimiento sinónimo de situación estable. El Estado, pues, es un orden pero dentro del desorden: regula los conflictos pero no los suprime. Asume el cáracter contradictorio de los deseos e intereses humanos siempre cambiante e insatisfecho. El Estado crea unas reglas de juego estables para arbitrar los ciclos del devenir de los hombres. Por tanto es la razón de Estado el sujeto racional que encauza el obrar de la sociedad civil. Todas las virtudes ciudadanas se derivan de esta virtud superior.
Maquiavelo saca las consecuencias de su creación, él no es un inmoral sino que deriva la moral de la política y no viceversa. Tanto la virtud de los ciudadanos, como la virtud superior del legislador, tienen un sentido tanto político como moral. Se conquista el poder para conquistar la libertad.
El Estado creado por un acto de fuerza sólo se sostiene por el consenso del libre vivir. Todo esto pensó y escribió en el exilio al servicio de los Medicis que lo han hecho y deshecho.
Ciro Roldán Jaramillo
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