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QUE FALLA

Se cumplen 50 años de la muerte del compositor español más importante del siglo.

9 de diciembre de 1996

Que don Manuel de Falla es el compositor español más importante del siglo XX es asunto que no se discute. Es difícil encontrar otra figura que haya conseguido, como él, conjugar a la perfección la música culta con la popular. Para él era cosa natural, pues la tradición andaluza le llegó de una de las fuentes más puras posibles: los cantos de la 'Morrilla', su nodriza de ancestro moro. Con la música clásica se encontró, niño, en las audiciones de Las siete palabras de Cristo, la obra que la catedral de Cádiz, su ciudad natal, encargó a Franz Joseph Haydn en la segunda mitad del siglo XVIII. Falla refinó su talento en el París de los impresionistas, cuando trabajaban allí Ravel y Debussy, y sus ilustres compatriotas, Albeniz y Granados. Su obra, por lo tanto, está íntimamente ligada a la tradición hispana. Aunque ciertas de sus composiciones logran un indiscutible cosmopolitismo, como El sombrero de tres picos, un encargo de los ballets rusos de Diaghilev, otras parecen reservar secretos apenas descifrables al alma latina. No en vano son pocos los pianistas que enfrentan las Noches en los jardines de España, por lo difícil que resulta lograr la atmósfera de nostalgia que inunda la partitura. Esto para no mencionar que las Siete canciones populares o el archipopular Amor brujo, que sencillamente están vedados a los cantantes no hispanoparlantes. Lo propio se aplica al temible Concierto para clavicémbalo. Sin embargo Manuel de Falla, cuya muerte ocurrió en Córdoba, Argentina, el 14 de noviembre de 1946, es uno de los compositores más apreciados en el mundo entero. Tanto que para la conmemoración de este cincuentenario de su muerte, Tokio, Nueva York, Madrid, París, Barcelona y Buenos Aires se declararon 'Capitales Falla', para a lo largo del año programar toda su obra con sus más autorizados intérpretes. Dos de ellos son colombianos: el maestro Rafael Puyana, que domina a fondo los secretos del Concierto de clavecín, y la mezzosoprano Marta Senn, una de las pocas intérpretes que hay en el mundo de la versión original del Amor brujo en su forma de gitanería. Tanto Puyana como Senn han hecho grabaciones con reconocimiento en el mundo entero. A pesar de todo, por increíble que pareza, cuando el mundo se entrega esta semana a homenajes en memoria de Falla, en Colombia el hecho pasa casi completamente inadvertido. La Sinfónica de Colombia programó una noche con su música el pasado mes de octubre para la instalación del Consejo Iberoamericano de Música. La Filarmónica de Bogotá incluirá en el programa del 23 de noviembre el Concerto de clave, y en la Luis-Angel Arango tampoco ha pasado mucho. Más que un auténtico homenaje, la programación, simplemente, lo pasó por alto. ¡Qué falla!