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REGRESO CON GLORIA

DEPSUES DE HABERLE GANADO LA BATALLA A LA MUERTE, JOSE CARRERAS VUELVE A COLOMBIA A CELEBRAR UN CONCIERTO HISTORICO EN EL CAMPIN.

18 de marzo de 1996

En 1985, ya en la cima de su fama, José Carreras vino a Colombia para dos recitales en Cartagena. Fue faena de romanos medio llenar el auditorio Getsemaní del Centro de Convenciones. La primera noche se abrieron las puertas para los asistentes al baile de la Cruz Roja, y en la segunda hubo entrada libre; esa tarde camiones con perifoneo anunciaban la presentación. El tenor pareció no molestarse; en la rueda de prensa que previamente ofreció en Bogotá observó que el asunto era tan sencillo como decir que si para Cartagena era un desconocido, su paso por Bogotá había causado revuelo. "Me gustaría regresar a Colombia para cantar en unas circunstancias más normales", declaró entonces. Regresa a Colombia, 11 años más tarde. Solo que también en circunstancias 'anormales', pues en lugar de un par de funciones de ópera en el teatro Colón, que apenas da cabida a menos de 1.000 espectadores, cantará el jueves ante 30.000, al lado de Paloma San Basilio, en una especie de demostración de que no existen límites ni fronteras en el mundo de la música; y él mismo se precia de ser abierto en este campo, en Cartagena, hablando al respecto, declaró: "en el fondo me fascina., quizá más, en cuanto a lo musical". El jueves, José Carreras pisa el escenario de El Campín cuando ha dado la más difícil lucha que un ser humano puede librar, la batalla por su propia vida. Y esto no puede olímpicamente ser pasado por alto. La gloria y el dolor A Carreras la vida le sonreía: hizo su debut en Barcelona con apenas 11 años en la parte de Trujamán del Retablo de Maese Pedro de Manuel de Falla. Luego hizo de lado los estudios de química para convertirse en el protegido de su mentora Montserrat Caballé, quien en cosa de un año lo convirtió en estrella del Liceu de Barcelona al escogerlo para cantar con ella Lucrezia Borgia de Donizetti. En cosa de meses se convirtió en uno de los cantantes más solicitados por las casas disqueras y los grandes teatros: en 1971 conquistó el Covent Garden de Londres, al año siguiente Nueva York. El 75 fue para la Scala de Milán, al año siguiente la invitación personal de von Karajan, entonces el más prestigioso director del mundo, y Carreras se convirtió en el tenor estrella del exclusivo Festival de Salzburgo. Leonard Bernstein lo exigió para que protagonizara West Side Story cuando tomó la decisión de grabar su propia obra. Zeffirelli lo pidió para protagonizar su película sobre La Traviata de Verdi, pero Carreras no tuvo entonces espacio en su agenda de compromisos. En el 87, el director italiano Luigi Comencini inició en París el rodaje de su película sobre La Bohemia de Puccini. Carreras empezó a sentirse mal, la cosas comenzaron a complicarse y finalmente el Instituto Pasteur dictaminó una leucemia linfoblástica. A partir de ese momento su vida se convirtió en un infierno de sesiones de quimioterapia. El viacrucis terminó en el Hospital Hutchinson de Seattle en Estados Unidos. Allí se le practicó un autotrasplante de medula osea. Los partes médicos fueron alentadores y la operación un éxito. En marzo de 1988 regresó al Liceu de Barcelona para una función de Fedora de Giordano. Su ingreso al teatro fue manejado con discreción. Plácido Domingo y Renata Scotto, protagonistas de la noche, lo obligaron a aparecer en el escenario en el intermedio, Carreras lucía agotado y demacrado pero el público le dio una ovación delirante. El 21 de julio de ese mismo año regresó al canto con un recital bajo el Arco del Triunfo de Barcelona ante más de 150.000 espectadores. Dos meses más tarde fue a Italia para cerrar la Gran notte de Veronna, un concierto para recaudar fondos para su fundación de lucha contra la leucemia. El Carreras de hoy Mucho se ha especulado alrededor del José Carreras de hoy. Para algunos críticos la voz perdió algo del terciopelo y de la calidad que por derecho propio la situó al lado de la de sus supuestos rivales, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti. Hay quien defiende lo contrario, pero todos coinciden en un hecho: su arte conserva la pasión y la entrega que hizo que siempre su canto se comparara con el de Giuseppe Di Stefano. La verdad es que luego de los conciertos de Plácido Domingo y Luciano Pavarotti en El Campín, el turno por derecho propio le corresponde al tenor catalán. Nadie quiere pasar por alto que la coorganización del concierto haya estado a cargo de la directora de la Fundación Camarín del Carmen, Gloria Zea, quien atraviesa por uno de los momentos más complicados de su vida. Por ello algunos ven en el retorno de Carreras una especie de 'regreso con Gloria.