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ROMANCE PELIGROSO

Buena narración para una historia débil en esta película del director de 'Sexo, mentiras y video'.

14 de diciembre de 1998

Director: Steven Soderbergh Protagonistas: George Clooney, Jennifer López, Ving Rhames, Don Cheadle, Dennis Farina, Albert Brooks El novelista Elmore Leonard y el guionista Scott Frank hicieron de El nombre del juego una de las películas más divertidas que se hayan producido en los últimos años sobre el intrigante y controvertido mundo de Hollywood. Ahora la misma pareja ha vuelto a escena con romance peligroso (Out of Sight), una delirante aventura policíaca llevada de la mano del director Steven Soderbergh, con George Clooney y Jennifer López como protagonistas. La película narra la historia de un asaltante de bancos (Clooney) y una agente federal (López) que se enamoran durante la fuga de prisión del bandido. El romance no puede ser más insólito. Ella asiste por accidente a la fuga y él debe tomarla como rehén. Se conocen entre el baúl de un carro y, por esas casualidades del amor y del destino, ella comienza a dudar de su deber en favor del caballeroso y atractivo malhechor. Construida a partir de sucesivos saltos en el tiempo, con un humor corrosivo y personajes de antología, Romance peligroso deja lucir la técnica depurada del director, quien lejos de conformarse con contar la historia tal y como viene la llena de recursos atractivos y sugerentes que van llamando la atención del espectador. Sin embargo, a pesar del esfuerzo de Soderbergh, el relato no termina de cuajar. Es más bien monótono y aparte del curioso flechazo entre el bandido y la cautiva no tiene mucho que agregar. En otras palabras, si no fuera por las mañas que se da el realizador para distraer al público la película no pasaría de ser un flojo romance policíaco. La cinta ha sido vendida como un filme de acción y este puede ser el principal motivo de que el público salga despistado. Apartada de las escenas espectaculares y los disparos a granel, la película se transa por una historia más argumentativa. Y es ahí donde ni el propio Soderbergh puede intervenir, pues no hay argumentos suficientes para sostener ese curioso romance hasta el final sin que el tedio se apodere de la sala.