SCARFACE

"Caracortada", una visión dinámica y sensacionalista del capo contemporáneo.

18 de junio de 1984

Cuando en mayo de 1980 Fidel Castro abrió el puerto de Mariel para permitir que algunos cubanos salieran de la isla, 125.000 "marielitos" -apodo con el que fueron bautizados en EEUU-, llegaron a la Florida con el propósito de abrirse camino por los senderos del famoso "sueño americano".
Pero no todos los cubanos que solicitaron asilo en EEUU eran personas trabajadoras y honestas. Según algunas versiones, camuflada entre los recién llegados estaba la escoria de las cárceles cubanas, criminales reincidentes de los que hábilmente Fidel Castro había logrado librarse para encartar en cambio a los EEUU: delincuentes sin remedio que también veían a América como una tierra de oportunidades, pero no para abrirse camino con un trabajo honesto y una existencia digna, sino para enriquecerse rápidamente trabajando en los bajos fondos y ascendiendo jerárquicamente en el mundo del hampa.
Quizás el más ambicioso de ellos era Antonio Montana. "Tony", como comenzaron a llamarlo en los EEUU, interpretó en su estilo muy personal el "sueño americano". Pronto se dio cuenta de que cantidades increíbles de dinero aguardaban a quien lograra establecer un adecuado canal de comunicación entre los grandes centros de producción de la droga en Suramérica y los grandes centros de consumo en EEUU. Solo se necesitaba un hombre lo suficientemente inteligente, despiadado y hambriento. Un hombre como Tony Montana.

AUGE Y DECADENCIA
Tony quedó deslumbrado al ver todo el oro que se paseaba por las calles de la ciudad, pero firmó su sentencia de muerte el día en el que se propuso poseerlo. Sin desperdiciar una sola de las oportunidades que le brindó la vida desde su llegada a EEUU en un barco bananero, decide iniciar su veloz ascenso hacia la cumbre del hampa cuando se da cuenta de que la alternativa es pasar el resto de su vida como ayudante de una destartalada cafetería en Miami. Pero jamás se dio cuenta de los riesgos que traía consigo su decisión hasta que casi es masacrado por traficantes colombianos -temidos como los más sangrientos del mundo- en un motelucho de la ciudad.
Tony se convertirá en verdugo del primero que le tiende la mano para invitarlo a ingresar al mercado de las drogas. Frank López, un conocido capo a cuyo servicio aprende el joven Montana los secretos del tráfico de estupefacientes, cometió dos errores que le costaron la vida: poseer la mujer que Tony deseaba, y estar sentado en la encumbrada silla que Tony ambicionaba ocupar. De manera que cuando López trata de eliminarlo -presintiendo que muy pronto su empleado se convertirá en su principal rival-, Montana aprovecha este pretexto de la traición de su patrón para asesinarlo, robarle a su mujer y ocupar su puesto en la cumbre, de la que él también, en poco tiempo, habría de caer abrumado por el peso de su riqueza insana.

52 AÑOS ANTES
"Caracortada" es la nueva versión de una película que en 1932 protagonizara Paul Muni como Al Capone, en la que se narraba dramáticamente la forma como el famoso capo había amasado su inmensa fortuna, iniciada con el contrabando de licor.
Pero la mafia de hoy es muy distinta a la de hace 52 años. Ahora ha crecido y se ha consolidado alrededor del tráfico de drogas, y fue en torno a él que el guión de "Caracortada" fue resucitado con Al Pacino como protagonista y Brian De Palma como director.
A Pacino lo recordamos en papeles memorables como el de Michael Corleone en "El Padrino", la inmortal novela de Mario Puzzo; en el del rudo policía de "Serpico", en el del atracador bisexual de "Tarde de perros", y en el del testarudo abogado de "Justicia para todos". Casi podría decirse que es gracias a su extraordinario profesionalismo, a su infinita vitalidad espiritual, a su sorprendente versatilidad histriónica que esta re-edición de "Scarface" pudo alcanzar ampliamente su propósito de retratar la forma como nace, vive y muere un mafioso contemporáneo, atrapado en las redes de la misma violencia que desencadéna y acorralado por las orillas de su propio imperio de corrupción.
Es difícil evitar la comparación de Michael Corleone con Tony Montana, y por consiguiente la de "El Padrino" con "Caracortada". Y es probable que muchos, después de hacerlo, aleguen con razón la superioridad de la versión cinematográfica de la novela de Mario Puzzo, con el argumento de que su visión inquisitiva y profundamente dramática de las intimidades de la familia Corleone canceló, por ló menos durante varios años, la alternativa de acercarse al tema de la mafia con posibilidad de crear una versión original. Pero "Caracortada", y el mismo personaje de Tony Montana, constituyen una aproximación dinámica, enérgica, sensacionalista, y definitivamente no tan sofisticada, a la mafia, aunque no por ello menos valiosa en términos documentales ni menos atractiva desde el punto de vista cinematográfico.
Por eso los capos de "Caracortada" parecen ser de alguna manera más animales, más primitivos que los de "El Padrino", aunque la violencia que patrocinan sea equiparable en términos de su respectiva brutalidad.
Es sin embargo Al Pacino el que con su arrollador dinamismo se toma esta película, para hacer de ella nada más ni nada menos de lo que es capaz de hacer como actor. De padres sicilianos, fue hijo único y se crió al lado de sus abuelos, quienes lo recuerdan representando desde pequeño, frente a su familia, todas las películas que veía.
Como otros actores de su generación -Dustin Hoffman, Robert De Niro, Gerard Depardieu-, Pacino absorbe hasta la última gota del personaje que interpreta, hasta el punto de que lo encarna tanto en la filmación de la película como fuera de ella. Así, Pacino se mudó temporalmente a Miami, antes de que "Caracortada" comenzara a rodarse, y se hizo amigo de algunos "marielitos", asimilando sus costumbres, valores y normas de conversación. El dialecto distitivo de los cubanos era de vital importancia para su papel, y cuando llegó a dominarlo a la perfección, continúo usándolo tanto dentro como fuera de escena. Muchos de los cubanos que se acercaron con curiosidad al lugar en el que se filmaba la película no pudieron evitar exclamar: "¡Dios, parece tan real! ¡Parece tan cubano!".

NUEVO ESTILO
Quienes han seguido de cerca la carrera de Brian De Palma como director se sorprendieron con el nuevo estilo que parece proyectar en esta película. El por qué aceptó dirigirla es sencillo: "Siempre quise hacer una película de gangsters, explica, y siempre quise trabajar con Al Pacino. Resulta un reto hacer una película con un actor que sea tan bueno como él".
Después de una controvertida carrera, que incluye hits como "Carrie", "Vestida para matar" y "La furia", este director de 42 años de edad se comprometió con la reedición de "Caracortada", que según él constituye un estudio épico del carácter de un capo de la mafia.
"Pienso que un director, de vez en cuando, debe salirse de su línea y dirigir algo totalmente distinto de lo que está acostumbrado a dirigir. Y creo que en este caso, la experiencia ha sido muy beneficiosa para mí".
Ello no significa, ni mucho menos, que con esta película De Palma haya abandonado los estrambóticos ángulos de cámara ni las escenas de movimiento lento que han caracterizado sus anteriores películas. Pero todo ello, en "Caracortada", ocupa una butaca trasera. "Traté de concentrarme en la historia de Tony Montana, lograr que ésta se contara directamente y sin recovecos, explica De Palma, en lugar de detenerme en lograr escenas visualmente dramáticas. Es obvio que las hay en "Caracortada", pero no hasta el punto de opacar la historia misma. El guión y los personajes tienen tanta fuerza que su dramatismo posee un balance natural".

SOFISTICADAS LOCALIDADES
Para los espectadores poco duchos en las minucias cinematográficas el esfuerzo implícito en la construcción de muchas de las localidades de la filmación -especialmente en el campo de refugiados y en el Club Babilonia- muy posiblemente pase inadvertido.
El campo de refugiados, construído bajo la interacción de las autopistas de Santa Mónica y Harbor, en Los Angeles, fue hecho a imagen y semejanza del que albergó a los verdaderos "marielitos" a su llegada a Miami. Pero lo que tomó días y mucho dinero en edificarse fue destruído en pocos minutos en la escena de la revuelta, que requirió la destreza de unos 40 hábiles "dobles" contratados con el propósito específico de "masacrar" el set.
Algo semejante sucedió con el Club Babilonia, donde suceden muchas de las escenas de la película, que fue construído para ser destruído. Era necesario otorgarle al lugar el lujo, el brillo y la excentricidad características de la atmósfera en la que se desenvuelven los grandes capos de la mafia, y es necesario reconocer que lo lograron: el Club Babilonia fue construído con uno de los más grandes estudios a prueba de ruidos (sound stage) de Hollywood, e incluyó varios pisos con cientos de mesas y sillas, una brillante pista de baile de ónix, metros y metros de alfombra púrpura, estatuas eróticas griegas, fuentes danzantes, avisos de neón rosa y azul. Todo esto en el interior de un salón circular forrado de espejos, en el interior del cual el reto consistía en multiplicar cientos de veces las escenas que reflejaban pero evitando que alcanzaran a verse las cámaras y el personal técnico de la filmación. Esto se logró colgando los espejos de soportes movibles que permitían su rotación, al mismo tiempo que garantizaban una dimensión distinta de la imagen retratada.
Pero sin duda alguna la pieza más valiosa y sofisticada utilizada en las escenas fue un sincronizador de revólveres, diseñado para evitar que la cámara perdiera el destello de cualquiera de las armas disparadas en la película. El sincronizador impide que un arma se dispare a menos que el obturador de la cámara esté abierto, lo que evita tener que filmar la misma escena varias veces en busca de un adecuado realismo.
Como dato curioso, la lujosa casa que fue adaptada como el hogar de Tony Montana pertenece a un colombiano, Eduardo Ortega quien seguramente jamás llegó a creer que presenciaría en su interior una masacre semejante a la que termina con la vida de Montana. Ortega adquirió la casa a Richard Nixon, años atrás, pero poco debieron afectarlo los destrozos causados por la balacera. La verdad la pura verdad, es que la casa de Ortega no sufrió en lo más mínimo durante el tiempo en que fue propiedad de Tony Montana, gracias a los sofisticados decorados que la protegieron.

LAS DIFICULTADES
El matrimonio de Montana con Elvira, la mujer de su ex patrono, estaba marcado por el sino de la fatalidad, tanto en la ficción como en la realidad. En la ficción se disolvió rápidamente, después de que la relación de Tony y de Elvira se vio irreparablemente afectada por la inmadurez del primero y la drogadicción de la segunda. En la vida real casi no puede celebrarse, porque cuando iba a ser filmada la escena, tormentas sin precedentes afectaron la costa californiana dejando miles de dólares en pérdidas y obligando a aplazar indefinidamente su filmación.
Pero quizás el más grave tropiezo por el que atravesó "Caracortada" lo constituyeron las protestas de la comunidad cubana en la Florida, que intentaron en diversas formas frenar la filmación de la película. alegando que ésta denigraba a los cubanos decentes que llevan años intentando asegurarse honradamente la subsistencia.
La película, al fin, terminó de filmarse, gráficamente "contra viento y marea", y a pesar de las protestas de los "marielitos". Porque la verdad es que "Caracortada" no intentaba denigrar a la comunidad cubana, sino hacerle una advertencia a todos aquéllos -y quizás especialmente a los colombianos- que aspiran a amasar inmensas e instantáneas fortunas a través de una búsqueda perversa del "sueño americano".
Si no son las autoridades las que tarde o temprano logran frenar su veloz ascenso, serán sus propios competidores los que lo trunquen sangrientamente. Sobre todo si, como lo hizo Tony Montana, se violan los tres códigos de los traficantes de estupefacientes: jamás traicionar a un amigo, jamás sobreestimar la codicia ajena, y jamás consumir de su propia mercancía.
Pero Tony cometió un último y fatal error: haber dejado en su alma espacio para albergar la compasión.