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Se recupera el cine

La Fundación Patrimonio Fílmico se ha encargado de preservar y rescatar la memoria audiovisual colombiana. Un claro ejemplo de la supervivencia de esta herencia es la película Alma Provinciana filmada en 1926 y que aún hoy persiste.

Rito Alberto Torres*
27 de agosto de 2001

El último siglo, el que fuera nuestro siglo XX, ha sido el de las imágenes en movimiento. Estos cien años, constituyen una etapa considerada por muchos como la más vertiginosa en el desarrollo de la humanidad. Sin embargo, aunque una gran parte de la historia se encuentre registrada en cine y video, parece que el destino fatal de estos valiosos documentos será su destrucción, sobre todo en los países del tercer mundo, donde continuamente la memoria audiovisual está en peligro de extinción.

La pérdida es inmensa y puede ser mayor, sí rápida y decididamente no se hace conciencia sobre la deuda que hay con el pasado y la responsabilidad que se tiene con el futuro y las generaciones que nos sucederán. En Europa y Estados Unidos, donde a mediados de los años treinta surgieron los primeros archivos fílmicos, la alarma por la desaparición de su memoria audiovisual es una preocupación que el estado y los particulares, atienden con voluntad política y financiera. En Latinoamérica, donde las prioridades del día a día son otras, salvo muy pocas excepciones, lamentablemente parece que solamente quedará el recuerdo.

LOS PRIMEROS ARCHIVOS FÍLMICOS

La preocupación por el rescate y conservación de las primeras películas data de los mismo inicios del cine. En 1898, el polaco Boleslaw Matuszewski, camarógrafo al servicio de los hermanos Lumiere, inventores del cinematógrafo, hizo evidente la necesidad de crear un Depósito de cinematografía histórica, para guardar y preservar de manera sistemática filmes. Hoy en día, su inquietud es valorada como pionera y fundamental, ya que estas primeras películas, en su mayoría cortometrajes, son la fuente primaria de muchas investigaciones en diversos campos del arte y el conocimiento. Aunque su idea no tuvo un inmediato desarrollo en la creación de archivos sembró el germen que posibilito el nacimiento de las cinematecas. Mientras tanto, el cine siguió avanzando y muy rápidamente dejó de ser una herramienta al servicio de la ciencia o una curiosidad de feria, para convertirse, no sólo en una opción masiva de entretenimiento, sino en una expresión artística y cultural que ha alcanzado alturas insospechadas por sus precursores.

El estreno en 1927 de la película El cantante de Jazz, marca el nacimiento del cine parlante, que con todas sus posibilidades expresivas y técnicas, desplazó rápidamente al "arte mudo" y a muchas de las estrellas que no pudieron adaptarse a la novedad. Las películas de este periodo se convirtieron en un estorbo para los distribuidores y exhibidores, ya que no producían dividendos. Lo que antaño fueran éxitos, se convirtieron en materia prima para la obtención, a través del reciclaje, de haluros de plata de la emulsión y plástico para la fabricación de variados artículos, como peinetas, a partir de la cinta perforada.

La historia no sería la misma; no se conocerían hoy en día muchas de las grandes obras del cine ni valiosos registros documentales, sino es gracias a quienes en ocasiones, por iniciativa propia, rescataron, "atesoraron", e impidieron la destrucción de aquellos primeros filmes. De todos los que reconocían la importancia de coleccionar películas, el más destacado, no sólo por su voluminosa figura, fue el polémico Henri Langlois (1914-1977). Este legendario personaje, a quien se le debe la creación de la Cinemateca Francesa en 1936, permaneció hasta su muerte obsesionado por buscar, rescatar y conservar sin distinción, todo lo que fuera cine. El apasionado Langlois es recordado con gracia, ya que, en desmedro de la ducha diaria, guardaba sus filmes más preciados en la bañera, seguramente preocupado por la naturaleza inflamable del nitrato de celulosa, primer soporte en que se fijaron las imágenes cinematográficas.

Antes de la Cinemateca Francesa, ya se había creado en Estocolmo, en 1933, la Svenska Filmsamfundets Arkiv, primer archivo fílmico en el mundo. En 1938 se constituye la Federación Internacional de Archivos Fílmicos, FIAF, que hoy agrupa más de 150 entidades alrededor del mundo, cuyas actividades sin afán de lucro, están enfocadas hacia la preservación y difusión de materiales audiovisuales. Por Colombia pertenecen a esta federación como miembros activos, la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano y la Cinemateca del Caribe, entidades que guardan y conservan una parte considerable del acervo audiovisual del país.

El reconocimiento a la labor de los archivos, así como la calidad y cantidad de información que contienen las películas, cualquiera sea su duración, soporte y formato, dio como resultado que la UNESCO en la Asamblea de Belgrado celebrada en 1980, declarara de vital importancia cultural, educativa, histórica, científica y artística, las imágenes en movimiento. Además, recomendó a los gobiernos de los estados miembros de este foro mundial, la salvaguarda de su patrimonio audiovisual, advirtiendo que su perdida sería un daño irreparable para la cultura universal.

NUESTRA MEMORIA

En Colombia, las primeras exhibiciones del cinematógrafo datan del año 1897, es decir, dos años después de su primera presentación en París. Sin embargo, sólo hasta los años sesenta y gracias al trabajo de personas como Hernando Salcedo Silva (1916-1987), al frente de la Cinemateca Colombiana, se dio comienzo al rescate de lo que para entonces quedaba: los fragmentos pertenecientes a los inicios del cine colombiano. Este terrible olvido, arroja como saldo un triste resultado: según estimativos, el ochenta por ciento de los registros cinematográficos anteriores a 1954 se ha perdido definitivamente y con ellos una parte muy importante de nuestra memoria fílmica. Un ejemplo contundente es el caso de Maria, el primer largometraje de ficción colombiano, basado en la obra homónima de Jorge Isaacs, cuyo éxito comercial sobrepaso las fronteras del país. De sus más tres horas de duración y doce copias de exhibición, sólo se conservan 25 segundos. Sí, 25 segundos que se encuentran depositados en la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, entidad que se creo en 1987 y es la heredera material y espiritual de la ya mencionada Cinemateca Colombiana.

Así pues, es necesario entender que los principales enemigos de los archivos audiovisuales, no son sólo la temperatura y la humedad, sino la desidia con que son vistas, aun a estas alturas, nuestras películas. Esta indiferencia atenta contra nosotros mismos. En este sentido y aunque no es intencional, es triste observar como en el Museo Nacional, no se encuentran referencias, ni mucho menos piezas que permitan, a propios y extranjeros, entender que Colombia es un país que tiene su particular historia cinematográfica.

Los esfuerzos realizados en materia de preservación hasta el momento, corren el peligro de ser inútiles, pues dependen principalmente de las apropiaciones presupuéstales obtenidas a través del Programa de Concertación del Ministerio de Cultura y como sabemos, de manera irresponsable se cuestiona la existencia de esta instancia gubernamental.

Entre las tareas pendientes, que más bien hacen parte de las obligaciones que tenemos los colombianos con las imágenes del pasado y las que están por venir, hay que llamar la atención sobre la urgencia de construir o adaptar un espacio para bodegas de almacenamiento, técnicamente adecuadas, destinadas a la conservación; duplicar los rollos únicos tanto en nitrato de celulosa, como en acetato ( algunos ya afectados por el síndrome de vinagre, conocido metafóricamente como el sida de las películas), y transferir a nuevos formatos los documentos en video, cuya consulta se va haciendo imposible, al entrar en obsolescencia las tecnologías que permitieron su registro y lectura.

Si tan sólo avanzáramos de inmediato y de manera concertada y coordinada en el cumplimiento de estas obligaciones, no se cometerían desaciertos como los de invertir recursos en la construcción de un "cuarto frío", útil para productos perecederos como película virgen, comestibles, etc., pero definitivamente no apto para películas expuestas y reveladas que son las que se archivan y se guardan.

Trabajando mancomunadamente por la preservación de las imágenes en movimiento, estaríamos dejando atrás las omisiones flagrantes en que hemos incurrido, permitiendo a los colombianos que vengan, quizás tratarnos con benevolencia, pues nos reconocerían el habernos levantado en contra del olvido y la desolación y haberles conservado, por lo menos, una parte de su memoria audiovisual

*Subdirector Técnico

Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano

Entidad Concertada con el Ministerio de Cultura