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SEÑAL EN SOS

Después del fracasado lanzamiento de la Señal Colombia, ya es hora de que ésta entre en un severo tratamiento de cuidados intensivos.

30 de septiembre de 1996

al vez pocos proyectos de la televisión nacional de los últimos, años hayan causado tantas expectativas y decepciones en sólo seis meses como el estrepitoso lanzamiento de la Señal Colombia. En este corto lapso el canal bajó de los cielos de un presupuesto exuberante, que nunca se hubiera soñado, de las caras de las reinas de belleza y de la presencia de los periodistas colombianos más populares, a la vergüenza de las acusaciones por despilfarro e intereses políticos, frente a las que sólo tuvo el argumento de una programación cosmética, hueca y poco atractiva que no logró variar considerablemente los bajos niveles de audiencia que la cadena tenía desde los tiempos en que se hacía precariamente. Este descenso en picada, y con estrellada al final, tuvo mucho que ver con un feroz escarnio público liderado por los medios de comunicación más importantes del país. Ninguno se quedó sin tirar la primera piedra al aparatoso proyecto que nació lleno de deformidades, inconsecuencias, torpezas y pecados de omisión. Sin embargo lo que concentró el interés de estas críticas, casi exclusivamente, fue el festival de los millonarios contratos y sus dudosos receptores, por lo general inexpertos en el medio que pretendían inaugurar. Después de que la hoguera se apagó, el ministro gestor se retiró, la directora del canal renunció y los contratos, malos, buenos y regulares, se fueron venciendo sin ser nunca renovados, el tema también parece haber dejado de apasionar. No obstante, este es el momento en que la atención de la opinión pública, más que nunca, debería volverse hacia la Señal Colombia. Porque este lánguido limbo, en el que sobreviven algunas propuestas interesantes pero también muchísimas horas muertas apenas rellenadas, puede gestar la salvación o la muerte definitiva de la que podría ser la gran y última oportunidad de la televisión pública del país. Lo que se haga allí en este momento y las decisiones que se tomen pueden, o repetir el estruendoso fracaso de hace unos meses o darle luz verde al futuro de este canal. En este punto lo más importante es que se defina de una vez por todas una verdadera y coherente política sobre lo que debe ser el canal público de los colombianos. Un debate que no se dio ni siquiera cuando los medios hicieron su festín de críticas, pues entonces el tema de su calidad y coherencia fue el que menos importó. Y este debate debe ser público. No puede volver a definirse un proyecto de tal trascendencia cobijado en el mismo cónclave hermético que generó los anteriores errores. Sin embargo no todo ha sido silencio y pasividad en estos días de transición. La Comisión Nacional de Televisión le ha encargado al experto en medios Gustavo Castro Caycedo la elaboración de un concienzudo análisis sobre los errores del pasado proyecto y unas recomendaciones puntuales y sustentadas sobre lo que éste debería ser de ahora en adelante. Lo importante de esta propuesta sobre la televisión pública es que por primera vez se va a hacer respaldada por un amplio estudio de audiencias en el que se encuestaron habitantes de zonas rurales, municipios pequeños y medianos y grandes ciudades. Las preguntas tampoco han sido las que tradicionalmente sondean la preferencia de determinados programas. Por el contrario, se le consulta a los televidentes sobre sus expectativas e intereses sobre la televisión pública, sobre su utilización del tiempo libre, sus posibilidades reales para sintonizar la televisión y el horario en que se levantan, entre otras cosas. El estudio también ha tenido en cuenta las sugerencias nacidas de las reuniones con diferentes sectores de la cultura, la cultura ciudadana, la educación, la salud, la agricultura, la ecología, el deporte y los canales regionales. De los resultados de estos estudios, el investigador pasará a la Comisión un proyecto de reprogramación integral de la cadena, del que tal vez sólo se salvaría el 40 por ciento de la programación actual. Hasta el momento todo está por verse. El canal sigue a un ritmo lento, esperando por un lado los resultados de esta investigación y por el otro una partida presupuestal de la CNTV, que todavía no ha llegado y que en todo caso nunca alcanzará las cifras desaforadas de principio de año. Cuando estos dos requisitos se cumplan los directivos de Señal Colombia deben realizar un llamamiento público a los productores independientes, a las instituciones, universidades y todos los demás interesados, para volver a reprogramar sus horarios. Lo importante es que todo esto no se quede en buenas intenciones y que esta vez la comunidad sí pueda participar en un canal que responda a sus necesidades sociales, educativas y culturales, como se lo exige la ley a la televisión publica. n Esta puede ser la gran y última oportunidad para el canal público.