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Si Glenn Gould viviera...

Habría sido el impulsor de ‘Gould Variations’, un álbum en el cual Sony Classical conjuga su visión de la obra de Bach con la multimedia.

Emilio San Miguel
20 de agosto de 2001

A pesar de que pasó a la posteridad como uno de los más revolucionarios pianistas de la historia, el canadiense Glenn Gould no se veía a sí mismo como un pianista: sus intereses campeaban igualmente por la dirección orquestal, los medios de comunicación, la docencia, la interpretación del órgano, el clavecín, y por supuesto el piano.

A 19 años de su muerte, ocurrida en Toronto el 4 de octubre de 1982 cuando tenía 50 años, su arte y personalidad no cesan de generar controversia. De hecho se trata del más discutido pianista del siglo XX y de paso uno de los más originales.

Se convirtió en estrella de la noche a la mañana el 11 de enero de 1955 con su debut en Nueva York. Al día siguiente firmó un contrato de exclusividad con Columbia Masterworks —desde 1986 Sony Classical— y seis meses más tarde apareció su versión de las Variaciones Goldberg de Bach que en cosa de semanas se convirtió en la grabación de piano más vendida, polémica y analizada de la historia del disco.

Sesenta discos grabó a lo largo de su inusual carrera. Tan inusual que cuando todas las salas de concierto del mundo disputaban su presencia, se retiró de la escena sin ningún aspaviento, luego de un recital en Los Angeles el 10 de abril de 1964. Entonces se dedicó a desarrollar sus intereses musicales, a experimentar con tecnología y limitó sus apariciones a la televisión y a las grabaciones: “Siento que le sirvo mejor a la música en el estudio de grabación que en la sala de conciertos”, dijo.

En cuanto a sus programas también fue original, lo limitó esencialmente a obras de corte polifónico, hizo tan de lado el siglo XIX que casi pasó por alto a Schumann, Chopin, Debussy y Liszt, que son la base del repertorio ‘de resistencia’ de cualquier pianista convencional. En cambio tuvo omnipresente a Bach. Tanto que la única vez que repitió una obra ya grabada, fue entre abril y mayo de 1981 con las Variaciones Goldberg, 26 años separan sus dos versiones, tan diferentes que solo en materia de duración, la de 1955 ocupa 38 minutos 27 segundos, contra 51 minutos 15 segundos de la segunda.

Bien, este álbum, titulado Gould Variations, es la quintaesencia del Gould que adoraba a Bach. En 80 minutos el primer disco recorre desde Aria de las Golberg del 55 hasta el final de la versión del 81. Es un testamento musical que reúne además su magistral Partita Nº5, la Fantasía cromática, el Aria variada a la manera italiana y la transcripción del Concerto de Marcello.

Pero el gran homenaje está en el segundo compacto del álbum que trae fragmentos del Arte de la fuga interpretados al órgano de All Saints’ Anglican Church de Toronto y material extra en CD-Rom, con partituras de algunas de las obras, la biografía de Gould y también de Bach, toda la información sobre la tecnología de la grabación y cinco videos, en los cuales Gould interpreta a Bach: en ellos está presente su actitud legendariamente provocadora, su mano izquierda trabajando como un director de orquesta, su espalda exageradamente arqueada contra el teclado y también el banco excesivamente bajo desde el cual tocaba.

No hay que ser muy suspicaz para imaginar que Gould habría apoyado esta iniciativa de divulgar su arte por la multimedia. Hasta habría hallado un nuevo argumento para mantener el autoexilio de su casa. Allí, por hipocondría, se mantenía envuelto entre abrigos, bufandas y guantes en pleno verano, pues le causaba pánico ser víctima de un resfriado.