Home

Cultura

Artículo

SI LA SAL SE CORROMPE...

Cien años de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional, testimoniados en una muestra que deja mucho que desear

5 de enero de 1987

A veces es bueno ponerse bravo y especialmente si se trata de la casa de uno mismo, como bien lo demuestran continuamente ex presidentes de la República, directores de periódicos y jugadores de fútbol. A lo mejor, con un regaño las cosas cambien, o por lo menos, mejoren. Esto es lo que espero al referirme a la exhibición titulada "Nueva Generación" de la Galería Santa Fe de Bogotá dei Planetario Distrital.
La nueva generación consiste en algunos graduados recientes de la escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Bogotá, cuyo centenario se celebra este año, motivo por el cual se organizó la muestra; aunque yo me pregunto ahora si con estos escogidos había razón para celebrar, pues realmente la calidad totalizante no es muy buena. No estoy hablando, por supuesto, de si estos artistas saben hacer las cosas bien técmcamente, ya que presentan en su mayoría conocimientos técnicos bastante aceptables, que provienen seguramente de las enseñanzas de profesores-artistas tan excelentes como Santiago Cárdenas y Rodrigo Callejas.
Pero ¿por qué no hay ideas, por qué no se ven posturas culturales amplias, de aquellas que puedan ser válidas aquí y en cualquier otro lugar del mundo, por qué incluso no existen conceptos políticos modernos o conceptos personales complejos?
La respuesta, sin embargo, no es difícil de encontrar. Creo sinceramente que la falla se encuentra en el profesorado de la escuela, y más exactamente en el área de las humanidades (historia del arte, filosofía, comunicación visual, teorías). A pesar de que el señor Germán Rubiano Caballero, introductor del catálogo de la exposición y profesor de la Facultad de Artes de la Universidad, dice que hay una clara intención de pintar con ideas, estas no se ven por ninguna parte. Lo que es posible mirar es una serie de pinturas (escultura hay muy poca, y mala) que curiosamente se parecen entre sí aunque provienen de distintas personas. A excepción de los trabajos de Alvaro Salamanca, las demás obras se caracterizan, en general, por una desmedida decoratividad aquella que tiene que ver con la puesta de color, de línea y de formas sin ningún motivo más que el de agradar al propio artista; esto, obviamente, resulta en una blandura plástica automática, aburridora y vacía de historia.
La ausencia de títulos, aun en obras que podrían no necesitarlos, refuerza la vacuidad cultural en la que nadan los integrantes de esta nueva generación. Aquí también se separa la obra de Salamanca, quien parece ser el único artista que, por lo menos, se preocupa de querer ser original. Un trabajo suyo como "I.E.S.D.B.", lleno de una riqueza colorística llamativa, nos sitúa en una región de deseo interpretativo, ya que el título -aparte de ser un juego linguístico fácil de entender- le da a la obra cierto misterio que la aferran a un contexto cultural muy particular para cada espectador.
Hace algún tiempo, el Museo de Arte de la Universidad Nacional organizó una exhibición llamada "Abstracción y figuración", que reunía a un grupo de egresados de los últimos 10 años, algunos de ellos profesores de la escuela de la Universidad. Al igual que la de "Nueva Generación" la muestra referida también era triste prueba de la mediocridad y el desamparo intelectual que parece ser el común denominador de los estudiantes de arte de la Nacional de la última década; a veces uno añora la sobrepolitización y el mamertismo de los sesenta y setenta, que tampoco funcionaron muy bien pero que por lo menos eran más fuertes en intención. Si algo está dañado en la escuela de la Nacional es tiempo que se piense en arreglarlo, pues los resultados que se ven no prometen demasiado.