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TABLA DE SALVACION

La creación de un mercado común parece ser la única salida para el cine latinoamericano.

13 de abril de 1992

ESTA VEZ, EN EL Festival de Cine de Cartagena que se llevó a cabo la semana pasada, los espectadores prefirieron enfrentarse a las producciones latinoamericanas que a los enlatados gringos. Por un lado, porque los grandes filmes de Hollywood y sus alrededores (como Bugsy con 10 nominaciones al Oscar) estarán por largo tiempo en las salas comerciales. Pero, sobre todo, porque con el cine del continente pasa algo similar que con los cóndores de Chingaza: la gente siente que que dan pocas oportunidades para ver de cerca una especie en vías de extinción.

La prueba más palpable de esta crisis es que en esta oportunidad, en el tradicional evento cartagenero, no compitió ninguna película colombiana. Y el de Colombia no es un caso excepcional. En Brasil sólo se están realizando tres películas al año. En Cuba, en 1991 sólo se estrenaron dos filmes. Con excepción de México, donde aún se producen cerca de 100 largometrajes anuales, la industria cinematográfica latinoamericana es más una ilusión que una realidad.

¿Existe alguna salida para esta crisis? Esa fue la pregunta que más se escuchó la semana pasada en Cartagena. Y la primera respuesta fue la del ministro de Comunicaciones, Mauricio Vargas, quien en el discurso de instalación del evento dio a entender que el Estado no seguirá adoptando el papel de mecenas de cuanta locura cinematográfica se plantee. El ministro aseguró que había que promover una mentalidad empresarial en el campo del cine, para desterrar la pobreza de la industria.

La gran respuesta, sin embargo, fue la de la Caci-Conferencia de Autoridades Cinematográficas Latinoamericanas, reunida en Cartagena paralelamente con el festival. Presidida por el venezolano Julio Sossa, la Caci -que reúne 13 paises del área- que llegó a la conclusión de que hay que emprender un mercado común para el cine de América Latina. Un mercado que permita no sólo poner en contacto a los realizadores para que establezcan coproducciones, sino que también logre aglutinar la oferta latina, de manera que los exhibidores no tengan que enfrentarse a realizaciones sueltas, sino a paquetes similares a los que venden las distribuidoras norteamericanas. La Caci promoverá una legislación común que facilite las negociaciones, como ocurre con tantos frentes comerciales del Pacto Andino.

Los proyectos incluyen desde el establecimiento de un fondo de guiones cinematográficos, hasta la construcción de salas destinadas exclusivamente a la exhibición de cine latinoamericano. Pero en el fondo lo que se pretende es compartir y adoptar políticas efectivas, como la de los argentinos, que después de mucho tiempo lograron idear un mecanismo tributario gracias al cual el Estado no debe aportar un solo peso para la realizaci6n de los largometrajes nacionales.
De cualquier manera, al tiempo que los productores idean políticas para no dejar morir al cine del continente, los directores continúan a la caza de aportes extranjeros para seguir figurando en la pantalla. Es el caso de cuatro colombianos que anunciaron durante el festival sus trabajos para el presente año.

Jorge Alí Triana, en coproducción con México, Venezuela y España, rodará "Edipo alcalde", con guión de Gabriel García Márquez y Estela Malagón, basado en el clásico griego. Ciro Durán mostrará una historia de carnaval, "Cumbia", con participación de entidades francesas y venezolanas. Victor Gaviria llevará a la pantalla una historia de esmeralderos criollos que logró interesar a una productora española. Finalmente, Felipe Aljure, también con participación de los ibéricos convertirá en imágenes su guión que resultó premiado en el pasado Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

Fue más la reflexión que la acción en el pasado Festival de Cine de Cartagena. Pero quedó claro, una vez más, que todos se resisten a la idea de que el cine latinoamericano tenga que morir.