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La guerra en Sarajevo vista por periodistas según la experiencia del escritor Arturo Pérez-Reverte.

4 de enero de 1999

Si algún escritor conoce con propiedad las atrocidades de la guerra es el español Arturo Pérez-Reverte. Más de 20 años de experiencia en campos de batalla en Asia, Centroamérica y Africa como corresponsal de Televisión Española dan suficiente crédito a sus crónicas. Algunas de ellas dieron pie a una novela, Territorio comanche, un relato frío y sin concesiones sobre la vida de los periodistas de guerra en el conflicto serbio-bosnio en la antigua Yugoslavia. El director, Gerardo Herrero, con la ayuda del propio escritor, se dio a la tarea de llevarla a la pantalla gigante hace un año, con notorias repercusiones en los festivales europeos.
La película se llama Territorio comanche, que es como denominó Pérez-Reverte a aquellas zonas en las que "caminas pegado a las paredes, hacia los tiros que suenan a lo lejos, mientras escuchas el ruido de tus pasos sobre los cristales rotos". Sin embargo en Colombia le han cambiado el nombre por el de Testigos directos, seguramente por razones publicitarias que escapan a la imaginación del espectador. De cualquier forma se trata de un documento fílmico que se aproxima con sorprendente realismo al ambiente y las circunstancias que rodearon la tragedia de Sarajevo. Lo interesante es, sin embargo, el punto de vista. Con la actuación de Imanol Arias y Carmelo Gómez la cinta cuenta la guerra desde la perspectiva de los periodistas.
Despojada del amaneramiento moralista típico en el que el protagonista casi siempre ofrece su cuota de sacrificio en favor de los desamparados de la guerra, la película se centra en la cruda realidad de los cronistas, electores de su propio destino, algunos de ellos verdaderos mercenarios de la profesión.
Sin duda se trata de un testimonio de primera mano sobre las formas de comportamiento de los periodistas en el campo de batalla y sus reacciones de acuerdo con la oportunidad de la noticia. Su desfachatez puede ser confundida con cierta forma de parasitismo informativo a expensas de la guerra a pesar de que esa sea la única manera de que el mundo conozca los desastres de la conflagración humana.