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"TIEMPO DE MORIR"

La primera película colombiana que barre con los premios en un festival internacional.

6 de enero de 1986

El lunes 21 por la noche, se exhibía en Río de Janeiro la película colombiana "Tiempo de morir", en medio del escepticismo tradicional de la delegación nuestra que acompaña este tipo de eventos. Al fin y al cabo, la competencia eran películas como Plenty de Fred Schepisi, con Meryl Streep y Sir John Gielgud; Turtle's de Harold Pinter y John Irving, con la actuación de Glenda Jackson y Ben Kingsley, quien había ganado el Oscar por su papel en "Gandhi", y otras del mismo nivel. La peliculita colombiana "Tiempo de morir", con nombres anónimos en el cine internacional -a excepción de García Márquez- como el del director Jorge Alí Triana y de los actores Gustavo Angarita y Maria Eugenia Dávila, no despertaba mayor emoción. Cuál no sería la sorpresa cuando al final de la proyección, los asistentes (por única vez en el Festival) se pusieron de pie para ovacionar durante más de un minuto la película. Desde ese momento, el run run no paró hasta confirmarse en la premiación. En efecto, "Tiempo de morir" ganó el Gran Premio o "Tucán de oro" a la mejor película del Festival, el "Tucán" del mejor actor para Gustavo Angarita (de la mejor actriz se lo ganó Glenda Jackson), el "Premio Fipreci", otorgado por la crítica internacional, y el premio del Centro Internacional del Filme para la Infancia y la Juventud, de la Unesco.
Un argumento sencillo cargado de tragedia: Juan Sáyago mata en un duelo al padre de Julián y Pedro Moscote y por esa muerte, paga dieciocho años en la cárcel. Al salir regresa al pueblo a recuperar los años perdidos y se encuentra con el deseo de venganza de Julián, el hermano mayor, que lo acosa implacablemente. El guión, escrito por García Márquez hace veintiún años para una película mexicana que nunca tuvo éxito, contiene muchos de los elementos que conforman su poética, no sólo en la ambientación (un pueblo de tierra caliente con sus personajes típicos el barbero, el dueño del billar, las comadres, el boticario, el prostíbulo, las calles y las plazas...) sino por algunas ideas y situaciones que encarnan los personajes. El padre de los Moscote, por ejemplo, tiene las mismas dimensiones gigantescas que el protagonista de su cuento "El ahogado más hermoso del mundo", cuyo "cuerpo era tan grande que no cabía entre el cajón". Otra de las ideas que se retoma es la de los muertos: "Si no fuera por los muertos de este pueblo, ya nos hubiéramos largado".
El año pasado RTI hizo una versión de "Tiempo de morir" para televisión con el mismo director, Jorge Alí Triana, en la cual participaron casi todos los mismos actores a excepción del Alcalde y de Casildo que, en esta producción, son cubanos. Aparentemente el trabajo para video y para película es totalmente diferente por la duración que tienen para filmar. La película contó con cinco veces más tiempo que la realización para T.V. En el video, es necesario producir 10 minutos diarios y en la película dos. Por lo cual se filmó en ocho semanas y en diez pueblos del Tolima (Honda, Ambalema, Mariquita, Natagaima, Purificación, El Prado, Guamo, Armero e Ibagué). Para el director, ésta fue la oportunidad -que nunca se da y es el sueño de todos los realizadores- de hacer una especie de borrador, y al filmar la película, corrigió los errores de la realización para televisión. En primer lugar, agiliza el desarrollo de la acción, que era muy lento. Por otra parte, García Márquez incluyó nuevas escenas como la del burdel para enfatizar en el miedo de Julián Moscote, no de que lo mataran sino de matar ("lo único peor que el miedo de morir es el miedo de matar"). Y por ese mismo miedo, Julián acosa a Juan Sáyago en varias ocasiones. Le tira una vejiga de cerdo llena de sangre a la cara; deja un perro vivo, pero herido de muerte, en la puerta de la casa de Mariana (la que fue novia de Juan antes del duelo) en donde está Juan; le destruye la casa que está levantando; lo persigue por las calles del pueblo insultándolo. Y Juan Sáyago se contiene hasta que Julián le hace una afrenta pública en el billar, disparándole varios tiros cerca de su cuerpo.
El destino es el elemento que prima en toda la historia, que se repite en distintas formas. De una parte, en el fin de Julián, que sigue en forma igual al de su padre. De otra, la historia de Mariana que se repite en Sonia, la novia de Pedro, ambas "viudas antes de casarse". Pero el destino rebasa las historias personales de cada cual porque todo aparece como previamente escrito, al igual que en la tragedia. Así lo señala Jorge Alí Triana: "Yo diría que tiene la estructura de la tragedia en el sentido más estricto. Los personajes tienen un destino fatal, pero esa fatalidad está dada por el contorno social que los rodea... Sobre toda la obra flota una especie de irracionalidad, ese destino que los obliga a actuar en esa forma, ante un mal entendido sentido del honor, de la dignidad y de la hombría". Porque el honor para Julián es cumplirle la promesa a su padre de vengarlo, aunque Juan Sáyago diga que "no puede haber venganza donde ya hubo justicia".
Jorge Alí Triana, el director de "Tiempo de morir", estudió teatro y cine en Checoslovaquia y en Berlín. Es uno de los fundadores del Teatro Popular de Bogotá en 1967, e ingresa como director artístico desde el comienzo, dirigiendo más de 20 obras, entre ellas las conocidas I Took Panamá de Luis Alberto García, "Fuenteovejuna" de Lope de Vega, "La ópera de tres centavos" de Bertolt Brecht, "Tartufo" de Moliere, y "Ricardo III" de Shakespeare. Con el T.P.B. obtuvo varios premios que lo han consagrado como uno de los directores más importantes del país. Igualmente ha participado en varios festivales de teatro y ha dirigido especiales de televisión, como algunas series de "Revivamos nuestra historia". Jorge Alí lleva muchos años de continuo trabajo, tanto en televisión como en teatro. Pero en cine, éste es su segundo largometraje (el primero fue "Las cuatro edades del amor") que actualmente le vale el reconocimiento internacional.
La integración en la coproducción colombo-cubana se hizo instantáneamente y no sólo se entendieron las dos partes en forma profesional, sino que hallaron el duende para rodar la película con todo el entusiasmo del caso, según el director.
La fotografía de la película, a cargo del cubano Mario García Joya, es un logro total. Según sus palabras, "expresa la tensión interna que está proyectando la propia escena, la propia circunstancia que estamos filmando". Muchas veces, la paz misma del paisaje (un río, el puente, los árboles) le da una mayor carga de tensión, por contraste a ciertas escenas como la despedida final entre Mariana y Juan Sáyago, que contiene de por sí toda la premonición de la muerte de éste.
En cuanto a los actores, todos cumplen su papel a cabalidad. Gustavo Angarita, el protagonista, es conocido en Colombia por sus diversas actuaciones, pero aquí se identifica plenamente con Juan Sáyago, logrando representar a la perfección su papel de hombre bueno, condenado injustamente por el destino. Por más de que Angarita sufrió un accidente -se rompió el brazo al caerse de un caballo y debieron suspender la filmación por tres semanas- superaron el impasse quitándole el yeso antes de cada toma para volvérselo a colocar al final. María Eugenia Dávila, en su rol de viuda que todavía ama a Juan Sáyago, Sebastián Ospina y Jorge Emilio Salazar en los papeles de hermanos Moscote, Lina Botero como Sonia, en fin, todos demuestran gran profesionalismo en sus interpretaciones.
La última escena de la película fue filmada desde un globo por Mario García Joya y se desató un vendaval que lo arrebató. Todos trataron de halar las cuerdas del globo, pero como allí no había suficiente peso, éste aterrizó en otro lugar, dejando a varios raspados y a todos con mucho susto.
La película está actualmente en el Festival del Cine Latinoamericano de Cuba, en el que participa con éxito, y se estrenará comercialmente en Colombia a comienzos del año entrante. "Tiempo de morir" costó un total de trescientos mil dólares, de los que Colombia aportó doscientos mil y Cuba cien mil, puesto que es una coproducción entre Focine y el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, ICAIC. Para que Focine recupere la inversión, se necesita que quinientos mil espectadores la vean.
Lo cual es perfectamente factible. El triunfo de "Tiempo de morir" tiene repercusiones de mucho alcance para el cine colombiano. Representaba, al fin y al cabo, el primer resultado concreto del viraje que ha dado Focine desde que está a la cabeza María Emma Mejía. Haber demostrado que una coproducción de 300 mil dólares no solo puede ser rentable sino además, ganar premios en festivales internacionales, abre al cine colombiano perspectivas que hace apenas semanas eran tan sólo hipótesis.
Y todo termina con la música de un vallenato escrito por Daniel Samper Pizano cerrando con broche de oro "Tiempo de morir".
"YO SOY DETESTABLE"
Uno de los pocos colombianos que no vera la película "Tiempo de morir" en Colombia sera su protagonista Gustavo Angarita. El actor, que representa a Juan Sayago en el largometraje, afirma que no le gusta verse luego de una filmación para no mirar sus defectos, que según él, sobresalen con mucha protuberancia. Su imagen lo perturba, por lo cual procura no afeitarse para no tener que soportarse en el espejo.
Gustavo Angarita, de cuarenta y tres años, lleva toda una vida dedicado al teatro. Se vinculó a el cuando era estudiante de la Universidad Nacional, a comienzos de los sesenta, que por ese entonces era la manera optima de hacerlo, segun sus propias palabras. Mas adelante consiguió una beca y se fue a París a estudiar teatro durante dos años, en 1968. Le tocó entonces el movimiento de agitación estudiantil y tomo partido político -la única vez en su vida- en pro de la izquierda. Sin embargo, Angarita no se mete mucho en la política porque prefiere estar en el plan informativo más que en el de activista. Además, confiesa que fuera de actor es cobarde, y cuando ve mucha beligerancia prefiere poner pies en polvorosa. Volviendo al teatro, estuvo vinculado durante diez años al Teatro Popular de Bogota (T.P.B.) y de esta época recuerda con especial cariño, por lo que significaron en su formación, las obras "Marat-Sade", dirigida por Santiago García; "Ricardo III"; I Took Panamá, y fuera del T.P.B. las dos versiones de "Amadeus", dirigidas respectivamente por Jorge Ali Triana y por Julio Cesar Luna. Gustavo Angarita comenta con nostalgia que durante los diez años que pertenecio al T.P.B., vivía y trabajaba sin necesidad de apelar a otro tipo de receta para sobrevivir. Con eso podía mantener a su esposa Margarita y a su hogar, sin sufrir privaciones, pero luego, las circunstancias cambiaron, el T.P.B. dejo de autofinanciarse y se vio obligado a cambiar de trabajo. La televisión no era un medio totalmente extraño -dice- puesto que en la epoca del T.P.B. se hacía mucho teleteatro. Desde 1980 se vincula a la pantalla chica de lleno, participando en trabajos como "Rasputin", "El bazar de los idiotas", "El cerco", "Historia de dos hermanos", "Nariño", "Testigo ocular", entre otros programas, y actualmente en "Tuyo es mi corazón" interpretando al padre de Carlos. El protagonista de "Tiempo de morir" considera que la televisión, pese a lo que muchos dicen, se ha cualificado. Inclusive muchos de los directores del T.P.B. fueron a dar allí. Sin embargo, la necesidad de volver al teatro es recurrente, es como un iman que no puede desprenderse de el.
En cuanto a su actuación en "Tuyo es mi corazón", él admite que es muy interesante, puesto que se trata de una reconstrucción de los años sesenta (se siente personalmente involucrado) en la que el pertenece a la generación anterior e interpreta el papel de un padre muy conflictivo, que representa un exceso de dramatismo y de complicación ante los jóvenes que se estan fabricando un futuro. Este conflicto generacional no le es ajeno.
Empieza a vivirlo en carne propia, ya que su único hijo, Gustavo, tiene trece años y comienza la difícil época de la adolescencia. Es entonces un papel con muchas vicisitudes de realismo en su vida práctica.
Como hobbys, a Angarita le gusta mucho leer y le encanta el "traguito". Precisamente durante la filmación, se emborracho una noche con la gente de Armero y decidió tirarse vestido a la piscina para "profundizar" según sus propias palabras. El director cubano de fotografía, Mario García, ante la angustia de perder al protagonista, se boto a salvarlo. Desde entonces, Angarita comenta que está en ley seca, con un tratamiento especial para no tomar alcohol.
Otra anécdota de la filmación, muy curiosa por cierto: la dueña de casa en que se filmó la escena en el balcón, con el puente y el río Guali detrás, murió al día siguiente de haber filmado el video, y luego, se rodó la misma escena para la película, el dueño de casa, Nasser, falleció a la mañana siguiente. Para Gustavo Angarita, esto se convertiría en una premonición sombría.
El protagonista de "Tiempo de morir" trabaja freelance y nunca tiene programado lo que va a hacer en el año. Al comienzo de 1985, por ejemplo, el ni siquiera sabía que filmaría esta película. Es un trabajo que crea expectativa y a la vez es totalmente impredecible, comenta. Por la filmación le pagaron seiscientos mil pesos, lo cual es muy poco para toda la preparacion física y sicológica que requiere un personaje de la talla de Juan Sáyago. Al hablar del personaje, Angarita afirma que al igual que muchas personas sensibles, él lo relaciona con el proceso de paz, en cuanto a que Sáyago expresa una voluntad de conciliación y de mejoramiento que se ve obstruida por las pasiones ciegas, por los prejuicios y por una idea fatalista de la vida y de la historia. Respecto al premio, Gustavo Angarita se enteró por la prensa, y cuando vio su foto en el periódico, lo único que dijo fue: "Y esto tan raro, ¿que es?". "Yo soy de efectos retardados", añadio, "así es que por allá dentro de unos meses, sabré que significa para mí". Debido a su tipo de trabajo, Angarita pasa del mundo de una filmación a otra zona de trabajo con otro ritmo de emociones y va dejando atrás, en el pasado, sus vivencias en forma paulatina. Por eso, ni piensa en los campos de acción anterior, porque allí la vivencia ya se ha agotado.
Cuando hablamos con él, alguien le comentó que era una persona muy sencilla y agradable, a lo cual respondió con mucha gracia: "¡Qué va, si en el fondo, yo soy detestable!".