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TRES EN UNA

La escultura y la pintura abstracta marcan el final del año artístico.

2 de enero de 1989

La mujer copa buena parte de su trabajo. Son esculturas en bronce de diferentes tamaños -algunas muy grandes que impactan al observador por su riqueza expresiva.
Se trata de la obra del artista venezolano -de origen holandés Cornelis Zitman, que desde finales de noviembre y hasta mediados de diciembre está expuesta en el Museo de Arte Moderno de Bogotá.

Algunos críticos hablan de obras mayores y de obras menores para referirse al tamaño de las creaciones de un autor. En el caso de Zitman todas son mayores, sin importar su tamaño.
Lo cierto es que la obra de este artista, fuera de ser un grato espectáculo lleva a reflexionar sobre los derroteros de la escultura colombiana contemporánea, que se caracteriza por un trabajo efectista y anodino, con una tendencia a centrarse en lo aparatoso para ocultar la falta de talento, de trabajo y de propuestas novedosas.

En los bronces de Zitman se hace énfasis en la expresión y en el estado de ánimo. A pesar de su formación europea, que queda clara en el manejo del material, sus mujeres no tienen ninguna relación con el tradicional concepto de belleza que se maneja en Occidente. Ellas son el resultado de la mezcla de razas que hacen de Latinoamérica una realidad totalmente nueva y diferente. Por eso sus esculturas recrean a una mujer que se mueve entre el desasosiego y la pasividad, entre la tranquilidad y la tristeza. Muchas de ellas están sentadas, recostas o acostadas y en su aparente actitud de reposo hay una gran carga emotiva que se hace patente en la expresión de los rostros, casi siempre serios (sólo en unos pocos casos se alcanza a insinuar una leve sonrisa) y en los gestos de las manos.

Una cuidadosa exageración de las formas, que recuerda en algo a Botero, resalta ciertos aspectos de la figura para lograr ese efecto que hace que sus desnudos sean mucho más que un simple ejercicio erótico.

EN BUSCA DE
También en el MAM y al mismo tiempo con las esculturas de Zitman se desarrolla la exposición del pintor colombiano Rafael Echeverri. Sus acrilicos sobre tela son de corte claramente abstracto. La geometría es su motivo, como queda claro en sus series "Origami" y "Ringlete". Lo más interesante de este trabajo está en el contraste de colores entre el fondo y la figura geométrica, que siempre está en la mitad de la tela. Sin embargo, aparte del trabajo con el color que en algunas ocasiones logra impresionar por los contrastes, no se trata de una obra de gran proyección. Esto habia quedado claro en la pasada Bienal de Arte de Bogotá, ;en la que participó sin gran suceso con algunas obras similares a las que actualmente muestra.

El manejo de los relieves y el cuidado en la hechura de los dobleces son una cualidad técnica, pero no un fin artístico en sí mismos. Lo importante de esta muestra radica en presentar a un pintor joven que está en pleno desarrollo, con las capacidades para adentrarse mucho más en la búsqueda de una propuesta artística novedosa y propia.

EL PASADO EN PRESENTE
Desde el pasado sábado 26 de noviembre, la Galería Garcés Velásquez expone 15 esculturas en barro de la artista Freda Sargent. Ya a comienzos de este año se había expuesto en la sala de Cooperartes una serie de estas figuras, que recuerdan las antiguas tanagras griegas.

Se trata de una nueva etapa en la vida artistica de la Sargent, quien ahora utiliza su larga trayectoria como pintora en la elaboración de estas piezas. La artista modela cada pequeña escultura en arcilla fina y la monta en un alma de madera y papel que se quema durante el proceso de cocción. La mayoría de las piezas representan mujeres, en las que la expresión de la cara lleva gran parte del peso de la obra. Hay un marcado interés en reGistrar los gestos y cada una de las esculturas presenta un rostro con un gesto definido.

Luego de la cocción viene otra parte importante del trabajo. Freda Sargent, con acuarelas y tierras disueltas, pinta cada una de las piezas con la intención de realzar los detalles. Es así como la ropa, el cabello y los ojos son coloreados con sumo cuidado sin querer hacer un trabajo hiperreaiista.
El escogimiento de la acuarela y las tierras y no del esmalte, como se hace generalmente, obedece a que el espesor y el brillo de ese material hacen perder buena parte de los pequeños detalles que caracterizan este trabajo.
Dentro de las novedades de la muestra se incluyen algunos desnudos muy bien logrados, con un delicado trabajo en lo que se refiere al colorido de la piel y a la plasticidad de que están dotadas las figuras.

Se trata de un trabajo minucioso, en el que ningún detalle ha sido dejado al azar. A pesar de ser una técnica milenaria, aunque un poco olvidada en este medio, Freda Sargent logra un trabajo muy actual y agradable. --