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UN CRIMEN PERFECTO

Todo está planeado para que el asesinato no deje pistas. Lo único que falta es ejecutarlo.

19 de octubre de 1998

Director: Andrew Davis Protagonistas: Michael Douglas, Gwyneth Paltrow, Viggo Mortensen, David Suchet Si Michael Douglas odiaba a su esposa en La guerra de los Roses, en la más reciente película del director Andrew Davis la situación con su cónyuge de ocasión ha llegado a límites tenebrosos. En la cinta, una adaptación libre del clásico de Alfred Hitchcock Dial M For Murder, Douglas interpreta a Steven Taylor, un multimillonario en quiebra que decide mandar a asesinar a su esposa Emily (Gwyneth Paltrow) para heredar su fortuna. Tal y como sospecha el espectador desde el inicio de la película, la relación de pareja es fría como un témpano. A Steven sólo le importan las finanzas y su hermosa mujer apenas es un trofeo de exhibición. Emily, en consecuencia, encuentra el antídoto para su nostalgia en un apasionado amante, un artista de dudosa reputación al que recurrirá Steven para que perpetre el crimen por una gruesa suma de dinero. Esta escalofriante intriga inicial es la encargada de desatar el suspenso alrededor de las tácticas escogidas para el asesinato, las precauciones para no levantar suspicacias en las fuerzas del orden una vez cometido el homicidio y las posibles circunstancias derivadas del crimen. A diferencia de muchas películas del género, que suelen ocultar la identidad del asesino e, incluso, camuflar pistas importantes para la dilucidación del caso, en El crimen perfecto nada está escondido. A los ojos del público van desfilando las escenas sin los trucos de moda que buscan engañar al espectador, una estrategia que necesita de toda la destreza del director para no desanimar a los asistentes. Y es aquí donde Davis patina, pues aunque la narración no pierde ritmo, siempre está latente la sensación de que la película está a punto de ponerse buena, sin que alcance a lograr el cometido.