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UN ESPAÑOL EN NUEVA YORK

El novelista Eduardo Mendoza recupera la picaresca en su última novela.

26 de julio de 1982

En 1975, sin ningún apoyo publicitario, apareció la novela "La verdad sobre el caso Savolta" que había escrito un auténtico desconocido, un nombre nuevo en el panorama narrativo.
El autor, Eduardo Mendoza, 32 años entonces catalán, vivía en Nueva York.
La Editorial Seix-Barral tardó, por razones de programación, unos meses en poner la novela en la calle. Contra todo pronóstico el público lector le dio su confianza y la crítica también, concediéndole el prestigioso Premio de la Crítica.
"Yo fuí el primer sorprendido -recuerda Mendoza en este viaje rapido a Madrid para presentar "El laberinto de las aceitunas", su tercera novela- Pues estaba convencido de que iba a recoger el polvo de las librerías. La sorpresa, desde luego, fue agradable " Cuatro años después publicaba "El misterio de la cripta embrujada", una novela policíaca, aunque por vía de la parodia. "No me molesta -dice-, que me encasillen como escritor policíaco, pero creo que es un error, pues no lo soy.
"Yo utilizo ese género porque algún género hay que utilizar. Las comparaciones son odiosas. Y en mi caso estúpidas además, pero lo que yo trato de hacer es lo mismo que hizo Cervantes con los Libros de Caballería y Voltaire con los de Viajes. Aprovecho un género de moda, con convenciones, y aprovecho esas convenciones y esas referencias para contar una historia".
Un día hace muchos años, al volver de su trabajo, allá en Nueva York, se encontró con que estaba escribiendo. "Como un día descubrí que me gustaban las mujeres, otro día me encontré escribiendo y al cabo de un tiempo pense que eso era lo que más me gustaba".
Se puso a trabajar en una novela, demasiado primeriza, demasiado infantil, demasiado paródica, que no se llegó a publicar.
"Por cierto no sé qué ha sido de ella, me temo que se ha perdido, me gustaría volverla a leer, pero dudo de que la encuentre, quizá sea mejor así".
"La verdad sobre el caso Savolta" era un relato entre lo político-histórico y lo policíaco, que reconstruía aquella Barcelona de los años del pistolerismo, reconstrucción que hacían varios narradores.
Autor Mendoza de tan disparatadas y divertidas historias, confiesa haber pensado alguna vez en escribir una novela policial convencional.
Las dos primeras novelas fueron llevadas al cine. "El caso Savolta" por Antonio Drove, con José Luis López Vázquez, "La cripta", por Cayetano del Real con José Sacristán. Ninguna de las dos películas -de "La cripta" sí, unos fragmentos- las ha podido ver Mendoza, aunque tiene de ambas excelentes referencias.
Con el mismo equipo que filmó "La cripta" (en la que intervino en el guión) está trabajando ahora Mendoza, aprovechando su venida a España, en un guión original del que todavía tiene pocas cosas claras, aunque sabe que tendrá lugar en Córdoba.
No parece preocuparle ésto, ni tampoco por supuesto, por qué escribe, ni para quién. "No tengo ni idea de por qué escribo, cada uno, pienso, vive una forma de vida y escribir forma parte de la mía. Tampoco sé para quién escribo, tal vez para mí mismo. Llego a casa y me pongo a escribir pues me encuentro a la mitad de la novela y me intereso por la trama y quiero saber qué va a pasar y en definitiva escribo para eso: para contármelo".
Algunos lectores, leídas sus tres novelas -aún apreciando las dos últimas-, se quedan con la primera. Relato de más peso, más envergadura. Mendoza no está de acuerdo con ésto.

EL REY Y LA GUAYABA
La Feria del Libro de Madrid es un pasillo ancho y largo, abovedado por las ramas tiernas de los olmos y los castaños de Indias del Retiro y flanqueado por casetas donde los libros se ofrecen con indisimulada voluptuosidad.
Son 228 expositores, firma por caseta, que dan para mucho. Minutos, horas tal vez, de hojear libros pausadamente. Allí se compran los libros que interesan, pero sobre todo los que apetece leer inmediatamente.
La Feria Anual del Libro en Madrid, ha sido un éxito rotundo, con visita espontánea del Rey. El cronista, que compraba los "Nueve ensayos dantescos" de Borges que habían salido ese día, lo vio adquirir el libro de reportajes a Gabriel García Márquez, "El olor de la Guayaba", por 525 pesetas y pagar con un billete de mil pesetas. El librero Jasier Muñoz afirma que es el libro que más se ha vendido en su "stand".
Los ensayos de Borges son una maravilla; son las anotaciones de un hombre enamorado que va por la vida acordándose de lo mucho que sufrió como hombre y como poeta compartiendo las dificultades morales que tenía el Dante al escribir "La Divina Comedia". El último ensayo, cinco páginas en cuarto menor, es la más trágica verificación del carácter ambiguo de la risa de Beatriz, Canto XXXI del Cielo. Una sonrisa parecida le atribuye Borges a la amada de los dos poemas ingleses ("Two english poems"), pero frente al espejo y en una dudosa alba de amor y desinterés.
Se espera que antes de finalizar la feria esté en venta la antología de Leopoldo Lugones, con introducción de Borges, en los libros de bolsillo de Alianza Editorial. Cerrando así, tal vez, su ciclo que incluye un excelente volumen sobre Quevedo. Afirma en la introducción que Quevedo y Góngora son caras de la misma barroca moneda para un lector de hoy.
A dos meses del estallido del conflicto de las Malvinas ha publicado esta semana Fernando Savater, joven filósofo español, ganador del premio de Ensayo Anagrama 1982, un artículo en "El País" titulado "El revés de la Trama" parodiando a Graham Green. Insiste en el escaso sentido que esta guerra tiene para quienes todavía creen en un mundo que sigue un reparto convencional del poder, y con buena intuición auspicia un destino pobre a América Latina: consolidar un ideal tercermundista, hecho de autocracia, demagogia nacionalista, y populismo analfabeto".