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Un libro inédito de Borges

Seis conferencias sobre literatura que dictó en la Universidad de Harvard en 1967.

Luis Fernando Afanador
12 de noviembre de 2001

Jorge Luis Borges
Arte poetica
Critica, 2001
181 paginas

Se ha dicho hasta la saciedad que Borges era un escritor para escritores, lo cual, sin duda, es absolutamente cierto: en sus ensayos, en sus cuentos, en sus conversaciones Borges siempre estaba reflexionando sobre la literatura, definiéndola certeramente en pocas y precisas palabras. Para cualquiera que pretenda escribir, sus opiniones constituyen un magisterio inacabable, un estímulo permanente que nunca deja de ofrecer infinitas posibilidades.

Su tema era la literatura, qué duda cabe. Sólo hablaba de autores y de libros. Es difícil encontrar a otro escritor tan consciente de la técnica, de los procedimientos, del puro artificio que finalmente es el arte. Pero quizá por resaltar lo obvio se ha insistido muy poco en la otra cara de esa abrumadora erudición: su inocencia nunca perdida. Pese a todo su bagaje cultural, Borges siempre se relacionaba con las obras —y de paso nos contagiaba a hacer lo mismo— con la emoción y el temblor de la primera vez, con la intensidad de un adolescente apasionado. Como si el hecho de conocer todos los trucos no fuera ningún obstáculo para sufrir e identificarse con los personajes. En él confluían de una manera inusual el escritor y el lector absoluto.

Hay que insistir y celebrar esa otra cara poco publicitada de Borges, hay que matizar el sesgo estrictamente intelectual que le quieren etiquetar para la posteridad. Según cuenta Ernesto Manguel, Borges en la víspera de su muerte le pidió a una enfermera del hospital de Ginebra que le leyera un último libro: Enrique de Ofterdingen, de Novalis. Días antes también le había encargado a Héctor Bianciotti, su editor francés, las comedias de Molière, los poemas de Lamartine, las obras de Rèmy de Gourmont. No se trataba de los grandes libros que admiraba y que lo habían influido, sino de los que había leído durante su juventud ginebrina. El lector emotivo y asombrado fue el elegido en aquellos instantes finales.

En Arte poética, las seis conferencias que diera en la Universidad de Harvard en 1967 —las Norton Lectures— y que hoy se han convertido en este libro póstumo, podemos disfrutar cabalmente ese placer de entender la literatura sin dejar de disfrutarla. Allí se encuentra, por supuesto, aquel tono íntimo y confesional de Siete noches y de Borges oral, dos espléndidas conferencias que también fueron recogidas en libros. No obstante, las conferencias de Arte poética poseen un estilo más despojado, quizá por haber sido pronunciadas originalmente en inglés. Junto con Two English Poems —¡qué hermosos poemas!— ya hacen parte de lo que podría llamarse el “capítulo inglés” de su obra, por cierto, bastante reducido si se tiene en cuenta la devoción de Borges por dicha lengua. Aunque aplicando sus argumentos en La música de las palabras y la traducción —una de las conferencias del libro— el mérito no es sólo suyo: el trabajo de Justo Navarro, el traductor, ha sido impecable. Enriqueció el original, mejoró su prosa. ¿Por qué no? Esta afirmación, desde luego, le habría encantado.

En Arte poética, hay referencias y frases que ya conocíamos, pero también hay gratísimas sorpresas como la memorable descripción de su encuentro con la poesía en la conferencia titulada Credo de poeta. Siendo un niño, Borges entra a la biblioteca de su padre y lo oye pronunciar unas palabras que no entiende pero que siente profundamente. Estaba leyendo Oda a un ruiseñor de Keats, “Thou wast not born for death, immortal Bird!...”. Fue toda una Epifanía: “Esos versos me llegaban gracias a su música. Yo había considerado el lenguaje como una manera de decir las cosas, de quejarse, o de decir que uno estaba alegre, triste. Pero cuando oí aquellos versos (y, en cierto sentido, llevo oyéndolos desde entonces) supe que el lenguaje también podía ser una música y una pasión. Y me fue revelada la poesía”.

No conozco una definición mejor de la poesía. Esas solas palabras justificarían el libro. Pero hay más.