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Un modelo de biografía

Por primera vez se traduce al español 'Vida de Samuel Johnson', la monumental biografía escrita por James Boswell.

Luis Fernando Afanador
8 de septiembre de 2007

Vida de Samuel Johnson
James Boswell
Acantilado, 2007
1989 páginas

Ojalá muchos grandes autores hubieran tenido un biógrafo como el escocés James Boswell. Es tan buena su biografía, que Robert Louis Stevenson llegó a decir: "Tomo un poquito de Boswell cada día, como si fuera la Biblia, y me propongo seguir leyéndolo hasta el día de mi muerte". Por eso, ha surgido la duda: ¿es Samuel Johnson una invención suya? Las opiniones se encuentran divididas. Pero no, no es una invención. O no es solamente una invención: el doctor Samuel Jonson fue un gran hombre y la figura más notable de la segunda mitad del siglo XVIII en Inglaterra. Tanto es así, que hay quienes llaman a ese período La Edad de Johnson.

Decir que fue el árbitro literario de su tiempo es decir poco. Fue, en realidad, un hombre de letras en el sentido amplio de la palabra: crítico, editor, lexicógrafo, poeta, novelista, dramaturgo y periodista. Escribió un gran diccionario de la lengua inglesa, superado sólo por el diccionario Oxford a cargo de un equipo de especialistas (valga la aclaración). Inició el culto moderno de Shakespeare. Además de editar correctamente al bardo de Avon, lo leyó resaltando sus virtudes intrínsecas y sin apelar a las autoridades del pasado. Incluso, propuso acercarse a él sin necesidad de comentaristas: disfrutando sus diálogos y su imaginación.

En un momento en que las biografías buscaban instruir y juzgar -la referencia obligada entonces era Vidas paralelas, de Plutarco-, Boswell rompe con ese esquema y propone algo distinto. Primero, la rigurosa investigación: conoció al doctor Johnson en 1763 y durante 21 años llegó a compartir con él 425 días. Lo acompañó en sus cenas, desayunos, viajes, fiestas, debates, juegos y en sus horas de tristeza. Todo esto lo registró minuciosamente en su diario; escuchó las opiniones de sus amigos y leyó con cuidado sus escritos, incluidas sus cartas. Segundo, acertó a la hora de escribir el material acumulado: logró que la vida contada se confundiera con la vida vivida. Un Samuel Johnson de carne y hueso quedó atrapado en las palabras de Boswell. Por supuesto, el resultado es un ser contradictorio. De una parte, el pensador brillante, divertido, de mente superior, que habla de cualquier tema con fluidez de sabio y tiene una curiosidad infinita por conocer a los seres humanos: "Señor, considero que se echa a perder cualquier día en que no aprendo algo nuevo". De otra, el cegatón pedante, áspero, antipático, proclive a la melancolía, de frases contundentes y en ocasiones arbitrarias: lo que dice sobre las mujeres es mejor no recordarlo. Es decir, un Samuel Johnson verdadero, sin retoques ni estilizaciones, con todas sus virtudes y flaquezas.

"He de ser preciso al máximo en cada una de las arrugas de su semblante, en cada pelo, en cada lunar", decía Boswell. Su intención fue la de retratar a su personaje prolijamente y con exactitud. De comienzo a fin, en forma cronológica desde el nacimiento hasta la muerte. Un extenso documental que podría caer en el tedio porque la vida de Johnson no fue especialmente aventurera. Sin embargo, el cronista evita ese mar de los sargazos al introducir múltiples perspectivas: Johnson visto desde el pasado, desde el presente, desde la mirada de su biógrafo y de sus contemporáneos hasta ofrecer una idea completa de lo que fue la segunda mitad del siglo XVIII en Inglaterra. Lo ayuda, además, el ritmo evidente de la narración que alterna el diario con cartas, reflexiones y conversaciones. Con su estilo fresco y fluido, los diálogos son lo mejor de este libro. Ellos, como plantea Frank Brady, crean escenas que introducen la teatralidad en el documental.

Al final, no se despeja una duda: ¿Quién es mejor? ¿Samuel Johnson, el escritor, o Samuel Johnson, el conversador? No importa, nos queda la presencia íntima de un ser extraordinario aun con sus imperfecciones (o por eso mismo). Un personaje real pero tan inolvidable como Hamlet o Don Quijote. Lo que sí se aclara es que la fama de este libro era bien merecida. Boswell es un maestro en el arte de la biografía.