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Un niño gato en el nuevo libro de Triunfo Arciniegas

El más reciente libro del escritor colombiano es una metáfora de las duras realidades a las que se enfrentan los niños de nuestro tiempo.

26 de marzo de 2013

Durante la temporada en que se empiezan a conocer algunos de los títulos que serán presentados en la próxima Feria Internacional del Libro de Bogotá, sale al mercado El niño gato, el más reciente libro del escritor colombiano Triunfo Arciniegas, quien con más de 50 títulos publicados conforma una terna de éxito con el joven ilustrador Dipacho y Ediciones SM, bajo la dirección de María Fernanda Paz Castillo y el diseño de Camila Cesarino Costa.

Después de El árbol triste y El último viaje de Lupita López, títulos de Arciniegas en la misma editorial, dedicados a los dolorosos temas del exilio y la muerte, Ediciones SM nos presenta un libro de alta factura, atractivo y sugerente.

Se destaca el diálogo entre los textos de Arciniegas y las imágenes de Dipacho: mientras el primero le imprime un tinte nostálgico y triste al relato, el otro, a través del color y la sencillez de las imágenes, abre la posibilidad de añadir elementos nuevos de información y da paso a otras lecturas.

El niño gato, más que un cuento infantil, es una metáfora de las duras realidades a las que se enfrenta un niño de este tiempo.

El protagonista se sabe distinto a los demás desde el principio, con esa certeza que solo tienen quienes crecen sin conocer a su padre o que lo pierden a muy temprana edad. Debe lidiar, además, con la tristeza de la madre y su decisión de dejar este mundo. “El niño gato creció solo, como un milagro, entre los àrboles, en los potreros, en las orillas del río, como esas plantas que enfrentan al viento, aferradas a las rocas.” Con los libros y el amor como asideros y superando hasta cierto punto una dura infancia, se convertirá en un gato adulto.

Con este tipo de libros ya no importa la edad del lector porque, de la misma manera que un niño goza la lectura, el lector adulto disfruta de la aparente sencillez de las historias, y la belleza de las ilustraciones y, de paso, mantiene despierto ese niño interior que se resiste a desaparecer.