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UN NUEVO AIRE

El nuevo ministro de Cultura, Juan Luis Mejía, asegura que la falta de plata no será excusa para <BR>impulsar el sector.

20 de septiembre de 1999

En medio del escepticismo que siempre ha acompañado al Ministerio de Cultura el
nombramiento de Juan Luis Mejía como nuevo ministro ha generado grandes expectativas. Su
experiencia como director de Colcultura du-rante tres años y su permanente contacto con diferentes
campos artísticos ofrecen una nueva perspectiva sobre el futuro de las entidades culturales en Colombia.
Semana: Desde que usted renunció a Colcultura, en 1996, hasta ahora, ¿qué cambios positivos ha notado
con la presencia del Ministerio?
Juan Luis Mejía: Lo positivo es que la cultura adquirió un estatus superior. Si uno ve la evolución de la
institución nota que antes había una pequeña oficina de educación, después una de bellas artes, después una
de extensión cultural, luego pasó en 1968 a un instituto y así sucesivamente. Pero todo eso ya evolucionó
hacia un rango superior, con más jerarquía. Lo negativo es que el Ministerio inicia su vida en la peor crisis
económica del siglo XX, y por eso las expectativas se han visto truncas.
Semana: Algunos sectores se quejan por la falta de apoyo del Ministerio, muchos lo atacan y pocos lo
defienden, ¿usted qué opina?
J.L.M.: En Colombia hay una enfermedad muy grave que es la transferencia de culpas. Yo reconozco que
hay fallas en el Estado porque a veces no hay una equitativa distribución de los recursos y hay
demasiada tramitología. Pero también, y en muchos de los casos, hay falta de gestión interna de los propios
grupos y de los artistas. El país considera que la cultura es sólo lo que hace el Ministerio y eso es un gran
error. El Ministerio es un facilitador pero no va a solucionar todos los problemas, ni mucho menos. Hay
que acomodarse a las circunstancias económicas y todos sabemos que el país no está bien en este
aspecto.
Semana: Es claro que no hay plata, entonces ¿cuál será la función del Ministerio durante su gestión?
J.L.M.: Quiero dejar algo bien claro: yo llevo 20 años en esto y nunca ha habido plata, e igual se han hecho
cosas muy buenas. Lo que pienso es que ahora, cuando hay menos, es cuando mejor hay que distribuirla.
Los administradores se conocen en las épocas de crisis y por ello hay que redimensionar los proyectos. Por
decir algo, si antes se hacía un festival con no sé cuántos invitados, pues ahora se debe reducir un poco.
Semana: De acuerdo con lo anterior, ¿cuál será el primer paso que dará como Ministro?
J.L.M.: Lo primero es determinar cuánto aporta la cultura al Producto Interno Bruto. Cuánto aportan la
industria editorial, el entretenimiento, los espectáculos, y estoy seguro de que el país se va a sorprender.
Cuando nosotros especifiquemos eso vamos a tener una visión completamente diferente de lo que es el sector
cultural porque sólo lo estamos enfocando en una óptica muy reducida. Seremos mucho más fuertes y el
país sabrá, por primera vez, lo que ello significa.
Semana: Entonces, ¿su idea inicial es cuantificar los aportes de la cultura al PIB?
J.L.M.: Por supuesto, y así generar problemas coyunturales de la industria cultural. Hacer parte del
problema del Ministerio la distribución inequitativa de los recursos. ¿Por qué nos conformamos con que el 65
por ciento de los libros circulen en Bogotá mientras hay más de 1.000 municipios que no tienen una
librería?
Semana:¿Qué otros proyectos que usted tenía por ahí guardados desde que dejó Colcultura va a desarrollar
ahora?
J.L.M.: Tengo muchos. Hay uno que me gustaría llamar 'diálogos de nación'. Yo creo que este no es el
Ministerio de Cultura sino el de culturas colombianas. El sueño mío es que el Ministerio sea el que fomente el
diálogo del país. Poner a recorrer por toda Colombia a los intelectuales, a los teatreros, a los poetas.
Semana: ¿Algo así como lo que hace el encuentro 'Crea'?
J.L.M.: Pero con otro enfoque más selectivo, sería como una segunda etapa. 'Crea' era una expedición por
el país que ya se hizo. Ya sabemos las costumbres de cada región, pero ahora hay que seleccionar lo mejor
para mostrarlo, y no sólo en el centro, la periferia es mi obsesión.
Semana: En casos concretos, la Orquesta Sinfónica de Colombia no tiene ni siquiera una sede. El
ministro Casas dijo que era imposible conseguir una. ¿Qué va a pasar con la orquesta?
J.L.M.: La orquesta me duele mucho, incluso desde Colcultura yo había tratado de dejar una sede. Es muy
duro tener una orquesta en esa situación. No hay que entregarnos, sé que será muy difícil, pero voy a luchar
por buscar los recursos necesarios .
Semana: El ministro Casas contó a SEMANA en enero que el presupuesto para 1999 era de 40.000 millones,
pero que gran parte de él se iba en funcionamiento, ¿Cómo equilibrar este aspecto?
J.L.M.: La cosa es que aparentemente hay mucha burocracia, pero si la hay no está representada en más de
60 personas de las más de 700 que trabajan con el Ministerio. El bulto más grande lo hacen las
orquestas, las bandas, la biblioteca, los museos, San Agustín, Tierradentro, pero no es tan grande como
parece, el aparato en sí es muy pequeño y en este aspecto voy a trabajar.
Semana: Mucha gente se ha vuelto incrédula a la hora de hablar del Ministerio. ¿Cómo va a hacer para cambiar
la opinión de la mayoría de los colombianos?
J.L.M.: Lo que pasa es que eso hace parte de una concepción de cultura. La gente la sigue considerando
como un divertimento, como algo ajeno a la vida cotidiana, a la profundidad del ser humano. Yo soy un
convencido del Ministerio y yo lo que quiero demostrar es que es tan necesario como cualquiera de los
otros porque tiene en sus manos el más delicado tesoro que es el alma de Colombia.