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UN TOQUE CLASICO

ESQUILO, CHEJOV, MOLIERE Y VALLE-INCLAN HABLAN EL ETERNO LENGUAJE DE LOS AUTORES UNIVERSALES EN EL FESTIVAL IBEROAMERICANO DE TEATRO.

25 de marzo de 1996

No parece lógico que en pleno siglo de ciberespacio, música atonal y energía nuclear, miles de personas en todo el mundo se reúnan ritualmente en espacios cerrados a recrear las conversaciones secretas de unos amantes de Verona o el sacrificio de una princesa griega.Sin embargo, la virginal Ifigenia y Romeo y Julieta continúan saltando de siglo en siglo, con paso seguro y un brillo indiscutible en la mirada. Alrededor de estos y muchos otros arquetipos teatrales, Occidente sigue girando, a pesar de, o a veces con la ayuda de medios más modernos como el cine y la televisión. Llenos de luz por un lado y por el otro cargados de indescifrables oscuridades, estos personajes siguen encantando con palabras conocidas e historias de finales previsibles en una época en la que el cine ha vuelto adicto al público a la acción y a los finales sorpresivos.Es el secreto de los clásicos, esos recipientes pulidos donde las obsesiones, miedos y guiños de la cultura han encontrado una forma perfecta para su contenido. Una de las fiestas dramáticas que ofrece el Festival Iberoamericano es una excelente muestra de estos dramas, aspecto bastante interesante, si se tiene en cuenta que el joven teatro colombiano, ligado visceralmente a la tradición occidental, sin embargo no se ha caracterizado por una difusión regular de los clásicos.Esta temporada empieza con la tragedia griega, esa insuperable producción del espíritu humano que desde el siglo V a. de C. deja su rastro de sangre, honores vencidos y enfrentamientos brutales entre los dioses y la frágil especie humana. El grupo Attis trae una magistral versión de Prometeo encadenado de Esquilo. El director Theodoros Terzopoulos ha abordado este clásico respetando el ascetismo ritual que tuvo la tragedia en su forma original. Así la encrucijada del héroe que se rebela contra los dioses para entregar a los hombres el fuego y la independencia desarrolla un conmovedor lenguaje corporal y gestual ascético y fuerte, que busca en la voz la memoria genética de la tragedia.Pasando a un plano más profano, y llegando al siglo XVII, la compañía rusa de Anatoli Vassiliev trae El Anfitrión, obra de Molière, uno de los grandes escritores satíricos de todos los tiempos. Es interesante resaltar el interés de este grupo por innovar la escena rusa, todavía heredera de la fuerte tendencia realista del socialismo. Vassiliev explora nuevos modelos del drama en el que la prioridad es lo abstracto y conceptual.Los antihéroes con pies en la tierra, palabras sin pergaminos y necesidades viscerales continúan su desfile en la versión lituana de Las Tres Hermanas del escritor ruso Anton Chejov. Sin duda, esta es una de las obras que no vale la pena perderse por el dinamismo de la escena en la que se reúne una perfecta coreografía de vaudeville con el impecable y rico texto. "Método formal y fantástico" es la expresión con la que los críticos del mundo han saludado este trabajo del director Eimuntas Nekrosius, considerado un genio por el famoso dramaturgo Arthur Miller.Y para terminar están los memorables esperpentos del geniecillo maligno de Ramón de Valle-Inclán. Este español independiente, apasionado e iconoclasta es revivido en el festival por el grupo La Abadía con la obra Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte que dirige su compatriota José Luis Gómez. La singular mezcla de lo divino y lo humano, de elementos rituales y misteriosos con lo grotesco y carnavalesco que caracterizan la obra de Valle-Inclán, tienen una presencia viva en este montaje repleto de máscaras y muecas.El interesante recorrido por el discreto encanto de la clásico que va de lo griego a lo esperpéntico pueden realizarlo los amantes del género a partir del 7 de marzo.