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UNA RAZON SENSIBLE

Después de 10 años sin exponer en Colombia, Eduardo Ramírez Villamizar inaugura con obras recientes la nueva sede de la Galería Diners en Bogotá.

13 de noviembre de 1995

EL PROCESO CREAtivo que ha señalado a Eduardo Ramírez Villamizar como a un maestro de la plástica latinoamericana advierte conclusiones significativas para la vida artística del continente, que se ha debatido entre la importación de modelos y la afirmación de una identidad.
A él, al igual que a otros artistas que iniciaron, bajo la esperanza de hallar nuevos horizontes, la historia de la modernidad en el arte colombiano, se le debe el hecho de haber acercado el país a la contemporaneidad cultural internacional. Su esfuerzo por comprender y visualizar la realidad moderna a través del lenguaje geométrico representó en la década del 50 (momento en el cual inicia su carrera) la bienvenida a cánones que a un mismo tiempo marcaron el inicio de una nueva historia y el cuestionamiento hacia la utilización de convenciones del pensamiento occidental lejanas del sentido de lo propio o lo vernáculo.
Su obra actual advierte esos contenidos, pues mantiene junto a la lección geométrica heredada del constructivismo ruso, del minimalismo norteamericano y de otras manifestaciones abstractas, pictóricas y escultóricas, que se han desarrollado a lo largo del siglo, un interés creciente por investigar la imagen y la síntesís a través de la cual se expresó el hombre precolombino, y por lo mismo en la que se puede comprender la tradición americana.
Los trabajos expuestos en la nueva sede de Diners pertenecen a la serie que iniciò despues de su primer viaje a Machu Picchu en 1980. Con ellos ha desarrollado un planteamiento escultórico en el que se impone una lectura actual del a diseño y la arquitectura incaica, así como un reclamo hacia la universalidad, vigencia y clasicismo que halla en ese patrimonio.
Reflexión que le ha permitido presentar una abstracción de América, con códigos contemporáneos en la escena internacional, y que ha introducido elementos novedosos a su obra, que son los que le han brindado la posibilidad de la renovación, así como de debatir una posición mística y romántica en medio del rigor de la geometría. En sus primeros años de carrera, señalado por la crítica de arte Marta Traba como el primer artista nacional que desarrollaba con bases sólidas un trabajo abstracto geométrico valioso, buscó la verdad racional e inteligente del arte en la construcción de una poètica que se explicaba a sí misma, y en la que sus contemporáneos y tempranas influencias intentaban encontrar, en toda su concreción, al hombre del mundo moderno. Con el paso del tiempo ha ido sumando nuevos puntos de vista a esa posición, lo cual lo ha llevado a estructurar un discurso en el que cuentan la calidad intrínseca del material con los elementos de tiempo, historia, emotividad y vivencias que éste conlleva, así como referentes estéticos que ha indagado en la creación precolombina y en el carácter orgánico de la naturaleza. Esa exploración lo condujo a conclusiones como las que ofrece su obra de hoy, con la cual sin duda se puede apoyar el argumento de un arte moderno latinoamericano que ya ha madurado un proceso que, aunque inició tardíamente y sin raíces, encontró nuevos nutrientes y alternativas en un pasado que apenas se planteaba recuperar.