Home

Cultura

Artículo

Patrizia Ritano, directora del equipo de restauradores del Opificio Delle Pietre Dure de Florencia, uno de los laboratorios de restauración de arte estatal más prestigiosos de Italia, interviniendo el cuadro ‘La Madonna del Jilguero’, de Rafael

ARTE

Una restauración de ‘la madonna’

Luego de 10 años de trabajos, la pintura más famosa de Rafael vuelve a ser expuesta en Florencia.

15 de noviembre de 2008

Una década

fue necesaria para que el público pudiera apreciar de nuevo una de las obras más importantes del renacimiento italiano. La Madonna del Jilguero, también conocida como la Madonna del Ruiseñor o del Cardellino, desde el próximo 23 de noviembre y hasta marzo de 2009 estará expuesta en el Palacio Medici de Florencia. Luego, el cuadro de Rafael será devuelto a la sala número 26 de la Galería Ufizzi en la misma ciudad, uno de los centros de arte más respetados del mundo.

Cincuenta personas, bajo la dirección de Patrizia Ritano, intervinieron en el minucioso proceso de restauración. Consiguieron lo que muchos creían un imposible: desaparecer la película de suciedad acumulada durante siglos. Las mejillas de la Madonna, así como su manto y los paisajes de la Toscana, recuperaron los colores originales con los que Rafael pintó en 1506 este óleo sobre madera que representa a la Virgen con el Niño Jesús y Juan Bautista. La obra revela a María sentada con Juan el Bautista entregando un jilguero a Jesús como una advertencia de su muerte violenta. El pájaro estuvo asociado frecuentemente a la crucifixión.

Los análisis con rayos X, así como técnicas láser y microscópicas, permitieron ver las fracturas entre las piezas que había sufrido esta pintura cuando, en 1547, luego de un terremoto, fue destruida y reducida a 17 fragmentos que se encontraron bajo los escombros de la casa de su amigo Lorenzo di Bartolomeo Nasi, a quien le habían obsequiado el cuadro como regalo de bodas. Ridolfo di Ghirlandaio, contemporáneo de Rafael, usó tornillos para unir las piezas y luego pintarlas para esconder las fracturas. Más tarde, la obra formó parte de la colección de la poderosa familia Medici, que encargó varias intervenciones con el objeto de cubrir las señales de las fisuras. Durante el proceso de restauración se detectaron esas malas restauraciones que terminaron por dañar y hasta cambiar el original. La esquina inferior izquierda tuvo que ser completamente rehecha, así como un rectángulo correspondiente a la pierna de Jesús. La profunda limpieza del cuadro logró hacer visibles detalles que no se sospechaba que pudieran existir, como algunas plantas en el fondo. Una reflectografía de rayos infrarrojos puso en evidencia un dibujo preliminar muy distinto al que se apreciaba. Las diferencias respecto a la obra acabada incluían el escote del manto de la Virgen, que en el original era más mórbido, y la oreja de Juan Bautista, que terminó en una posición más alta. Y con respecto al paisaje, el puente a la derecha era del todo inventado, mientras que a la izquierda debía aparecer una torre y un edificio cilíndrico, que en el cuadro se habían transformado en un espacio abierto.

De los 10 años que demoró el proceso, se invirtieron dos en el estudio de la obra antes de tomar la determinación de intervenirla. Los restauradores temían que los resultados no fueran satisfactorios por la fragilidad del cuadro. Pero hoy, la obra maestra del pintor renacentista, que muchos ponen a la altura de Miguel Ángel y Leonardo, florece de nuevo en Florencia. n