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VUELVE Y JUEGA

La segunda parte de "Cazafantasmas" demuestra que sí hay buenas segundas partes.

20 de noviembre de 1989

"Los cazafantasmasmas II"
Dirigida por Ivan Reitman - Comedia Con Bill Murray, Dan Aykroyd, Sigourney Weaver y Harold Ramis.

La última vez que los cazafantasmas hicieron de las suyas, tratando de salvar a Nueva York de un descomunal muñeco de mashmellow cuatro años atrás, recibieron un duro castigo por parte del alcalde: les quedaba prohibido ejercer su oficio, así la ciudad estuviera a las puertas del infierno. Por eso ahora, al ser retomada la historia con el mismo director, los mismos guionistas y actores y los mismos técnicos, los personajes están relegados a una condición infame. El doctor Venkman (Murray) aparece en un desacreditado programa de televisión; Ray Stantz (Aykroyd) y Winston Zeddemore (Ernie Hudson) trabajan como payasos en fiestas infantiles, mientras el cuarto cazador, Egon Spengler (Ramis), sigue investigando sobre fenómenos parasicológicos. Su amiga Dana Barrett (Sigourney Weaver, más sensual y hermosa que nunca), se ha casado y separado, y tiene un bebé de ocho meses, llamado Oscar, mientras trabaja como curadora en el Museo de Manhattan. Aquí comienza la pesadilla.

Dana pasea con su bebé, tranquilamente, se detiene un momento y de pronto el coche cobra vida, arranca en una loca carrera entre automóviles y transeúntes, provocando frenazos y maldiciones y sorpresa entre todos hasta cuando logra ser atrapado de nuevo. Mientras tanto, en el Museo la pintura del rey Vigo de los Cárpatos cobra vida y sus ojos se encienden, a tiempo que una sustancia gelatinosa y rosada comienza a aparecer en distintas zonas de Manhattan. Inactivos durante estos cuatro años, los cazafantasmas reanudan sus funciones a pesar de la prohibición oficial.

Durante los meses del verano norteamericano, la época ideal para el lanzamiento de las películas masivas, "Cazafantasmas II" estuvo entre los cinco titulos que sobrepasaron la cifra de los 100 millones de dólares recaudados en taquilla. Mirándola, uno entiende por qué. La dosis de humor negro, escenas disparatadas, homenajes al absurdo y la fantasía, además de los sorprendentes recursos técnicos que contiene (la sobreimposición de los cuerpos etéreos de los fantasmas, el acoplamiento perfecto de esos espíritus que vuelan, destruyen y contaminan la realidad que los persigue, además del uso de maquetas y miniaturas que alcanzan una verosimilitud impactante, mientras la acción ya no puede detenerse), logran atrapar al espectador más renuente a esta clase de películas.

El principal elemento de esta película es el humor permanente, gracias a la coincidencia de un auténtico especialista como el director Ivan Reitman y los actores, quienes figuran entre los cómicos más populares de Hollywood. Reitman tiene en su carrera comédias estupendas como "Gemelos", Meatballs, "Pelotón chiflado" y un drama como Legal Eagle, con Robert Redford, luego de haber realizado en televisión el programa National Lampoon's Animal House, un auténtico manicomio.

Ese humor jamás disminuye y aun en los momentos supuestamente más tensos, como el secuestro del bebé en cuyo cuerpo quiere ubicarse el espíritu del rey Vigo, el de la pintura del Museo, el espectador siente que debe reírse porque entiende que toda la trama, todos los recursos técnicos, todos los diálogos chispeantes, todos los muertos que regresan a perturbar a los vivos están concebidos con ese propósito, convertir la historia disparatada en una carcajada permanente.

"Cazafantamas II" es la prueba elocuente de que Hollywood no andaba descaminado en su tesis sobre la rentabilidad de las secuelas de historias que ya habían probado su popularidad y por eso este año películas como "Indiana Jones III", "Arma mortal II", "Viaje a las estrellas V" "Karate Kid III', "Aguila de acero II", entre otras, hacían reincidir a los espectadores en situaciones y personajes conocidos.

Ivan Reitman tiene una teoría curiosa sobre por qué funciona el humor como el de su película alocada: "Es que la gente tiene un sentido del ridículo, sabe cuándo unos personajes y una historia están burlándose de algo más serio y trascendente, y se siente liberada de la carga pesada de lo dramático y lo sustancial, y al sentirse reflejada en esa película se divierte, se expande, se contagia con los demás y asi se crea una atmósfera propicia y grata para la diversión. Entonces, ya no hay quién le quite las ganas de réírse, como sea, aunque en el fondo sienta que el primer damnificado de esa burla es él mismo, el espectador de la butaca".-