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ZOO-TELEVISION

Un nuevo programa de humor deja boquiabiertos a los colombianos...sin que se sepa muy bien porqué.

31 de diciembre de 1990

Nadie lo esperaba. Su lanzamiento no fue precedido por ninguna campaña de expectativa, ni se ofreció coctel alguno para dar a conocer a sus protagonistas. Pero Zoo-ciedad, el nuevo programa de humor de la programadora Cinevisión, se convirtió, de la noche a la mañana, en el show que todas las personas que lo han visto comentan, para bien o para mal.
Para algunos, el asunto es incomprensible. Un par de presentadores, que reflejan en su físico y en sus actitudes al promedio del personaje colombiano de televisión, aparecen ante las cámaras en actitud de revista de actualidad. El (Emerson de Francisco) tiene un aire de eterno universitario, y ella (Pili) parece recién egresada de alguna facultad de comunicación social.
Lo que viene después es una sucesión de locuras. Los presentadores dan paso a un noticiero, en el que el "anchor man", Emerson De Francisco, es una versión corregida y aumentada de William Restrepo. De Francisco no sólo lee las "noticias", sino entrevista al "personaje invitado", que, por supuesto, es él mismo, transformado a alta velocidad, delante de las cámaras, con la ayuda de una maquilladora.
La sección de "video" no resulta menos delirante. En uno de ellos, por ejemplo, una lanzadora derriba con su jabalina a un avión de caza. En otro, el presidente Barco aparece casi bailando con su estado mayor.
En un segmento diferente, un cuestionario en forma de test pregunta a los televidentes qué tanto saben de los aguinaldos.
¿Será que el de "hablar y no contestar" es lo que pasa en los talleres cuando uno va a preguntar por la garantía?
La idea de un programa de contenido satírico no es nueva, y los colombianos recuerdan famosos noticieros bufos en la radio. En televisión, en cambio, el humor crítico del tipo de Zoo-ciedad no tenía antecedentes.
En efecto, aunque otros han incursionado en la sátira, la comicidad ha caído, como regla general, en los viejos esquemas del costumbrismo. No importa el contenido, siempre el chiste termina corriendo por cuenta del acento caleño, pastuso, costeño, paisa, de los protagonistas.
La aproximación de Zoo-ciedad, en cambio, es eminentemente intelectual, y allí es donde nacen las mayores alabanzas, pero también las críticas al programa. Para muchos, sus chistes resultan incomprensibles, porque para entenderlos hay que tener un cierto grado de cultura, Esa, sin embargo, es una crítica que el director, Francisco Ortiz, responde sin dudas: "Nosotros creemos que al televidente colombiano no hay que subestimarlo. El temor de hacer humor inteligente se basa en la presunción de que la gente no va a entenderlo, y eso no es necesariamente cierto en todos los casos. Precisamente uno de los comentarios que más nos ha impresionado es el de una señora que nos dijo que al programa había que aprender a verlo, y eso es algo que consideramos de por si, valioso" .
Se trata, sobre todo, según los guionistas, de hacer algo irreverente, pero no irrespetuoso, de rescatar el humor urbano. Un humor un poco negro, subterráneo, de estirpe anarquista e iconoclasta.
Sus orígenes remotos están en una célebre revista "Underground" de los años 80, que era editada en Bogotá, (cuando la inspiración lo permitía y los fondos estaban al alcance), por un grupo de creativos bogotanos. Los pocos números de "Chapinero" que salieron al mercado, (si se le puede llamar así a su red de distribución mano-en-mano) son hoy preciados elementos de colección. Esos mismos elementos que realizaban esa revista, son los "autores intelectuales" de Zoo-ciedad. Karl Troller, Eduardo Arias y Rafael Chaparro están empeñados en atacar los medios de comunicación electrónicos. Pero el tránsito de esos orígenes remotos al lenguaje televisivo, cobra su tarífa.
Esa tarifa está cifrada, por ejemplo, en las limitaciones propias de la TV, que hacen que muchos temas que sobre el papel "suenan" maravillosamente, en imnágenes no tanto. Y como dice Arias, "tenemos que autolimitarnos para evitar los temas que puedan resultar elitistas, o al menos locales. Por ejemplo, eliminamos una nota sobre los bares rockeros de los bares de la Candelaria, en Bogotá, porque pensamos que en el resto del país podría resultar incomprensible".
Zoo-ciedad nació por de la inquietud de Cinevisión de hacer un programa de humor, pero con el requisito de que fuera algo novedoso. Una cosa llevó a la otra. Paula Arenas, la gerente general, había conocido a Chaparro en la universidad, y había sido lectora de "Chapinero". Una cosa llevó a la otra y Eduardo Arias trajo al presentador, Jaime Garzón, a quien ya se le conocía, una pasmosa capacidad de imitación de personajes. Y Garzón trajo a Elvia Lucía Dávila, "Pili".
Para sus realizadores, la clave de Zoociedad está en la novedad, y en el reciclaje de las imágenes y las ideas. Novedad, entre otras cosas porque todos los que intervienen son jóvenes y nuevos en el medio. Por ejemplo el director Francisco Ortiz, bogotano de 37 años, aunque tiene gran experiencia en la realización de comerciales (uno muy famoso es el Himno Nacional, que se pasa actualmente), hace sus pinos en materia de programas Esa novedad, que ellos definen como la ausencia de vicios y taras, ha dado sus frutos en un sentido que no esperaban: el programa ha tenido éxito entre los niños .
El concepto de reciclaje recoge la comicidad implícita en todas las situaciones que registra la televisión. Eso permite, por ejemplo, que Zoo-ciedad "recicle" porciones de video que, editadas, dejen ver el ingrediente cómico. Cuando se imitan a los personajes, no se les pone en su boca actitudes o temas que la "víctima" no hubiera dicho. Si, se imita a Abelardo Forero, su tema, así sea bufo, es la historia.
No todo es, color de rosa. Los críticos de TV creen que la idea de Zoo-ciedad es novedosa y muy televisiva, y que tiene un gran manejo de la palabra.
Pero la realización presenta altibajos, y se corre el riesgo de que los filones que se explotan, como la imitación de personajes, caigan en lo repetitivo. Y no faltan quienes digan que, sencillamente, el programa es un "bodrio" incomprensible.
Eso puede ser cierto o no. Pero con su capacidad de tomar el pelo sin chistes de doble sentido, y sin apelar a las reacciones primarias de los televidentes, Zoociedad ha puesto un grano de arena en un medio en el que la mediocridad asalta por todas partes.



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