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ABRIENDO CAMINO

Las 'rallies' entran a competir en popularidad con la fórmula 1 y la Indy Car.

12 de octubre de 1998

La situación de la escudería Williams de Fórmula 1 es algo que no pocos habían vaticinado. El equipo británico, ganador de los últimos cuatro títulos de constructores, pasó de ser el principal protagonista del campeonato a ocu-par un lugar secundario en la actual temporada detrás de McLaren y Ferrari, dos casas a las que había dominado sin mayor problema los años anteriores. La razón principal para que este año el equipo de Jacques Villeneuve esté ubicado en un distante tercer lugar en la pelea por el título no es otra que el abandono de Renault como proveedor oficial de los motores para los monoplazas Williams. Y la causa para que los fabricantes franceses hayan tomado la decisión de abandonar el gran circo cuando lo dominaban a su antojo es una: tienen los ojos puestos en un horizonte que parece mucho más prometedor, el de los rallies.
Los motivos por los cuales este tipo de pruebas resultan tan atractivas para fabricantes, patrocinadores y espectadores son varias. Para comenzar, los rallies son las únicas competencias que se disputan en todos los rincones del planeta. Las carreras se desarrollan por igual en lugares tan exóticos como Mongolia, Kenia o Finlandia, así como alrededor de importantes ciudades como París, Montecarlo o Buenos Aires. En contraste, la Fórmula 1 concentra la mayor parte de su actividad en Europa y su rival, la Indy Car, en Estados Unidos.
Esta circunstancia ha resultado muy llamativa para los patrocinadores, pues mientras en la Fórmula 1 los productos sólo son anunciados durante las 16 carreras que conforman el campeonato mundial, en la temporada de rallies ese mismo anuncio es visto en las 60 competencias que componen el campeonato de la especialidad, disputado en 55 países de los cinco continentes. El hecho de que no sólo compitan autos sino motos y camiones convierte a los rallies en una actividad atractiva para un gran número de empresas con deseos de penetrar en nuevos mercados.
Aunque las carreras más conocidas son las de Montecarlo y el París-Dakar, una temporada completa puede llegar a contar, según datos de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), con un promedio de 1.750.000 espectadores. En contraste, la Fórmula 1 logra agrupar en las tribunas a 680.000 fanáticos durante el año y las competencias de la Indy Car llevan a cerca de un millón de fanáticos a los circuitos .
Por otra parte, mientras la Fórmula 1 es un exclusivo club de 11 escuderías y ocho fabricantes de motores, el campeonato de rallies lo disputan 30 empresas automotrices de todo el mundo, como la BMW, la Fiat, Mitsubishi, Citroen, Peugeot y Volvo, entre otras. Para la mayoría de estas compañías, en términos de mercadeo, es mucho más fructífero un triunfo en un rally que en un circuito de Indy Car o una prueba en Fórmula 1. Una victoria es la garantía de que el auto ganador es capaz de soportar con éxito el trajín en un desierto árabe a 50 grados centígrados de temperatura o en una trocha de un nevado bosque sueco, algo que suele impulsar las ventas, pues estos vehículos tienen las características básicas de los que son ensamblados y luego vendidos en los concesionarios a cualquier parroquiano.
Por último, existen dos elementos determinantes en el progreso de los rallies. El primero son los costos. Mientras que un aficionado sólo debe ubicarse en el borde de una carretera para apreciar la competencia, un fanático de Fórmula 1 debe sacar de su bolsillo 200 dólares para conseguir un lugar aceptable en la tribuna. Aquellos que deseen una mejor panorámica deben estar dispuestos a pagar hasta 500 dólares. El otro es la infraestructura. Los rallies pueden ser disputados prácticamente en cualquier lado y no necesitan de escenarios especiales. En cambio en la Fórmula 1 o la Indy Car un circuito demanda millonarios esfuerzos. Sin ir muy lejos la semana pasada, en medio de la crisis económica, la federación rusa de automovilismo anunció a la FIA su intención de construir un autódromo en Moscú para ingresar al circuito en el año 2002. El valor estimado de este escenario es de 950 millones de dólares.
Ante semejante panorama no son pocos quienes creen que los rallies podrían no solo disputarle la popularidad a la Indi Car o a la Fórmula 1, sino pasar a comandar el circuito internacional automovilístico en un futuro no muy lejano.