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El banco holandés ING, que ha registrado pérdidas dos años consecutivos y que despidió 7.000 empleados, no proseguirá su patrocinio de 77 millones de euros a Renault en 2010.

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Bandera roja en la Fórmula 1

El derroche de champaña y de dinero en la Fórmula 1 llegó a su fin. El desplome de la economía mundial y la crisis automotriz tiene en jaque a la fiesta de la velocidad que empezó su nueva temporada.

Nathan Matías Jaccard de Semana
30 de marzo de 2009

El pasado domingo, en el Albert Park de Melbourne, se dio la largada de la temporada de Fórmula 1 en el Gran Premio de Australia. La sorpresa fue el doblete del flamante Brawn GP, con la victoria de Jenson Button y el segundo puesto del veterano brasileño Rubens Barrichello. Pero más allá de saber qué piloto tuvo la vuelta más rápida, en 2009 la categoría reina del automovilismo compite por algo más que vital: la carrera contra la crisis.

Desde la temporada pasada los indicadores de la Fórmula 1 están todos en rojo. La debacle empezó en mayo 2008, cuando la escudería japonesa Super Aguri se declaró en bancarrota y abandonó la categoría. El anuncio no pasó a mayores, pues en dos años de campeonato su mejor resultado fue un sexto puesto y se mantenía en un equilibrio económico precario.

El golpe fue peor cuando a principios de diciembre 2008 Honda se retiró de la Fórmula 1. Por causa de la recesión económica el fabricante de autos no podía seguir gastando 300 millones de euros al año en bólidos de última tecnología. Por suerte para el espectáculo la escudería japonesa fue comprada por su director técnico Ross Brawn, pero a pesar del doblete histórico en Melbourne de Brawn GP, anunciaron el despido de 430 trabajadores, casi un tercio del total de su nómina.

Toyota, que fue el primer fabricante de autos en 2007, sufrió perdidas de 1.200 millones de euros a raíz de la crisis, que casi lo sacan de la Fórmula 1. “Nuestro presupuesto de F1 fue recortado una y otra vez, no puedo poner una cifra sobre el recorte, pero nunca había visto uno así”, dijo el presidente de la escudería Toyota, Tadashi Yamashina. Incluso constructores históricos como Mac Laren o Ferrari, donde los pilotos y directivos cuestan cerca de 80 millones de euro al año, anunciaron recortes de personal y planes de ajuste para reducir los gastos.

Para rematar este panorama negro, varios patrocinadores anunciaron su retiro de la Fórmula 1. El banco holandés ING, que ha registrado pérdidas dos años consecutivos y que despidió 7.000 empleados, no proseguirá su patrocinio de 77 millones de euros a Renault en 2010. Por su parte el banco Credit Suisse, Intel y Petronas no auspiciarán más la escudería BMW Sauber, dejándole un hueco de más de 55 millones de euros en el presupuesto.

El caso de Williams F1 es el igual de dramático. Su principal patrocinador, la Royal Bank of Scotland (RBS), que perdió 40 billones de euros y tuvo que ser intervenido por el gobierno británico, no renovará el contrato en 2010. El equipo de Sir Frank Williams sufrió antes el abandono de Lenovo y Baugur, lo que unido a RBS significa una pérdida de 50 millones de euros anuales. La escudería británica, donde corrió el colombiano Juan Pablo Montoya, se mantiene a flote gracias a un préstamo de 15 millones de euros del gurú de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone.

Más televisión y menos gradería
Por el lado del público, la temporada pasada registró ganancias de 300 millones de euros gracias a las entradas a los circuitos. Pero se teme que muchos aficionados se dejen las graderías y se queden este año delante de sus televisores.

La asistencia al Gran Premio de Australia fue la más baja desde que Melbourne está en el calendario de la Fórmula 1 y para la carrera siguiente, en Malasia, ya se constató una baja de 20 por ciento en las ventas. Pero los grandes sacrificados son sin duda las zonas VIP, donde los grandes equipos invitaban a cientos de modelos, actores, celebridades y empresarios a zonas exclusivas con champaña, degustaciones de grandes chef y suntuosos ‘souvenirs’. Un lujo que en el último Gran Premio de Australia le costó a BMW 500.000 euros. Por el lado de los derechos televisivos la Fórmula 1 se ha salvado hasta ahora, pues los contratos habían sido negociados antes del desplome de la economía, pero se teme que para la temporada 2010 estos puedan caer con fuerza.

Los síntomas son alarmantes y para muchos no es descabellado decir que la Fórmula 1 esté corriendo el riesgo de desaparecer. Incluso Max Mosley, presidente de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) que regula la categoría reina de la velocidad, dijo que “se volvió obvio que la Fórmula 1 es insostenible. Si no lo solucionamos antes de 2010, estaremos en serias dificultades”.

El último mes la FIA y la Asociación de Equipos de Fórmula Uno (FOTA en inglés) han tratado de coger el toro por los cachos, haciendo todo tipo de propuestas para reducir los costos del deporte. Ya prohibieron las sesiones de entrenamiento por fuera de los fines de semana de carrera y se va a limitar el uso de túneles de viento, que afinan la aerodinámica de los autos. Otra de las medidas adoptadas es tener motores con el doble de vida y con menos revoluciones por minuto para evitar el despilfarro que a veces caracterizaba los grandes equipos.

Para 2010 la FIA propone que algunas escuderías se acojan voluntariamente a un riguroso plan de control financiero donde los presupuestos no puedan pasar de 31 millones de euros. A cambio, estos equipos podrán correr con una carrocería más eficiente, alerones ajustables y motores sin límite de revoluciones ni congelación en su desarrollo. La idea es incentivar la ingeniería inteligente y recursiva y no la que se basa en el tamaño de la chequera. Pero para muchos el tope es irreal, pues en 2008 las 11 escuderías se gastaron más de 3.000 millones de euros.

Aunque hay que ver que otras medidas la FIA pueda tomar, José Clopatofsky, director de la revista Motor, dijo a Semana.com que “no se trata de hacer una Fórmula1 barata, no se puede hacer un bólido con tecnología de un taller de mecánica. La idea es que la categoría sea más asequible y que puedan ingresar equipos pequeños pero que sean competitivos”. Y si, muchos como el ex-corredor Eddie Irvine creen que la crisis “igualará un poco las cosas, el dinero no ha mejorado el espectáculo, lo ha empeorado”.

Así, el desplome financiero podría ser una oportunidad para tener una campeonato más reñido, con un mejor espectáculo y más agilidad. Puede que la sorpresiva victoria en el Gran Premio de Australia de un equipo chico como Brawn GP presagie un campeonato emocionante, pero falta ver si la multitud de nuevas medidas serán suficientes para que la Fórmula 1 sobreviva.