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| Foto: Twitter: @jamesdrodriguez

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La revancha de James ante Zidane tendrá su nuevo round en el Bernabéu

Si en algo coinciden quienes conocieron de niño a la estrella de la selección Colombia, es que nunca le ha gustado perder. Aunque no lo reconocieran en público, el técnico del Real y el colombiano, tenían este miércoles un juego aparte.

25 de abril de 2018

James Rodríguez se ponía a llorar cada vez que Academia Tolimense no podía ganar un partido. En esa ápoca tenía siete años y entrenaba en una desastrosa cancha de tierra en la segunda etapa del barrio Jordán de Ibagué.

Las lágrimas de James, recuerda el técnico Yul Breiner Calderón, reflejaban la impotencia de un niño al que no le gustaba perder. Desde esos años fue forjando la mística con la que continuó asumiendo el fútbol. Y la vida en general.

Este miércoles James llegó al Allianz Arena, de Múnich, a jugarse uno de los partidos más importantes de su carrera. Era el día de la revancha, era el día de poner toda la carne sobre el asador.

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Pocas veces el fútbol sirve en bandeja de plata un banquete tan interesante como el que comenzó a verse en la semifinal de la Champions. Y James, aunque no lo hubiese dicho ante un micrófono, lo sabía. Su salida por la puerta de atrás del Real Madrid era el antecedente que esta en boca de los aficionados y de la prensa mundial.

Pero el escenario no era un set de telenovela. El fútbol a ese nivel ameritaba una preparación milimétrica. Los rivales que tenía el Bayern en frente requerían de un esfuerzo adicional. Del otro lado estaba Cristiano, el monstruo, el hombre que llevaba once goles seguidos en Champions.

El primer tiempo de James fue perfecto. Sus pases hablaban por sí solos. Estaba concentrado, enchufado. En el minuto 27, el colombiano hizo la asistencia para el primer gol del equipo alemán. El estadio vibró y James, lejos de lo que se había dicho, celebró la anotación con potencia, con euforia. Se encaramó encima de Kimmich y gritó a lo que le daban los pulmones.

El partido no bajó en intensidad. Tanto así que al poco tiempo el partido se puso en tablas, gracias a un gol de media distancia de Marcelo. El Allianz Arena enmudeció.

Para el segundo tiempo el juego para el Bayern se complicó, pese la precisa actuación de James en los pases. Era el que sacaba al equipo hacia delante. No erró ninguno. Zinedine Zidane, desde el banco, movía sus fichas. Sacó a Isco y le dio la oportunidad a Asensio, el verdugo. Porque fue él precisamente quien, en un contragolpe, puso a ganar al Real Madrid. Mister Chip (Alexis), el periodista deportivo más seguido en Twitter, sentenció: “Lo mismo que el año pasado, si perdonas al rey de Europa, estás muerto. ¡Asensio!”.

A partir de ese momento el Bayern se convirtió en una máquina de presión. Sin embargo, cuando se llegaba el momento de convertir, aparecía la mano salvadora de Keylor Navas. James no bajaba la cabeza. Aparecía defendiendo, aparecía atacando.

A partir del minuto 75, el juego entró en una especie de adormecimiento que solo era trastocado cuando tomaba el balón Franck Ribery, que hacía magia en una sola baldosa. Aún así no era capaz de meterla.

No hubo un segundo en el que James bajara los brazos. En los últimos minutos el juego se tornó enredado. El Real Madrid se metió atrás a defender su hazaña, esa que para ese momento los dejaba a expensas del la estrella número 13.

Hasta el minuto 90, Zidane se estaba saliendo con la suya, demostrando que su equipo tenía la pinta de campeón. Al Bayern le faltó suerte, exactitud, eso en lo que los alemanes son expertos, eso que en instancias tan decisivas hace la diferencia. La revancha por ahora la ganó Zidane. Pero en la Champions no todo está dicho. Hacen falta 90 minutos. Quienes lo conocen desde niño, saben que para el próximo partido en el Bernabéu James sacará su casta, la que se le vio en el Mundial de Brasil.