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CIRCULO VICIOSO

La Dimayor eligió nuevo presidente, pero el panorama del fútbol colombiano no varia.

La asamblea de la Dimayor que se inició en Santa Marta y concluyó en Bogotá supuestamente trajo nuevas medidas al fútbol colombiano. Tras una difícil elección en la que también figuraron como candidatos Jaime Castro, antiguo presidente, y Guillermo Cortés, salió elegido León Londoño. El fútbol profesional quedó otra vez en las mismas manos y, para muchos observadores, no se ve un panorama claro. Las medidas "positivas" determinadas en la asamblea a duras penas intentarían frenar las condiciones establecidas por los dueños de los equipos el año pasado, en el sentido de prohibir que una persona sea socia de más de un equipo y, por otro lado, de que una persona sea dueña del pase de un jugador. De ahora en adelante, el pase del jugador volverá a ser patrimonio del club. También se aprobó un nuevo sistema para el torneo rentado. El campeonato del 83 se jugará primero en dos grupos de siete equipos cada uno. Según su posición en esta parte del campeonato, los equipos reciben una bonificación. En la segunda parte, los equipos jugarán una ronda todos contra todos y los tres primeros recibirán una bonificación. Una suma de puntos de ambos torneos y las bonificaciones clasifican ocho equipos al octagonal final, que se jugará como el año pasado, todos contra todos.
La otra gran decisión de la Dimayor fue la de permitir la inscripción de siete extranjeros por equipo, de los cuales cinco pueden jugar en cada partido. Para muchos, esta medida refleja una mentalidad cuyo interés se centra más en el espectáculo que en el futuro del fútbol colombiano. Las pretensiones de volver a los días del Dorado trayendo jugadores extranjeros, le quitan oportunidades a los jugadores colombianos. A éstos se les pide mucho a la hora de representar al país con la camiseta de la selección Colombia, pero se les olvida que los han dejado esperando años preciosos, sentados en un banco, ante la indiferencia de un técnico extranjero que prefiere ver a sus compatriotas en el campo cobrando los premios por partido ganado.
"Quiero unir la rama aficionada con la profesional", dijo emocionado León Londoño al conocer su elección. Habrá que esperar que esta frase sobrepase las buenas intenciones. Algunos dirigentes sueñan con las escuelas de fútbol, quisieran convertir los equipos en verdaderos clubes, les gustaría que Colombia fuera una potencia del fútbol suramericano, pero cada vez que se reunen, cada vez que cambian de presidente y de planes, se transan por la más fácil, que es invertir en el espectáculo que se avecina y no en un futuro que da sus frutos en cinco años. El próximo seis de marzo se inicia el campeonato. Los colombianos podrán ver a los Babington, los Carnevalli, los Joao Francisco y los Sapuca defendiendo los colores de los catorce equipos nacionales. El espectáculo promete mucho. Al menos eso creen los dueños de los equipos.