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CON HONOR

Nacional vendió cara su derrota ante el Milán por la Intercontinental de Clubes.

15 de enero de 1990

El mejor equipo del mundo, el Milan, de Italia, necesitó de los 90 minutos reglamentarios y de un alargue de media hora para hacer realidad su último sueño: la Copa Intercontinental de Clubes. Porque el Nacional, de Medellín, su rival del domingo pasado en Tokio, vendio muy cara su derrota.
En los días prevíos el encuentro, la prensa internacional se inclinó a favor del Milán. Considerado como el mejor equipo del mundo, el cuadro italiano cuenta en sus filas con buena parte de los genios del actual fútbol europeo. Además, está respaldado por Silvio Berlusconi, magnate de la televisión y uno de los hombres más ricos del mundo. Por los lados del Nacional, la prensa europea, especialmente la italiana, se dedico más a hablar de los vínculos entre el deporte y el narcotráfico y descuidó el aspecto técnico.
Pero la sorpresa fue grande cuando, a partir del pitazo inicial, los hombres de Maturana mostraron que no estaban pintados en la pared y que tenían elementos suficientes para contrarrestar las diferencias tácticas del adversario. Los primeros diez minutos constituyeron el mejor pasaje del cuadro colombiano. Los italianos se sorprendieron con el toque a ras del piso de los colombianos y tardaron bastante en acomodarse a este estilo. El Nacional, consciente de la buena estatura de los rivales, no rifó el balón en el juego aéreo y a la hora de los saques de arco el propio René Higuita se encargaba de ir armando las salidas con sus defensas. Fue durante esos primeros minutos que John Jairo Trellez se acercó por primera vez al arco de Giovani Galli, pero le pegó mal al balón y lo envió lejos de la cancha. Poco a poco el Milan fue encontrando su ritmo y a partir del minuto 15 de la primera parte el juego se concentró en la mitad del campo. Nacional, afectado en días recientes por las lesiones de hombres claves, como Luis Alfonso Fajardo, encaró el partido con una nómina netamente defensiva en la que sobresalieron los volantes de contención Leonel Alvarez, Ricardo Perez y Níver Arboleda.
El primer tiempo terminó practicamente sin jugada de riesgo para los arqueros. Era claro que el Nacional no aparecía como un equipo improvisado y que su disposición táctica en el terreno era el resultado de un cuidadoso análisis del rival. Pero también estaba claro que los paisas se veían flojos en el ataque, a Trellez le quedaba difícil pelear solo con los gigantes Maldini y Ancelotti, aunque la defensa italiana no pudo aplicarle fácilmente su táctica del fuera de lugar, pues las veces en que arranco Trelléz lo hizo desde la mitad del campo.
Francisco Maturana decidió comenzar la segunda etapa con dos hombres frescos de relevo. Jimmy Arango, quien no pudo con la fuerte marca de los contrarios, le dio paso a Gustavo Restrepo, quien se encargó de complementar la marca en el sector intermedio. Níver Arboleda, perdido durante el primer período, le dejó el puesto a Alveiro Usuriaga para que acompañara a Tréllez en función de ataque. En lo que tiene que ver con Restrepo, cumplio bien con su papel y en varias oportunidades respaldo a la zaga antioqueña. Por el contrario, Usuriaga no pudo el contrar su nivel acostumbrado, se dejó coger fácilmente en el fuera de lugar y sólo una vez pudo desbordar a su marcador. En el segundo tiempo Higuita, que al comenzar el partido arranco una salva de aplausos al quitarle de los pies el balón a Marco Van Baasten, no fue mucho lo que trabajo. Pero lo poco que hizo fue con seguridad. Con el correr de los minutos quedo en claro que la defensa era la línea más sólida del Nacional, a pesar de los inconvenientes.
Cuando el arbitro sueco Eric Freeriksson pitó el fin; de los 90 minutos reglamentarios, aún no era claro quién podía ganar. Aunque el Milán se había adueñado del balón y del terreno, sus arranques no pasaban de tres cuartos de cancha y con pelota en movimiento era difícil llegarle al espectacular Higuita. Para los dos tiempos suplementarios, cada uno de 15 minutos, iban a contar de factores: el estado físico y los errores que se cometieran.
Y Nacional empezo a cometer algunos errores. No en una novedad la habilidad de los italianos para patear los tiros libres desde cerca del area chica. Varios de su hombres dominan el arte suramericano del chanfle. De manera inteligente, al ver que su equipo no llegaba, el técnico europeo adelanto las líneas para encerrar a los colombianos y así provocar roces en cercanías del área de Higuita. Esto fue dando resultado y los tiros libre aumentaron, gracias, además, a que los delanteros colombianos estaban facilmente dominados y permitieron la salida en ataque de los defensas contrarios. El primer tiempo suplementario se fue en ceros, pero ya el asuntó pintaba más difícil. En el segundo tiempo reglamentario Milán arreció en ataque, pero Nacional no se descompuso y sus hombres mostraron una excelente preparación física. Lo triste llego faltando un minuto para concluir la acciones, cuando todo el mundo en Colombia esperaba que se llegaba a la definición por cobros de la pena máxima, en los que Higuita es un experto. Van Baasten, quien no había hecho mucho en el partído, amenazó con entrar con balón dominado a los predios de Rene y fue derribado por "Chonto" Herrera en todo el borde del area. Higuita monto la barrera cubriendo su palo derecho. Alberico Evani fue el encargado de cobrar. Con curva, y luego de pegar en el primer hombre de la barrera, la pelota infla la red. Se termino el sueño y la Intercontinental se fue para la oficina de Berlusconi.
Pero, pese a la derrota, lo hecho por Nacional no estuvo nada mal. Si se tiene en cuenta que debido a la suspensión del torneo profesional el equipo llevaba cerca de un mes sin competir regularmente, no deja de sorprender la solvencia con que enfrento a toda una máquina de hacer fútbol, como el Milán.
Fuera de Tréllez, ninguno de sus hombres inquietó a la zaga italiana: Usuriaga estuvo fuera de forma, Arboleda se desconecto del partido y Arango no dio la talla.
Lo que sí es bueno es poder tener claro que un equipo que es base de la Selección Colombia le hizo juego al mejor club del mundo. Con los refuerzos de jugadores de otros equipos y con un trabajo continuado, se puede tener la seguridad de que las épocas de las goleadas se fueron del todo y que la selección nacional no será de las presas fáciles en Italia-90. Lo de Tokio estuvo bien. Sin importar el resultado, el mundo entero pudo ver a un equipo serio y de gran calidad, que demostró que Colombia es un país mayor de edad en lo que al fútbol se refiere.