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CONTRA VIENTO Y MAREA

Venciendo todos los pronósticos, un grupo de marineros franceses impuso un nuevo récord al dar la vuelta al mundo en 71 días a bordo de una embarcación a vela.

30 de junio de 1997

El lunes 19 de mayo, cuando eltrimarán 'Sport Elec' entró al puerto francés de Bert a las 8:59 de la mañana, las 80.000 personas que estaban reunidas en el lugar recibieron a los marineros que estaban sobre la cubierta como si setratara de grandes héroes de la revolución francesa. Y no era para menos. El capitán de la embarcación, Olivier de Kursauson, al mando de una tripulación de seis hombres, acababa de darle la vuelta al mundo en 71 días, 14 horas, 18 minutos y ocho segundos.
Lo que De Kursauson y sus camaradas lograron ese lunes no fue solamente romper un récord mundial -al navegar alrededor del mundo en una embarcación a vela en el menor tiempo posible-, sino que hicieron algo que está considerado como una de las mayores hazañas de la navegación moderna y una proeza sólo comparable con la conquista de la cumbre del monte Everest o la exploración del Polo Sur.
Al desembarcar la primera persona que recibió a De Kursauson -apodado 'El Almirante'-, fue el neozelandés Peter Blake, quien hace tres años logró recorrer el mundo en 74 días, 22 horas y 17 minutos, marca vigente hasta el arribo de los franceses. Como reconocimiento de la victoria Blake le entregó al capitán del 'Sport Elec' el trofeo Julio Verne, llamado así en honor al escritor francés autor de La vuelta al mundo en 80 días. Este trofeo sólo es otorgado a aquellos hombres que le han podido dar la vuelta al mundo en menos de 80 días en una embarcación a vela. En 1993 el galo Bruno Peyton fue el primer marino en ganar el preciado galardón al cumplir el recorrido con su tripulación en 79 días, seis horas y 15 minutos.

El viaje
Para muchos lo hecho por De Kursauson y sus compañeros no pasa de ser un exótico récord. Pero la realidad es que sólo aquellos que se han aventurado a navegar a vela en mar abierto saben que por sus características y exigencias el trofeo Julio Verne es uno de los mayores anhelos y desafíos para los amantes del mar.
Cuando 'El Almirante' zarpó del puerto de Bert el 9 de marzo los expertos pensaron que no tendría éxito en su aventura. Generalmente este tipo de pruebas no se realizan entre enero y junio ya que el recorrido (ver mapa) exige desafiar el inclemente invierno austral -con temperaturas de hasta menos 15 grados- y estar sometido a constantes cambios de vientos. Aparte de esto, los antecedentes no favorecían a la tripulación, pues en cuatro oportunidades anteriores habían intentado infructuosamente batir la marca. En una de ellas, en 1994, De Kursauson y dos de sus compañeros estuvieron cerca de perder la vida cuando su embarcación naufragó a los pocos días de iniciar la travesía.
Pero fueron precisamente esos cuatro intentos anteriores los que le permitieron sortear con éxito este quinto viaje, ya que la tripulación logró almacenar una gran cantidad de información sobre el recorrido.
Durante meses el trimarán -una embarcación de tres cascos paralelos- fue acondicionado para la travesía (ver gráfico) y durante los 71 días del viaje los siete marineros se las tuvieron que arreglar con lo poco que podían llevar en su bodega: 20 galones de agua, 100 kilos de comida especial -similar a las raciones de los soldados-, 20 botellas de vino y 120 paquetes de cigarrillos para cinco de los siete tripulantes.
Con el fin de optimizar al máximo el rendimiento del 'Sport Elec', De Kursauson diseñó un plan de rotación en el cual mientras tres marinos estaban permanentemente en el puente de mando, otros tres descansaban y el otro se encargaba de controlar los sistemas de navegación por computador. A través de un satélite, estos últimos les permitían conocer permanentemente su posición y obtener reportes meteorológicos que les ayudaron a evitar tormentas y a aprovechar las corrientes de vientos.
Aunque muchos no logran entender todavía el verdadero valor de la gesta, basta pensar en cuántos hombres estarían dispuestos a pasar más de dos meses en un espacio de 25 metros de largo, atravesando una distancia de 30.000 kilómetros, sin ver otra cosa distinta de agua. Todo por el simple deseo de realizar un sueño, pues 'El Almirante' y sus marineros no recibieron un solo centavo por la travesía. Y es precisamente en esa perseverancia por alcanzar un sueño en donde está el valor de este récord.