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CUESTA ABAJO

Con el descalabro en el pasado Tour de Francia, el ciclismo colombiano llegó a su nivel más bajo de los últimos años.

21 de agosto de 1989


Sin duda alguna, la reciente edición del Tour de Francia es una de las más emocionantes que se recuerden. Más de un apostador, sin hablar de los expertos en pronósticos, se quedó con los crespos hechos.

Al empezar la carrera, todos los pronósticos favorecían al español Pedro Delgado, ganador el año pasado, y al colombiano Fabio Parra. A su lado, tal vez en segunda fila pero como rival de quilates, Luis Herrera entró en la baraja de candidatos. El "Jardinerito" llegó a Francia con el título de campeón de la montaña en el Giro de Italia, galardón que lo ponía dentro del grupo de corredores a tener en cuenta. Por su parte, los franceses, que después de Bernard Hinault no habían conseguido un digno representante, pusieron sus esperanzas en Charlie Motet y en Laurent Fignon, ganador de la ronda italiana en el presente año.

La estantería comenzó a caerse el primer día de competencia, cuando en una etapa en la que no debía pasar nada "Perico" Delgado se quedó dormido a la hora de la salida y perdió 2:54 minutos, diferencia irrecuperable y que a la larga le costó el triunfo. Ese mismo día los colombianos realizaron una discreta actuación.

El segundo día de competencia se corrió la contra-reloj por equipos. Tanto Café de Colombia como Varta-Kelme estuvieron por debajo de lo esperado y todo el mundo comenzó a temblar frente a la contra-reloj individual de 73 kilómetros que se correría días después. Como era de esperarse, en esa fracción los colombianos se vinieron a pique: Parra perdió 4:28 minutos y Herrera 9:06. En una sola etapa se perdió casi el doble de tiempo que se cedió el año pasado en la primera semana de competencia. Cuando llegó la montaña las dos cartas colombianas, Fabio Parra y Luis Herrera, estaban a 8:21 y 12:20, respectivamente, del líder Greg Lemond.

Los Alpes y Los Pirineos, tradicionales aliados de los escarabajos, desde hace algún tiempo se han convertido en sus grandes enemigos, tal vez más que las etapas planas, que las contra-reloj y que los vientos de costado. En la montaña se retiró Parra, en la montaña se quedó Herrera. En su terreno preferido Lucho perdió más de 15 minutos y acumuló una desventaja frente a los punteros de más de 30 minutos. Las disculpas no se hicieron esperar: que Herrera está en un bajón, que la cuesta es muy dura, que la cuesta es muy suave, que los europeos aprendieron a subir tanto o más que los colombianos...

Pero lo que muy pocos se atrevieron a decir es que luego de seis años de ir a Europa el ciclismo colombiano no ha progresado lo suficiente, hay fallas en la dirección técnica, en la preparación y, lo más importante, los corredores colombianos de primera línea--con la excepción de Fabio Parra--se han aburguesado, les hace falta sacrificio y, como lo dijera un comentarista radial, "sus cuentas bancarias tienen tantos ceros a la derecha que han perdido interés y pundonor". Y es cierto.

Desde comienzos de temporada, Luis Herrera se mostró apático frente a su participación en Europa. Su actuación en Italia se salvó con el título de la montaña, pero a la hora de los balances hay que tener en cuenta que en ningún momento estuvo peleando la carrera. En esa ocasión la disculpa fue el frío. Y si los colombianos no están acostumbrados a él, la etapa de preparación para correr en Europa debe contar con un capítulo en el que se le enseñe a los ciclistas a superarlo. Además, no deja de ser curioso que los europeos se defiendan con igual solvencia en las cumbres heladas y en las planicies ardientes.

El rosario de disculpas se prolongó durante todo el Tour. Lucho decía que estaba mal físicamente, mientras sus médicos afirmaban lo contrario. El técnico no encontraba las razones de su mala actuación: "Tal vez se trata de un problema orgánico que no hemos podido establecer", le dijo Rafael Antonio Niño a los periodistas que esperaban una respuesta reveladora.

Por los lados de Fabio Parra, aunque su retiro dejó un sabor amargo, nadie niega que se trata de un corredor corajudo y valiente.

En la presente temporada disputó hasta último momento la Vuelta a España, en la que llegó segundo después de Pedro Delgado, y realizó una gran Vuelta a Colombia, terminando también de segundo. En resumen, Parra disputa hasta el límite de sus posibilidades las pruebas en las que participa, siempre está entre los grandes y, cuando no es así, no se entrega fácilmente.

No se trata de minimizar el descalabro de la escuadra Varta-Kelme, que vio cómo la totalidad de sus corredores quedaban fuera de competencia en la primera parte de la carrera. Se trata, más bien, de dejar en claro que Café de Colombia está pasando por la crisis más grave de su historia. Desde que está asistiendo a la ronda francesa, la del 89 es la peor de sus presentaciones, no ganó etapas no figuró en la montaña y por equipos quedó en el final de la tabla. Parece que ni corredores ni técnico ni directivos se dieron cuenta que con la pobre presentación de este año, el regreso al Tour del año entrante esta en veremos. Para comenzar, el equipo colombiano no alcanzó el puntaje requerido para llegar al Tour y tuvo que depender de una invitación especial de la organización. Invitación que, sin duda alguna, se debió a que la firma patrocinadora, Café de Colombia, invierte buena plata en promocionar los premios de montaña de la carrera. Lo que se olvidó es que, a partir de este año y como consecuencia del final del Pacto Cafetero esa inversión está en entredicho y con ella una posible invitación.

Ahora, la disculpa de la mala preparación es poco convincente, especialmente cuando son muchos años de experiencia en ese campo. Además, cuando ganó la Vuelta a España en el 87, Herrera llegó a esa carrera en plan de preparación para el Tour, sin los kilómetros necesarios, pero con ganas suficientes.

Al cierre de esta edición, Fignon era el virtual ganador de la carrera. Herrera, faltando aún la contra-reloj del domingo pasado, se encontraba en el puesto 20 a más de 31 minutos del líder, situación susceptible de empeorar en la última jornada. Hay que tener en cuenta que Fignon corrió a fondo el Giro de italia, lo que no le impedió ganar el Tour.

En conclusión, lo de este año merece un análisis profundo y es necesario tomar las medidas del caso.

Por otra parte, si lo ocurrido en España-87 fue un golpe de suerte y Herrera es un corredor sólo para carreras cortas, como el Dauphiné Liberé o la Vuelta a Colombia, es hora de asumir esa realidad y no seguir sacrificando a corredores con el suficiente potencial para lograr buenas figuraciones en las grandes competencias, hombres que en la actualidad pasan desapercibidos por cubrirle la espalda un líder que se quedó corto.-