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El alemán Tony Martin (HTC) durante la contrarreloj individual que ganó. | Foto: EFE

CICLISMO

El alemán Tony Martin ganó la décima etapa de la Vuelta a España

Tony Martin, el "Tanque" alemán del HTC, arrasó en la contrarreloj disputada en Salamanca sobre un recorrido de 47 kilómetros, en la que el británico Chris Froome (Sky), segundo, se convirtió en nuevo maillot rojo y Vincenzo Nibali reforzó su objetivo de revalidar el título al aguantar el tipo ante los especialistas.

29 de agosto de 2011


Martin, ganador de la París Niza y de la contrarreloj del Tour de Francia, sacó sobresaliente en el examen de Salamanca. Una victoria de prestigio que le refuerza la moral ante el Mundial. No ganó a rivales precisamente anónimos. Se impuso por 59 segundos a Chris Froome y alejó en casi minuto y medio a Bradley Wiggins, mutimedallista olímpico en pista y a Fabian Cancellara, el jefe de la especialidad, cuatro veces campeón del Mundo y oro en los Juegos de Pekín.

Al examen también debían presentarse los favoritos. Contrarrelojistas contra escaladores. Y los resultados fueron favorables para el actual ganador de la Vuelta, el italiano Vincenzo Nibali, que salvó el tipo respecto a Wiggins, referencia tras su exhibición en La Covatilla.

El británico no sacó petróleo en su terreno y solo metió 1.02 minutos al italiano del Liquigas, quien a partir de ahora, desde la cuarta plaza, tiene la camiseta roja a medio minuto. Ha mostrado regularidad en el primer tercio de la Vuelta, sabe lo que es ganar una grande y en la montaña que resta, es previsible que pueda desbancar a Wiggins.

Del resto de candidatos, lo esperado. Denis Menchov solo le quitó 5 segundos a Nibali, y los escaladores puros salieron escaldados: Carlos Sastre a 4.07 del vencedor, Purito Rodríguez a 5.24, Mikel Nieve a 6 minutos e Igor Antón a 6.18. La etapa solo dejó a dos españoles en el top ten: Juanjo Cobo (Geox) octavo y Haimar Zubeldia décimo.

Si Purito no aprovechó su opción en La Covatilla, Wiggins tampoco llenó la hucha en su terreno. Le salió respondón su compañero, que le seguirá siendo fiel, y no se dejó aplastar Nibali, una especie de Cadel Evans, experto en nada y solvente en todo, que además cuenta con un potente equipo. Froome, el danés Jakob Fuglsang y Wiggins le cierran el paso al podio, pero salió de la Plaza Mayor de Salamanca como favorito número uno.

Chris Froome, que heredó la Roja del holandés Bauke Mollema, se convirtió en el séptimo líder de la Vuelta. El ciclista británico se presentó en sociedad en el ascenso a La Covatilla, donde estuvo enorme como gregario de Wiggins, el mejor contrarrelojista de Gran Bretaña, y en Salamanca se coló en la fiesta del podio.

Froome presenta una historia peculiar. Nació en Kenia hace 25 años, donde su madre ejercía como fisioterapeuta, y pasó la adolescencia en Sudáfrica, donde su padre trabajaba en la "organización de eventos". En este país pasó la infancia y adolescencia y se formó como ciclista. Tiene pasaporte británico desde 2008.

Aunque representó a Kenia en un Mundial sub 23, Froome poco tiene que ver con el país de los atletas de fondo. Preguntando al respecto, creyó oportuno aclarar algo. "No soy africano" dijo.

Ahora tratará de defender la camiseta roja en las dos próximas semanas, aunque será difícil, por el recorrido y por su labor de ayuda a Wiggins. No todos los días tendrá la libertad que le dio el Sky en la cronometrada. Tiene a Fuglsang a 12 segundos y a su jefe a 20. Nibali espera el asalto a 31.

Los escaladores están llamados a quemar las naves en los cuatro finales en alto que restan: Cabeza de Manzaneda, La Farrapona, Angliru y Peña Cabarga. Unos sueñan con cazar una etapa, otros no tiran aún la toalla.

"Con la montaña que queda se puede seguir luchando" dijo Purito, quien mandó un "mensaje" a la organización. "Por favor, que quiten las contrarreloj, es el único día del ciclismo que no me gusta". Que no falte el buen humor. EFE