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EL GOL DE LA CORTE

La libertad de los jugadores para decidir su futuro puede provocar un revolcón histórico en el fútbol colombiano.

4 de agosto de 1997

Una día cualquiera, de finales de mayo pasado, Juan Carlos Niño se disponía a salir de su casa rumbo a un entrenamiento con su equipo de fútbol, Millonarios. Poco antes de hacerlo recibió una llamada del club. Le dijeron que no fuera a entrenar y que se presentara en las oficinas del onceno. Al llegar allí "simplemente me cancelaron el contrato y sin ningún argumento me dijeron que ya no hacía parte del equipo", asegura Niño.
Hasta ese día Juan Carlos fue volante del club al que entró cuando tenía 7 años y al cual estuvo vinculado la mayor parte del tiempo desde su debut profesional en 1989.
En enero de este año Niño había negociado un contrato de palabra con el presidente del club, José María León, según el cual se suponía que estaría vinculado al equipo hasta diciembre, recibiendo un sueldo básico de un millón de pesos mensuales. Hoy, con apenas 26 años, no sabe cuál será su futuro.
Según el jugador, aún no le han pagado los meses que le deben y no sabe si lo harán. Tampoco puede ir a jugar con otro equipo porque su pase es de propiedad de Millonarios. "Yo les ofrecí comprarles mi pase a cambio de lo que me deben pero no quisieron porque dicen que no pueden perder la inversión", dijo a SEMANA.
Niño no es el primer jugador en vivir ese calvario. Por el contrario, situaciones como esta son bastante comunes en el fútbol profesional del país. A partir de la semana pasada, sin embargo, es posible que no se vuelvan a repetir. La Corte Constitucional tomó una serie de determinaciones que les cambiará el futuro a los deportistas profesionales, en especial a los futbolistas.
Según el fallo, de ahora en adelante, si no hay un contrato de trabajo entre el club y el futbolista el pase queda en propiedad del jugador. Esta medida fue adoptada porque, según el presidente de la Corte , Antonio Barrera, "no pueden existir derechos deportivos si al mismo tiempo no se le garantiza al jugador un contrato laboral".
Anteriormente los clubes podían detener a un futbolista durante el tiempo que quisieran, sin pagarle sueldo y sin permitirle ir a otro lado, pues eran dueños de su pase. De ahora en adelante, cuando esto suceda, el jugador, al ser dueño de su pase, podrá ofrecer su fuerza laboral a quien mejor le parezca.
Pero el revolcón no para ahí. Para la Corte, toda transferencia que se haga a partir de ahora deberá tener el consentimiento del jugador. Es decir, que en el futuro un equipo ya no podrá transferir un futbolista a un equipo que no le ofrezca las mismas o mejores garantías que las que tenía en su club de origen y, dado el caso que el jugador prefiera quedarse, el club tendrá que seguir pagándole el sueldo hasta que finalice su contrato.
Como si esto fuera poco, según la sentencia, los equipos también están en la obligación de afiliar al Seguro Social a todos sus jugadores pues, aunque parezca increíble, el 97 por ciento de los profesionales de fútbol no tienen ninguna seguridad social, con las desventajas y riesgos que ello les acarrea.
El revolcón, que cambiará la vida no sólo a los futbolistas sino a cualquier deportista profesional que esté afiliado a un club, fue gestado por tres abogados: Felipe de Vivero, Juan Felipe Pinilla y el ex futbolista y hoy abogado Carlos González. Ellos lograron que la Corte,"aplicando las consecuencias del caso Bossman en Europa (ver SEMANA #779), reglamentara algunas leyes que violaban derechos fundamentales de los deportistas, como la libertad al trabajo, libertad individual y libertad de escoger profesión u oficio", según De Vivero.
El tema tiene con los pelos de punta a los presidentes de los clubes, la Dimayor y la Federación de Fútbol. Algunos, como el gerente deportivo del Cortuluá, Efraín Pérez, han manifestado que la decisión perjudica a los clubes "porque los jugadores van a querer hacer lo que más les convenga y no lo que las directivas estimen con su patrimonio".
Otros, como algunos miembros de la Federación y de la Dimayor, hicieron lobby con algunos magistrados el miércoles pasado -un día antes de que se diera a conocer el fallo- con el fin de convencerlos de que al adoptar esas determinaciones Colombia podría ser sancionada por la Fifa, pues no estaría cumpliendo con sus normas.
Otra cosa, sin embargo, piensan los demandantes. "Los clubes no pierden en la medida en que si responden por los derechos de sus trabajadores los jugadores no se desvalorizan ni se pierde la inversión. Lo que sí pierde el club es la posibilidad de explotar al futbolista, cómo y durante el tiempo que quiera, sin una contraprestación", dice González.
Respecto a la supuesta desafiliación de Colombia de la Fifa por no cumplir con las leyes, sólo basta mirar que ninguno de los países de la Comunidad Europea ha sido sancionado por esa entidad por acatar la sentencia Bossman.
Lo cierto es que las consecuencias de la decisión están todavía por verse. Por ahora la sentencia dota a los futbolistas de una serie de herramientas legales que les permitirán organizarse gremialmente como lo hacen en otros países. Según dicen algunos expertos, por primera vez en la historia del fútbol colombiano el balón está en el terreno de los jugadores. Falta ver qué hacen con él.