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EL LADO OSCURO DEL CICLISMO

Con la participación de una docena de pedalistas colombianos, se inicia la temporada europea de ciclismo, sin duda una de las disciplinas más duras y desagradecidas del deporte mundial.

12 de junio de 1995

HOY EN DIA, PARA MUCHOS HAblar de ciclismo no es más que recordar las épocas gloriosas de Luis Herrera y Fabio Parra o la salida del domingo a montar bicicleta por la ciclovía. Para otros, simplemente es un medio rápido por el cual el mensajero de la tienda de la esquina lleva la leche y el pan a la casa. Pero la verdad es que al iniciarse la temporada europea, son muy pocos los que están conscientes de que el ciclismo es mucho más que subir a una bicicleta y pedalear, y que por el contrario, es uno de los deportes más duros y exigentes del mundo.
¿En qué otro deporte los atletas tienen que levantarse día tras día, durante tres semanas consecutivas para cumplir con jornadas de competición de hasta siete horas diarias, en las que deben recorrer distancias que oscilan entre los 100 y los 220 kilómetros por jornada? En ninguno. Y esto es sólo parte de lo que tienen que soportar los ciclistas durante el Giro de Italia, el Tour de Francia y la Vuelta a España. Eso sin tener en cuenta la Dauphine Liberé y muchas otras carreras. Pero ahí no acaba todo.
Un ejemplo de lo que deben soportar los corredores durante la temporada ciclística es el Tour de Francia. Durante esta prueba, los pedalistas tendrán que trepar tres montañas de los Alpes franceses de no menos de 1.600 metros cada una. Después durarán tres días subiendo y bajando 14 picos de los Pirineos. Durante cada una de las etapas, los ciclistas gastan como mínimo 10.000 calorías. A este desgaste hay que sumarle, que uno o dos minutos después de cruzar la meta, deben sacar fuerzas de donde no tienen para atender las decenas de preguntas de los periodistas que los esperan al final de cada prueba.
Como si fuera poco, a diferencia de todos los demás deportes, en el ciclismo no importa si llueve, truene o relampaguee, porque ninguna de las etapas se suspende por mal clima. Martín Emilio 'Cochise' Rodríguez, el primer colombiano en correr como profesional en Europa, recuerda que "la temporada es supremamente dura. No sólo hay que acostumbrarse al cambio de clima, que es muy diferente al de Colombia porque o hace muchísimo frío o demasiado calor, sino que además, cuando se acaba de llegar, la comida y la gente le dan a uno muy duro. Fuera de eso, la carrera sólo se puede abandonar si uno está muriéndose, y no por una simple gripa o un daño de estómago como pasa en otros deportes. Uno tiene que estar muy grave para poder salirse de la competencia".
Teniendo en cuenta el gran esfuerzo físico que demanda la práctica profesional del ciclismo, algunas personas creen que todo ese sacrificio se ve recompensado al momento de recibir los premios. Pero en muy pocos casos es así. Según Fabio Parra, uno de los pocos pedalistas que al lado de Lucho Herrera consiguió buenos contratos económicos durante su carrera ciclística, "Para llegar a ganar dinero, no es suficiente con triunfar en una Vuelta a Colombia, ni con llegar a competir en un equipo europeo. Hay que pasar muchas penurias en las carreteras de Europa y demostrar ahí que se es bueno para que alguien le ofrezca a uno un buen contrato".
Y es que en ciclismo no son muchos los que pueden decir que ganan bien. El año pasado, Miguel Indurain, ganador de los últimos cuatro Tours de Francia y Tony Rominger, quien, según el diario francés L'Equipe figura como el número uno en ganancias de una lista de 800 ciclistas profesionales, alcanzaron a obtener cerca de dos millones de dólares en 1994. Si se compara con los 30 millones de dólares que se ganó Michael Jordan o aun con los cinco millones del futbolista Roberto Baggio, las figuras del ciclismo están muy lejos de ganar tan bien como las super estrellas de los demás deportes. Y es que un futbolista profesional, por ejemplo, juega dos partidos de 90 minutos a la semana, mientras que un ciclista pasa en promedio durante una temporada regular 49 horas a la semana sobre una bicicleta.
Según Raúl Meza, entrenador de ciclismo, lo que ganan los pedalistas, teniendo en cuenta el desgaste físico y los riesgos que corren al competir, no es mucho si se compara con las exigencias y las circunstancias en las que practican otros deportistas. "Cuando un pedalista colombiano llega a correr en un equipo europeo empieza, y muchas veces termina, ganando el mínimo. A ellos -dice Meza- lo único que les favorece es ganar en una moneda más fuerte que el peso". Para acabar de ajustar, según la revista The Economist, el sueldo mínimo promedio de los ciclistas en Europa oscila alrededor de los 50.000 dólares anuales, mientras que el del beisbolista que menos gana en las Grandes Ligas es de 109.000 dólares por temporada.
No hay duda, pues, de que, económicamente hablando, el ciclismo, comparado con otros deportes, es la disciplina más desagradecida. Sin embargo, esto no es lo peor de todo. El ciclismo también es desagradecido en el campo emotivo. ¿Qué pensará el pedalista que después de siete horas de recorrido llega a la meta en el puesto número 23, dejando atrás a más de 100 competidores, y nadie lo voltea a mirar porque no llegó dentro de los cinco primeros? Y en Colombia sí que pasa eso. El ciclista que no gane una etapa o que no tenga una actuación parecida a la de Herrera o Parra cuando corrieron en Europa, sencillamente no merece ser tenido en cuenta. Para muchos colombianos, el pedalista que llega de décimo entre un lote de 180 ciclistas fue tan sólo uno más dentro del pelotón. Pero lo que pocos tienen en cuenta cuando miran una transmisión por televisión, cómodamente sentados en un sofá, es que muy pocos de ellos podrían soportar un solo día en la vida de un ciclista profesional.